Los peligros de una cita cuando tienes una mala situación económica

Por Britany Robinson

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"¿Deberíamos comer eso?"

Todo eso fue culpa mía. Le sugería ostras para nuestra primera cita porque habíamos estado hablando sobre lo mucho que le gusta el océano, cuánto me gustan las ostras y que en sus viajes familiares a la costa de Oregon nunca habían incluido estos resbaladizos mariscos en su menú. Pero este restaurante delicadamente iluminado no era barato. Estaba claro que a él le encantaban las ostras y quería pedir más.

Basándome en mis experiencias de citas en Portland, hay una posibilidad del 50-50 que dividamos la factura. Si lo hacemos, mi tarjeta de crédito puede ser rechazada. Entonces, él sabrá que soy un desastre de mujer que apenas puede pagar sus facturas, aunque las ostras estén muy buenas. Mi vestuario para esa primera cita dice que sé la diferencia entre la especie kumamotos y la shigokus, y puedo permitirme comer ese plato. Estoy decidida a mantener esa clase.

"¡Por supuesto!", contesto. "Vamos a pedir otra docena".

Como periodista freelance, he aceptado que nunca haré muchísimo dinero. Mi vida es un continuo ajetreo, esperanza y miedo. Mis cheques llegan esporádicamente y, a veces, simplemente no son suficientes. Para aquellos que nunca han navegado en la economía a corto plazo será difícil que me entiendan.

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El miedo incesante a quedarse sin dinero es agotador. Así que quedando con citas en estos días tengo la sensación de que estoy haciendo una apuesta. ¿Mi próximo cheque llegará a tiempo para pagar la hipoteca? ¿Esta persona que acabo de conocer a través de Internet supondrá un gasto en mi limitado presupuesto?

Estoy bien con no tener un montón de dinero. Puedo comprar mi ropa en tiendas de segunda mano y beber en bares de tercera. Las experiencias son más importantes que las cosas, bla, bla bla…. Pero a medida que me dirijo a mis 30 años, a veces me pregunto qué pretendientes potenciales pensarán en mi tumultuosa situación financiera. También me pregunto si realmente puedo permitirme el lujo de encontrar a alguien especial. Después de todo, las citas no son baratas.

Creo que la cena y las bebidas de la primera cena deberían ser un gasto compartido. La mayoría de los hombres que conozco están de acuerdo. Pero si alguien con el que estoy saliendo tiene un plato más caro que el mío, eso puede resultar complicado.

Por suerte, mi cita recogió el cheque esa noche después de que yo protestara. Cuando volví al auto después de nuestro primer beso, sintiendo los nervios por estar con alguien nuevo, me pareció que salir con poco dinero en mi cuenta corriente no era buena idea. Esperaba que estuviera interesado en una segunda cita, pero ¿podría pagarla? ¿es irresponsable buscar amor cuando tenemos préstamos estudiantiles y deudas de tarjetas de crédito que esperan ser pagadas?

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Cuando estaba con este chico nuevo, no estaba tan segura de eso. ¿Él sería capaz de sacar mi mejor versión de mí cuando el dinero rondaba constantemente en mi cabeza? El estrés no es nada sexy. Me convierte en alguien irritable y distraída. También puede hacer que sea demasiado crítica y resentida hacia los demás.

Pero la conversación fluía sin esfuerzo en nuestra primera cita, y pude dejar de pensar en el trabajo. Le preguntaba sobre temas más ligeros, como su película favorita, historias divertidas y, también, sobre esas deliciosas ostras.

Me hizo reír, cosa que nadie había hecho últimamente. Y me dijo que le gustaba mi sonrisa.

Si tuviera que darle el saldo de mi cuenta corriente, seguramente él no me volvería a llamar. Pero al olvidar mis finanzas para tener una conversación casual, le mostré mi lado más despreocupado (uno que la gente no había estado viendo últimamente en mí).

Mientras me alejaba pensé en cómo sería la próxima vez que nos viéramos. ¿Entonces qué? ¿Podría pagar el costo adicional de las bebidas y las cenas cada semana? De eso tratan las citas, ¿no?

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Resulta que un presupuesto ajustado puede hacer maravillas para la creatividad. Desde entonces hemos hecho paseos en bicicleta por la ciudad, caminamos entre un aguacero y nos despertamos a las 4 de la madrugada para ver un amanecer sobre campos de flores silvestres. Todas estas experiencias eran baratas. Y también eran divertidas.

No tardé mucho en contarle sobre mi tumultuosa situación financiera, lo que le impulsó a abrirse sobre su economía y sus preocupaciones. A pesar de que los desafíos eran drásticamente diferentes, eso hizo darme cuenta de que estábamos en la misma página.

Creo firmemente en que la automejora debe hacerse antes de empezar una relación. Quiero dar la mejor versión de mí cuando conozco a alguien nuevo. Pero he llegado a la conclusión de que todos somos obras en proceso. Si encuentras a la persona adecuada quizás puedas seguir esforzándote para ser mejor pero… junto a otra persona.