Seis fotógrafos que usan sus cámaras como terapia

Por Jon Feinstein; traducido por Paola Llinás

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Foto por Ryan Pfluger
Foto por Ryan Pfluger

Una nueva plataforma reúne a artistas que luchan contra la depresión.

Estados Unidos – Aunque el clásico estereotipo del "artista loco" puede ser tan impreciso como el del "artista hambriento", hay que decir que las luchas contra la depresión sí han surgido en el trabajo de muchos artistas y fotógrafos a lo largo de la historia. Vincent Van Gogh, Diane Arbus, y Francesca Woodman son tan solo tres ejemplos de artistas cuyo trabajó se empapó en reflexiones sobre sus demonios internos.

Para Tara Wray la fotografía se convirtió en una forma de tratar eso, y su libro Too Tired for Sunshine, publicado por Yoffy Press a comienzos de este año, fue un manto terapéutico; una imitación de los altibajos de su vida, un vehículo para mantenerla en movimiento en sus momentos más oscuros.

No solo recibió ovación de parte de los críticos, sino también de otros fotógrafos que se identificaron con su escape creativo para sobrellevar los momentos más oscuros de la vida. Una mujer contactó a Wray vía Instagram, y le dijo que empezar a utilizar una cámara le salvó la vida. "Ella empezó a tomar fotos apenas salió de un hospital psiquiátrico", dice Wray. "Dijo que usarla le dio motivos para estar presente en el mundo y también para tener una especie de amortiguador, para sentirse segura. Supe en ese instante que las personas estaban compartiendo cosas muy reales, y que estábamos dentro de algo poderoso".

Wray creó recientemente "The Too Tired Project", que es como una sesión de terapia grupal constantemente accesible, y un sitio web interactivo, una cuenta de Instagram, y un hashtag (@tootiredproject y #tootiredproject), así como un próximo libro que contará las historias de otros fotógrafos y trabajo relacionado con la salud mental.

Al haber luchado con esto en mi propia vida y en mi trabajo, decidí perfilar a seis fotógrafos que contribuyen al proyecto y abordan estos trastornos desde diferentes ángulos. Algunos de ellos realizan trabajos para describir su depresión, mientras otros usan la fotografía como su propia cura para sobrellevar el día, o, como Wray, ofrecen una combinación ilimitada de ambas.

Arielle Bobb Willis

© Arielle Bobb Willis © Arielle Bobb Willis
© Arielle Bobb Willis © Arielle Bobb Willis

Arielle Bobb Willis, radicada en Nueva York, ha luchado contra la depresión desde edad temprana. Desde su adolescencia, ha usado su cámara como una herramienta para afrontarla. Sus fotografías —brillantes, audaces, y coloridas— no son lo que uno esperaría como un tipo trabajo que lidia con la depresión. Ella describe su paleta brillante —como un tratamiento para el Trastorno Afectivo Estacional— como "exigiendo poder y alegría en los momentos de tristeza, confusión o aislamiento".

© Arielle Bobb Willis
© Arielle Bobb Willis

Willis ha desarrollado su propio código para para capturar las muchas capas de la vida, extrayendo referencias de las pinturas clásicas del siglo XX de Jacob Lawrence, así como elementos altamente estilizados de la fotografía de moda contemporánea. Los cuerpos, usualmente con las cabezas cubiertas u obstruidos por franjas de colores primarios —en ocasiones con ropa de gran tamaño— toman formas esculturales. Willis trabaja con tres o más modelos al tiempo y los hace abrazarse, reconfortarse, y mutarse en uno solo. En ocasiones, rota una imagen 90 o 180 grados, aumentando su sentido de caos colorido y dismórfico. "Creo que uno puede ver eso en las fotos", dice Willis, "la tensión entre mis períodos de depresión y la forma en que intento traer más color a mi vida".

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Las locaciones varían de callejones urbanos a terrazas, jardines, y escenarios más rurales a lo largo de la Costa Este, reuniendo no solo los lugares en los que ha vivido —Nueva York, Carolina del Sur, y Nueva Orleans— sino también la tracción metafórica y sin dirección de estar en múltiples estados emocionales en todo momento.

© Arielle Bobb Willis
© Arielle Bobb Willis

Leah Freed

En los últimos años, Leah Freed, radicada en Seattle, ha estado utilizando técnicas tradicionales y alternativas con carretes y químicos del cuarto oscuro para entender mejor y sobrellevar sus luchas diarias con la ansiedad y la depresión. Sus imágenes son abstractas, texturizadas, y oscuras. Estas visualizan el "sentimiento" de gravedad incapacitante de la depresión existencial.

Leah Freed Breath Study 12
Leah Freed Breath Study 12

La reciente exhibición de tesis de Freed, Feeling Bad About Feeling Good About Feeling Bad, presentada en el Photographic Center Northwest de Seattle, proviene de su necesidad obsesiva de realizar trabajo como distracción, que la ayuda a lidiar con los factores estresantes diarios que ella describe como "cosas que merodean y absorben enfoque mental, tiempo, y energía". Es un círculo terapéutico, repetitivo y continuo. En forma de exhibición, una cuadrícula de más de 100 variaciones de accidentes técnicos de negativos de 35mm —cada uno impreso a mano usando química de litio— parece una superficie envejecida de la luna: abierta e impresionante, pero que se derrumba. Freed las anima en un vídeo que incinera lenta y dolorosamente y que te hará llorar con tan solo verlo.

Leah Freed Breath Study 11
Leah Freed Breath Study 11

La serie más prolongada de Freed es Breath Studies, que hace al situar en su pecho una cámara estenopeica cargada con papel sensible a la luz de 4×5 centímetros durante ataques de pánico, y la deja exponerse mientras reúne sus pensamientos, contando hasta diez cada vez. Los resultados son imágenes en blanco y negro, hojas de contacto hechas directamente de sus negativos, que muestran varios niveles de claridad: pedazos de nubes y cielos oscuros mezclándose juntos, e ilustrando el peso del mundo.

© Leah Freed
© Leah Freed

Michael Bach

Michael Bach ahora tiene 58 años y ha sido atormentado por la depresión la mayor parte de su vida. Los estigmas sociales le impidieron reconocerla hasta que tuvo 30 años y sufrió de un colapso nervioso poco después de completar su título de maestría en fotografía. Destruyó todos sus negativos y la mayoría de sus fotos impresas, y juró no volver a trabajar en fotografía, y en cambio comenzó a trabajar como modelo de un artista para ganarse la vida.

© Michael Bach
© Michael Bach

Pero diez años después, algo cambió. Después de tomar antidepresivos, comenzó a ver de nuevo el mundo en términos visuales. "Me encontraba haciendo fotografías mentales en mi cabeza mientras observaba el mundo ante mí", dice Bach. "De repente, el mundo estaba lleno de luz y de posibilidades".

© Michael Bach
© Michael Bach

Después de que los temblores neurológicos detuvieran su trabajo en el modelaje, comenzó a realizar autorretratos cronometrados con una cámara de vista 8×10 para capturarlos. Las imágenes resultantes —tomadas usualmente en sótanos oscuros, o afuera en la noche— son borrosas y caóticas, y —en los límites de lo que la fotografía es capaz de capturar— dan a los espectadores un vistazo de la incomodidad física y emocionalmente cruda, que hacía parte de la experiencia de Bach.

© Michael Bach
© Michael Bach

El reciente debilitamiento físico de Bach limitó su habilidad de disparar y procesar con carretes analógicos, así que se cambió a una pequeña cámara digital de iPhone, que continúa siendo una forma de terapia visual. Las fotografías de iPhone de Bach tienen una onda diferente, más sobre la marcha, que rompen con los parámetros escenificados de su trabajo en gran formato, pero de igual forma, lo ayudan a reconciliarse con su inseguridad diaria, con una honestidad y auto-consciencia brutales.

Ryan Pfluger

En su charla de 2017 en TEDx Pasadena, Ryan Pfluger definió a la fotografía como un "bálsamo para la soledad". Mientras crecía, el fotógrafo batalló contra la depresión, que provino de su vida familiar y de los desafíos tempranos de reconciliarse con su sexualidad. La fotografía se convirtió una forma para afrontar su ansiedad, especialmente durante interacciones sociales. "Nunca he sido el tipo de fotógrafo que se acerca a la gente en la calle o se sumerge dentro de una comunidad", dice Pfluger. "Mis propias ansiedades sociales intervienen en eso". En cambio, cuando se encontraba estudiando en la Escuela de Artes Visuales en Nueva York, usaba Internet para encontrar hombres en Brooklyn para fotografiar, y terminaba utilizando su cámara para facilitar interacciones que de otra forma habrían sido incómodas.

© Ryan Pfluger
© Ryan Pfluger

La cámara se convirtió en una herramienta no solo para interactuar con extraños, sino para reconectarse con su padre ausente en un viaje por tierra a lo largo del país en el que hizo retratos íntimos y emotivos. En una de estas imágenes, Pfluger y su padre se recuestan en camas de hotel separadas y paralelas. Su padre, sin camiseta, tiene la mirada fija en algún lado de sus pensamientos, mientras Pfluger confronta a la cámara y al espectador de frente. Es una imagen innovadora, que no solo da pistas sobre el monólogo interno de Pfluger, sino que también presagia su trabajo venidero.

© Ryan Pfluger
© Ryan Pfluger

Describiéndose a sí mismo como extremadamente introvertido, Pfluger continúa viviendo una vida bastante solitaria, prefiriendo que sus relaciones sean de uno a uno, lo que según él, "puede volverse muy solitario". Como sus primeros trabajos con extraños de Internet y su padre, la fotografía le ha ayudado a Ryan a superar esto a nivel profesional. Canaliza su propia intranquildad en un mecanismo que hace que sus sujetos —ya sean personas comunes posando para un proyecto personal, o celebridades como Tilda Swinton, Cat Power, y Billie Joe Armstrong, o incluso el presidente Barack Obama— se abran. "Es irónico, por supuesto", dice Pfluger "ser principalmente un fotógrafo de retratos, pero en general estar incómodo alrededor de la gente".

© Ryan Pfluger
© Ryan Pfluger

Los viajes recientes de Pfluger en los últimos años le han demostrado que la incomodidad puede ser universal. "Hay un sentimiento innegable de ser incomprendido o de no pertenecer a una comunidad o de no sentir que el hogar de uno está donde debería", dice.

© Ryan Pfluger
© Ryan Pfluger

"Creo que olvidamos cómo la simpleza de los actos, de ser amable con un extraño y tomarse el tiempo de hacerlo sentir especial en una experiencia no transaccional puede realmente significar mucho".

© Ryan Pfluger
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Nathalie Ghanem-Latour

Como Leah Freed, Nathalie Ghanem-Latour utiliza la fotografía como una "ventilación para el estrés": en este caso, desde un espiral descendente y desestabilizante de seis meses de duración. A pesar del éxito de su trabajo cotidiano, la salud mental de la fotógrafa se estaba deteriorando rápidamente y sus relaciones personales estaban sufriendo junto con ella. "Cada día", escribe, "cuestionaba aspectos de mí misma, y me estaba trastornando lentamente". Mientras las revelaciones continuaban, la fotografía y su serie The Six Months la ayudaron a tomar aire y a confrontar su salud mental.

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The Six Months es una colección de escenas sutiles cotidianas de obstrucción que reflejan las continuas barreras mentales de Ghanem-Latour, tomada en medio de los descansos de almuerzo en su trabajo en un barrio remoto y extraño a las afueras de París. En una fotografía, una cuerda rayada al estilo de un bastón de caramelo rojo y blanco se extiende en diagonal sobre un plano de pasto verde recién cortado. Es una ruptura extrañamente geométrica en el encuadre, un detalle brillante y obvio en el paisaje urbano que se interpone en el camino, pero que probablemente pasa inadvertido para el transeúnte cotidiano. Otra fotografía muestra un agujero negro cortado en un arbusto suburbano, tal vez es una señal de los intentos fallidos de la artista de atravesar las paredes emocionales contra las que se enfrenta. En otra imagen, los andamios rodean el busto de una estatua griega, protegiéndola, pero encerrándola.

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Para Ghanem-Latour, estas fotografías son recuerdos de momentos en los que se sintió fuera de lugar en el mundo. "Caminar y tomar fotos era inconscientemente mi forma de lidiar", dice. "En ese breve momento, sentía que finalmente podría soltar y ser yo misma. Con la fotografía, puedo tomar control de lo que me rodea y eso me permite expresarme en formas en que mi ansiedad y timidez no me lo permiten. Me da una voz y me ayuda demostrar mi fuerza en momentos en que no siento que la tengo".

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Joseph P. Traina

Para Joseph P. Traina, quién sufrió de Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad y dislexia gran parte de su vida, la fotografía es una forma de describir la inconformidad con el mundo y dar visibilidad a la depresión y a los traumas de una manera más natural que las palabras. Esto fluye a lo largo de múltiples proyectos, bien sea al recuperarse del fin de un matrimonio, al aprender a entender y a amarse a uno mismo a través de autorretratos duplicados, o al usar la herramienta de transformaciones de rostros de Instagram para representar la dismorfia. Para el fotógrafo, estos proyectos continuos son "una forma de tener control en una vida en la que a veces siento que no tengo control".

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La imagen de portada del nuevo libro de Traina, Lost in Seattle, publicado por Kris Graves Projects a comienzos de este año, podría ser un manto de todo ello. Traina está sentado en un colchón cubierto con un plástico mirando lejos de la cámara, con su cara resaltada por luz natural Hopper-esca, esperando a que algo cambie y sin ningún final a la vista. Otras imágenes capturan el paisaje cambiante de Seattle como un símbolo de la inconformidad de Traina en el mundo. Fotografías de árboles envueltos en redes protectoras de insectos comparten espacio con fotografías interiores de cortinas colgando como sauces llorones.

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Muchas de las imágenes de Lost in Seattle son parte de una serie continua del fotógrafo llamada Be Gentle with Yourself, en la que Traina yuxtapone autorretratos duplicados con imágenes alteradas de su infancia para entender mejor la raíz de todo y aprender a implementar métodos de auto cuidado.

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"Durante este tiempo en mi terapia" dice Traina, "aprendí a escuchar lo que mi niño interior necesitaba para cultivar un lugar sano en el cual crecer, un lugar para ser visible". Muchos de estos retratos —representaciones creadas durante los momentos más bajos de Traina— son formas de retroceder, reflexionar, y procesarlo todo.

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"Yo soy mi enemigo más grande" dice Traina. "A veces bromeo diciendo que nadie me odia más que yo mismo. Es extrañamente reconfortante, ser el mejor en odiarme a mí mismo. Estoy trabajando en ello. Estoy encontrando maneras de amar, y de sentirme amado".

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Publicado originalmente en VICE.com