Dos aviadores franceses desaparecieron una década antes de Earhart y su destino es un misterio

Por Michael E. Ruane

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Los dos pilotos franceses Charles Nungesser y Francois Coli frente a “El Pájaro Blanco” en 1927 antes de hacer el vuelo transatlántico (Central Press/Getty Images)
Los dos pilotos franceses Charles Nungesser y Francois Coli frente a “El Pájaro Blanco” en 1927 antes de hacer el vuelo transatlántico (Central Press/Getty Images)

Esa noche, los proyectores sondeaban la lluviosa oscuridad mientras miles de personas esperaban en el Battery Park de Nueva York la llegada de dos aviadores franceses.

Su gran hidroavión blanco, L'Oiseau Blanc (El pájaro blanco), con un cráneo y dos huesos cruzados como insignia, debía llegar a puerto en cualquier momento y marcaría el primer vuelo sin escalas entre París y Nueva York.

Varios dignatarios estaban allí presentes para la recepción. Era el 9 de mayo de 1927, una década antes de que Amelia Earhart se marchara para dar la vuelta al mundo en avión (1937).

Recientemente, una fotografía borrosa en una isla, supuestamente de Earhart y su copiloto, Fred Noonan, creó un hilo de esperanza para resolver el misterio de 90 años que rodeaba a su desaparición, en julio de 1937.

Años antes de que Earhart desapareciese y días antes del famoso vuelo de Charles Lindbergh a Nueva York, el mundo estaba pendiente de los atrevidos franceses Charles Nungesser y Francois Coli.

Ambos eran veteranos de la Primera Guerra Mundial. Nungesser, de 35 años, era el piloto de El Pájaro Blanco. Rubio y guapo, se decía que había aprendido a volar con un avión robado de Brasil.

Durante la guerra, resultó herido varias veces. Derribó 45 aviones alemanes y la leyenda dice que cuando una herida dañaba gran parte de sus dientes, él los reemplazaba por piezas de metal. Todavía lucía una gran cicatriz en su barbilla.

Coli, de 45 años y antiguo capitán de Marsella, fue el copiloto. De él comentaban que había sido el cerebro del vuelo. Un hombre mayor y elegante, con un parche en un ojo porque lo perdió mientras maniobraba un avión en un hangar.

Los dos hombres hicieron un brindis en Francia después de anunciar su intención de hacer el vuelo de más de 6,000 kilómetros.

Su plan era peligroso. Volaban, sentados uno al lado del otro, en un hidroavión modelo Levasseur 8 que fue diseñado para despegar y luego, en medio del vuelo, deshacerse del tren de aterrizaje pesado.

La idea era aterrizar el avión, cuyo fuselaje tenía forma de casco de barco, en el agua, muy cerca de la Estatua de la Libertad.

La noche anterior al vuelo, cientos de personas se habían reunido en el aeropuerto de Francia con champán y cestas de picnic para despedirlos. Aunque el tiempo era un poco inestable, los pilotos quisieron dar el "salto".

"Asumo la responsabilidad. Vamos a despegar", explicaban los informes periodísticos de la época.

Mientras se preparaban para irse, la esposa de Coli besaba entre lágrimas a su marido.

(iStock)
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A las 5:17 de la mañana del domingo 8 de mayo de 1927 salieron del aeropuerto de Le Bourget con la intención de llegar a Nueva York en algún momento del lunes por la tarde, según las previsiones que Nungesser había señalado a algunos periodistas.

El biplano monomotor tenía unas 40 horas de combustible a bordo, no tenía radio y solo emitía la señal N en código Morse desde debajo del fuselaje para que los barcos pudieran detectarlo en el mar.

La ruta les llevaría por Irlanda y, a través del Atlántico, hasta Nueva Escocia, de ahí a Nueva Inglaterra y, después, llegarían a Nueva York.

El avión estaba pintada de color blanco con las insignias de combate: un corazón negro, un cráneo blanco, huesos cruzados, velas y un ataúd.

La gente de todo el mundo esperaba la llegada del avión. El hermano de Nungesser, Robert, había viajado de Washington a Nueva York para asistir a la recepción junto a las personalidades.

A medida que pasaban las horas, iban llegando informes de avistamientos. Todos ellos sin fundamento. Cuando el avión no apareció en el puerto de Nuevo York ese lunes por la noche, el alcalde de la ciudad de Nueva York, Jimmy Walker, continuó esperando en el Macom (el buque de bienvenida) de acuerdo a informaciones de The New York Times.

(AP)
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La preocupación era mayor a medida que iba pasando el tiempo. Una ambulancia y una enfermera fueron convocados en caso de que los aviadores llegaran heridos. El tiempo era lluvioso. A las 9 de la mañana, 45 horas después de su salido, el miedo reemplazó al entusiasmo.

El Pájaro Blanco jamás llegó a Nueva York esa noche. Las búsquedas se prolongaron durante varios días, pero todos los esfuerzos resultaron inútiles. A lo largo de los años han aparecido varias teorías asegurando que el avión se estrelló en el este de Maine o en la costa de Terranova. Sin embargo, no se ha encontrado ningún rastro del aparato.

"Fue un intento muy loable", lamentó The Washington Post en un editorial publicado el 10 de mayo. "Lo más probable es que los kilómetros que separan a París de Nueva York acaben haciéndose por aire", apuntaba el diario.

Diez días más tarde, la hazaña fue realizada por el aviador estadounidense Charles Lindbergh, convirtiéndose en un héroe internacional. Lentamente, Nungesser y Coli fueron olvidados.