Proyecto Mozart: la primera gira de una orquesta cubana por EEUU desde 1959

Por Geoff Edgers

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La pianista Simone Dinnerstein toca con la Orquesta del Lyceum de La Habana para el álbum “Mozart in Havana”. (Arianna Domínguez Hernández)
La pianista Simone Dinnerstein toca con la Orquesta del Lyceum de La Habana para el álbum “Mozart in Havana”. (Arianna Domínguez Hernández)

El martillo eléctrico se escucha unos minutos durante el ensayo. El descanso se acaba mientras los trabajadores continúan sobre la estrecha calle Obrapía. ¿Cuándo terminarán? ¿Días? ¿Semanas? Nadie lo sabe. Tres pilas desordenadas de adoquines se alzan frente al Oratorio de San Felipe Neri, la iglesia del siglo XVII donde funciona la Orquesta del Lyceum de La Habana.

Sin duda es una distracción, mucho más que el sonido errante de un celular o alguien con tos. Pero José Antonio Méndez Padrón no sale de escena ni se detiene. El joven director, con una camiseta, insiste a pesar del ruido y sólo se detiene en el escenario para ofrecer instrucciones a los músicos que le rodean.

"Eso es normal aquí", asegura durante el descanso, la violinista de la orquesta, Jenny Peña.

Este mes el grupo de músicos cubanos talentosos y jóvenes deja atrás el martillo eléctrico para viajar a los Estados Unidos. La orquesta ofrecerá 10 conciertos junto a la pianista de Brooklyn Simone Dinnerstein, quien los incluyó en su álbum recién salido Mozart in Havana. Las actuaciones serán en Virginia los días 15 y 18 de junio, y en Maryland el 28 de este mes.

 

Con presentaciones en Virginia y en Maryland, será la primera gira de una orquesta cubana por Estados Unidos luego que triunfara la Revolución de Fidel Castro. Es probable que la Orquesta del Lyceum de La Habana sea el primer grupo de la etapa revolucionaria cubana que grabe con una gran disquera como Sony.

"Soy cuidadoso de hacer tales afirmaciones, pues creo que eso los deprecia", dijo Bogdan Roscic, ejecutivo de Sony. "Yo diría que son músicos muy capaces y super talentosos".

Puede parecer una colaboración improbable: un grupo de músicos no remunerados en una isla alejada y una pianista consumada de Park Slope, que no habla más que unas pocas palabras en español. Pero en realidad, el proyecto Mozart tiene sentido.

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La ciudad de Brooklyn en la que Simone Dinnerstein nació hace 44 años era muy diferente a la zona aburguesada que hoy se sitúa como una de las partes más deseables de Nueva York. Su padre era un artista y su madre una maestra, y ella creció sin un piano en la casa. No fue hasta que Dinnerstein comenzó a tomar clases, a los siete años, que sus padres gastaron sus ahorros en comprar un piano por USD 4.000 a un club nocturno que cerraba.

"Tan pronto como comencé a tocar, me enamoré del piano", revela la artista que vive junto a su esposo, Jeremy Greensmith, un maestro de escuela primaria, y su hijo de 15 años, Adrian.

Dinnerstein encontró la ayuda de Solomon Mikowsky, un legendario instructor que comenzó a darle lecciones los sábados en la mañana en la Escuela de Música de Manhattan cuando ella solo tenía nueve años. Hubo momentos en que los Dinnersteins no pudieron pagarle su clases: él aceptaba una pintura del padre.

Simone Dinnerstein logra un intercambio artístico sin precedentes (Arianna Dominguez, Sony)
Simone Dinnerstein logra un intercambio artístico sin precedentes (Arianna Dominguez, Sony)

De allí viene la conexión de Simone con Cuba. Mikowsky, quien tiene 81 años, nació en la isla caribeña pero se fue de ella en 1955 para estudiar en Juilliard luego de ganar un concurso nacional. Finalmente se estableció como instructor de larga data en la Escuela de Música de Manhattan.

"Somos una isla", asegura José Antonio Méndez Padrón, quien en 2009 fundó la Orquesta del Lyceum de La Habana. "En el buen y el mal sentido, estamos tan distantes del mundo… Somos tan naturales, tan puros, sin influencia de ningún sistema o situación económica. No tocamos pensando en comprar una casa o un coche después de un concierto, porque sabemos que es imposible, tocamos sólo por diversión y por amor a la música".

No es fácil. Peña, la segunda violinista de la orquesta, dice que en Cuba las cuerdas son tan escasas que aprendió a tocar en un instrumento que llevaba hilo telefónico. "No sabía por qué tenía tanto dolor en los dedos. Pero no me detuve", dice. Sólo sabía que necesitaba tocar.

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Todo el mundo en la orquesta trabaja gratis. El director gana unos USD 55 al mes: su salario combinado como subdirector de la Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba y por enseñar en la Universidad de las Artes de La Habana. A los 32 años, acaba de dejar la casa de sus padres.

Mikowsky dijo que el sistema económico cubano crea penurias para los músicos, pero también es una bendición para los músicos más jóvenes. El sistema educativo, dijo, es mucho menos discriminatorio que el de los Estados Unidos.

Fue él quien convocó a un grupo de sus ex estudiantes, entre ellos Dinnerstein, para que tocaran en el festival de piano que inauguró en La Habana. En 2015 a ella le tocó tocar con Padrón y la Orquesta Lyceum de 45 miembros.

"Sabía que tenían problemas para conseguir buenos instrumentos. Así que fui con pocas expectativas y quedé completamente pasmada por su interpretación, que no sólo era de gran calidad sino que tenía una especie de gracia", dijo la pianista. "Sólo lo puedo describir como un sentimiento de alegría en su ejecución que realmente no había encontrado en otra orquesta".

Hubo desafíos para grabar en la sede de la Lyceum, el Oratorio de San Felipe Neri. Para minimizar el ruido de la calle, programaron las grabaciones entre las 23 y las 3 de la madrugada.

A lo largo de tres noches registraron en colaboración Mozart in Havana, la música que llevan a los Estados Unidos este mes.