La esteticista que llevaba una doble vida como capo de la droga

Por Emily Goddard

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La historia de Leanne Duffin, que utilizó su salón de belleza como tapadera para su lucrativo negocio de tráfico de coca y marihuana.

Pocas cosas dignas de mención ocurren en el somnoliento y pintoresco pueblo de Llanrug. Por eso, la vez que un flamante y vistoso Range Rover aparcó frente al Glyntwrog Inn, una brumosa tarde de miércoles de la primavera del año pasado, los parroquianos que estaban fuera disfrutando de su cerveza supieron de inmediato que aquel no iba a ser un día cualquiera. Del vehículo apareció una mujer con el pelo de color rosa eléctrico y dos hombres, uno mucho mayor que ella y el otro bastante más joven.

El trío —Leanne Duffin, de 31; su padre, Brian, de 66 años; y su joven compañero de casa, Jordan Whittle, de 19 años— se sentó a la mesa de aquel típico pub rural en el corazón del noroeste de Gales y pidió la comida. Sin embargo, antes de que los platos salieran de la cocina, varios agentes de la policía secreta irrumpieron en el local y los esposaron a los tres. Los acababan de arrestar por conspirar para suministrar drogas de clase A y B.

"Leanne estaba muy disgustada porque la comida en ese pub era muy cara y acababan de pedirla cuando llegamos nosotros para arrestarla", recuerda Danielle Lilley, detective de la policía de Lancashire. "No paraba de decir: 'No me lo puedo creer. Acabo de pagar por unos platos que ni siquiera nos vamos a poder comer'. Se generó un poco de revuelo en el pub. Estaban todos boquiabiertos. Más tarde se nos iban acercando para decirnos que ya sabían que había algo extraño en ellos. Uno de los parroquianos, un agente de policía fuera de servicio, nos dijo que aquello era lo más emocionante que había ocurrido jamás por allí".

Puede que el arresto sirviera como entretenimiento momentáneo para los clientes del pub y frustrara los planes de la cena de Duffin, pero para Lilley y su equipo supuso un enorme avance, ya que era la culminación de más de un año de operaciones encubiertas. Y es que, además de regentar un conocido estudio de bronceado, Duffin era la líder de uno de los mayores grupos de narcotraficantes en la historia de Chorley, una población mercantil a una hora de camino de Manchester.

“Este es uno de los primeros casos de narcotráfico en el que hemos visto a una mujer como máxima responsable”

"A principios de 2016, la policía recibió las primeras informaciones sobre el tráfico de cocaína y marihuana entre las ciudades de Preston, Chorley, Leyland y otras zonas del municipio de South Ribble. Desde entonces, se había iniciado una investigación para intentar atrapar al grupo.

"Empezamos a recabar información hablando con la gente de la zona y desarrollamos la investigación a partir de ahí", nos cuenta el detective sargento Keith Duckworth, de la unidad de inteligencia de la policía de Chorley. "Íbamos recibiendo retales de información, y cuando dispusimos de suficientes pruebas iniciamos la operación encubierta y empezamos a vigilar los movimientos del grupo".

Pese a las pruebas que se iban acumulando y a todas las actuaciones policiales, la banda de Duffin lograba seguir con su negocio sin ser detectada. La policía sospechaba que habían llegado a un punto en que eran "intocables".

Con Duffin al mando, el grupo continuó distribuyendo droga durante muchos meses, mientras eran vigilados estrechamente por la policía. "Este es uno de los primeros casos de narcotráfico en el que hemos visto a una mujer como máxima responsable y a su padre metido en el ajo, también", explica Duckworth. "No es común. Las escuchas telefónicas demuestran que era Leanne la que manejaba el cotarro, cuando lo habitual es que el líder sea un hombre".

Lilley también asegura que es la primera vez que lleva un caso en que hay una mujer a cargo de un grupo de delincuencia organizada, y que nada en la investigación sugería que la cadena siguiera por encima de Duffin o de que esta recibiera presiones desde arriba. "Por mi experiencia, la persona que desempeña el rol de líder siempre es un hombre", señala. "A veces la novia también está involucrada, pero no toma las decisiones. Este es el primer caso que veo en que es ella la que manda y dirige a los que están por debajo. No me explico por qué toda esa gente quería trabajar para ella. Tiene que ser muy buena vendiendo para enredar a tanta gente".

Algunos de los clientes del Cosmopolitan se mostraron más indignados por saber que ya no podrían seguir usando sus abonos para las máquinas de bronceado que por saber que Duffin manejaba un grupo de venta de droga

El salón de Duffin, el Cosmopolitan, se anuncia con un cartel en color verde y rosa fluorescente y fue un elemento clave para consolidar la imagen de Duffin como emprendedora de éxito. Sin embargo, según la policía, el Cosmopolitan no era más que una tapadera para blanquear dinero.

"Ahí era donde lavaban el dinero", explica Lilley. "Había clientes de verdad. En los registros encontramos los libros de cuentas, y vimos que durante un tiempo sí llevaban un registro de los ingresos, que eran bastante escasos. Leanne no pudo demostrar los ingresos que aseguraba que generaba su negocio, por lo que lo más probable era que todo ese dinero procediera más bien de la venta de droga".

Para elaborar este artículo, intenté contactar con Leanne varias veces a través de dos abogados y un contacto de la policía, pero no obtuve respuesta ninguna de ellas.

Desde la policía aseguran no saber cuánto tiempo estuvo Duffin metida en el negocio del narcotráfico, pero sospechan que se remonta a antes de 2016. En el periodo de 15 meses en los que fue vigilado, su grupo vendió cerca de 4 kg de cocaína —cuyo valor en la calle es de alrededor de 200.000 libras (casi 225.000 euros)— y unos 6 kg de cannabis por valor de 60.000 libras (67.000 euros).

El "considerable" patrimonio de Duffin —en el que se incluye el Range Rover Sport— ha sido requisado y su destino se decidirá en una audiencia que se celebrará el 30 de marzo de 2018. "No me cabe duda alguna de que el coche se lo compró con el dinero de la droga", afirma Lilley.

Por otra parte, la policía está convencida de que difícilmente los clientes del Cosmopolitan podían no estar al tanto de la actividad secundaria de Duffin, ya que había mucha gente en la zona que sabía lo que estaba pasando. Pero no todo el mundo conocía los vínculos del negocio con el mundo del crimen. Los empleados de la cercana Rowlands Pharmacy conocían a Duffin, pero no tenían ni idea de su faceta de narcotraficante. "Venía a horas raras, pero era muy educada", dice uno. "Al menos a mí siempre me ha parecido educada".

Foto: VICE
Foto: VICE

Algunos de los clientes del Cosmopolitan se mostraron más indignados por saber que ya no podrían seguir usando sus abonos para las máquinas de bronceado que por saber que Duffin manejaba un grupo de venta de droga. "Me imagino que no me van a devolver el dinero", se lamentaba una mujer que había comprado varias sesiones de bronceado.

"No me puedo creer que se dedicara a eso. Nunca lo sospeché. Yo iba a su estudio porque tenía camas de colágeno, que es lo único que me va bien para la psoriasis. La tienda estaba un poco descuidada y no tenía cerrojos en las puertas, pero Leanne era muy maja. Un poco excéntrica, a su manera".

Según la policía, su aspecto tan llamativo podría haber ido en su contra, ya que le resultaba prácticamente imposible pasar desapercibida, sobre todo en una población tan pequeña, en la que todo el mundo se conoce y cuchichea. "Su aspecto y su reputación la precedían", explica Lilley. "Tiene un estilo muy característico, siempre viste con pantalones muy cortos y tops. Se la ve llegar a la legua… Además, tiene muchos tatuajes y lleva el pelo de color rosa o blanco chillón. Se cambiaba el color constantemente.

Detrás de su imagen llamativa, Duffin resultaba ser una mujer normal y corriente, muy alejada de la imagen de tipa dura y mafiosa que difundió la prensa británica desde su arresto

"Era muy sociable y extrovertida. Se notaba que la conocía mucha gente por todos los comentarios que tenía en Facebook. Su apariencia y su actitud en las redes sociales llamaban la atención, para bien y para mal".

Pero detrás de esa imagen tan llamativa, Duffin resultaba ser una mujer normal y corriente, muy alejada de la imagen de tipa dura y mafiosa que ha estado difundiendo la prensa británica desde su arresto. "Cuando hablas con ella, ves que es una chica muy sensata", asegura Lilley. "Eso fue algo que me sorprendió. Yo me la imaginaba como una mujer maleducada y escandalosa, cuando en realidad es afable, habladora y muy modesta. Una persona normal, vamos".

Tal vez fuera precisamente su carisma lo que atrajo a las personas que formaban su equipo. Además de su padre y de Whittle —quien, según la policía, no tiene familia y probablemente se sentía acogido en la banda—, el grupo estaba formado por Geri Treadwell, de 51 años y por Kevin, de 51. Whittle y Treadwell se encargaban de realizar las entregas y las transacciones, mientras que Hewitt proporcionaba el piso franco en el que guardar la mercancía.

El registro de la vivienda de Hewitt en 2016 reveló la existencia de una maleta cerrada con código de seguridad que contenía un tercio de kilo de benzocaína, una sustancia con la que se corta la cocaína, así como una pequeña cantidad de cocaína, cannabis, tarjetas SIM, teléfonos móviles y básculas de precisión. Los forenses dijeron que el maletín pertenecía a Duffin y a su padre. La policía también requisó un teléfono Nokia barato que contenía mensajes de texto con la oferta de la casa: un gramo de coca por 40 libras, tres por 100 o nueve por 200.

Leanne Duffin y su salón de belleza, Cosmopolitan
Leanne Duffin y su salón de belleza, Cosmopolitan

Pasarían otros ocho meses hasta que se produjera el descubrimiento definitivo: un teléfono que le habían requisado a Duffin usaba el mismo número que el teléfono de prepago hallado en el piso franco, el mismo número que había estado activo desde el principio de la investigación.

El día de los arrestos, en mayo de 2017, la policía se presentó en el domicilio de Duffin, en Standish, pero ella no estaba. La localizaron en Gales, donde se había comprado una caravana en una especie de camping de lujo.

El sitio, Brynteg Holiday Homes, se anuncia en su sitio web como un paraje "enclavado en las colinas de Snowdonia […] Deja el estrés de la vida diaria en casa y disfruta de tu estancia […] Lo suficientemente cerca para hacer una escapada improvisada de fin de semana, pero lo suficientemente apartado como para que puedas relajarte y desconectar". Y por lo que parece, no lo suficientemente lejos como para escapar de una investigación policial. "Leanne dijo que no podía creerse que la hubiéramos seguido hasta Gales", recuerda Lilley.

Duffin no opuso resistencia: se entregó tranquilamente e incluso tuvo una "charla de chicas" con las agentes durante el camino de vuelta a Lancashire. "Hablamos de su vida", explica Lilley. "Me habló de cuando bailaba, porque antes era bailarina. También me contó con quién estaba saliendo… en fin, cosas por el estilo. También habló de un exnovio con quien tuvo una relación complicada. La misma historia que te puede contar cualquier otra chica de su edad".

Duffin, a quien los agentes de la policía definieron como "una niña de papá", se mostró muy preocupada por el arresto de su padre. "Su padre lo era todo para ella", señala Lilley. "Estaba muy afectada por que lo hubiéramos arrestado y no paraba de decirnos: 'Por favor, cuidad de él, que tiene problemas de salud; y ¿le podéis dar la medicación? Por favor, aseguraos de que esté bien'".

Duffin permaneció en prisión preventiva desde ese día y luego fue condenada a ocho años de prisión. En noviembre de 2021 podrá optar al régimen de libertad condicional. A su padre lo condenaron a seis años de cárcel y a Whittle a tres años y ocho meses. Treadwell recibió una condena de cuatro años, y Hewitt a otra de 12 meses.

"No puedes pretender pasar desapercibida para siempre", dice Lilley. "Llegará un punto en que se enterarán, y la policía se mueve para meter en la cárcel a la gente que trafica con droga".

Publicado originalmente en VICE.com