¿Por qué la unión entre moda deportiva y arte es ya algo eterno?

Por Anastasiia Fedorova; traducido por Eva Cañada

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Franziska Aigner and Eliza Douglas in Anne Imhof’s Angst II, Nationalgalerie at Hamburger Bahnhof – Museum für Gegenwart – Berlin, 2016 © Photo: Nadine Fraczkowski
Franziska Aigner and Eliza Douglas in Anne Imhof’s Angst II, Nationalgalerie at Hamburger Bahnhof – Museum für Gegenwart – Berlin, 2016 © Photo: Nadine Fraczkowski

Desde FKA Twigs a Alex Baczynski-Jenkins, una generación de artistas está abrazando la omnipresencia de la ropa deportiva para criticar y explorar el mundo en que vivimos.

Difícilmente existe una obra de arte que refleje el estado mental actual con mayor precisión que Angst II, de Anne Imhof. Ubicada en un vasto vestíbulo lleno de niebla del Hamburger Bahnof de Berlín, la segunda mitad de su ópera fue orquestada para drones, halcones y un grupo de artistas del performance.

Vagando entre el público, estos intérpretes se mostraban distantes y bellos. Realizaron un patrón de coreografía, toques y distanciamiento que solo ellos conocían. La visión resulta difícil de olvidar y no solo por la gran escala de la obra y el innovador lenguaje artístico, sino también porque resultaba perturbadoramente fácil identificarse con los artistas. Eran igual que nosotros, sumidos en una bruma dentro de un mundo que se desmorona, con la señal de los teléfonos móviles como única guía.

La ropa desempeñó un papel fundamental a la hora de crear esta sensación de familiaridad. Entre los restos formados por sacos de dormir, latas de Pepsi y bongs, los intérpretes vestían pantalones de chándal y camisetas, ropa deportiva sin marca (ocasionalmente mostrando el logo de adidas o el de Nike) y algo de camuflaje o ropa vaquera.

Anne Imhof no es la única artista que está empleando los códigos de la ropa deportiva como vía para reflexionar sobre quiénes somos y adónde nos dirigimos. Los intérpretes que actuaron bajo las órdenes de Alex Baczynski-Jenkins —que mostró su proyecto The tremble, the symptom, the swell and the hole together en la galería Chisenhale el pasado marzo― adoptaron rasgos estéticos similares.

A través de la danza, el sonido y los gestos, los intérpretes de Baczynski-Jenkins exploraron actividades queer mundanas y coreografías sociales mientras llevaban camisetas viejas, pantalones de chándal y zapatillas, además de pantalones vaqueros desgarrados y camisas de franela. Ropa para mezclarse con la gente, ropa que pasa desapercibida. Ropa que elimina la distancia entre el intérprete y el público.

Es posible que las obras de Imhof y de Baczynski-Jenkins desencadenen involuntariamente algunos recuerdos. Probablemente todos nosotros hayamos tenido un par de Huaraches o una chaqueta Adidas Firebird. O quizá alguna vez nos enamoramos de alguien que llevaba estas prendas, o las llevaban nuestros mejores amigos. O, como mínimo, nos hemos visto rodeados de imágenes comerciales de estos productos.

Podría argumentarse que los artistas contemporáneos del performance eligen la ropa deportiva simplemente por la misma razón que la elige mucha otra gente: es cómoda, está diseñada para facilitar el movimiento y es muy fácil de encontrar. Sin embargo, estos artistas no han elegido ropa para atletas profesionales. En sus performances encontramos prendas amplias, confortables y desgastadas que pueden llevarse tanto a una rave como en casa, a la escuela de arte o a la inauguración de una galería.

La obra trata sobre el cuerpo en su relación con la modernidad y, por lo tanto, sobre la juventud urbana. Es decir, sobre nosotros. Sobre el sexo, el baile, las calles, el running por las mañanas, las tardes sin hacer nada, tumbados sobre el sofá con un portátil sobre las rodillas.

Alex Baczynski-Jenkins, The tremble, the symptom, the swell and the hole together (2017). Producido y comisariado por la Chisenhale Gallery, Londres. Cortesía del artista. Fotografía Mark Blower
Alex Baczynski-Jenkins, The tremble, the symptom, the swell and the hole together (2017). Producido y comisariado por la Chisenhale Gallery, Londres. Cortesía del artista. Fotografía Mark Blower

La ropa deportiva actualmente no es solo la elección diaria más común para la gente joven de las grandes ciudades, sino que también es el uniforme del mundo capitalista tardío en que vivimos. Las ciudades que habitamos están cubiertas de carteles que anuncian a las compañías de ropa deportiva globalmente dominantes. Nuestros cuerpos ―seamos deportistas profesionales o simplemente gente vaga normal― también se convierten gradualmente en espacios capitalistas cubiertos de marcas. Podemos elegir ignorarlo, sentir culpa consumista, llevar ropa sin marca o sentirnos inspirados. Pero nos guste o no, la ropa deportiva sigue influyendo inevitablemente en nuestra expresión creativa y nuestra mentalidad.

La épica campaña de FKA Twigs para Nike, lanzada a principios de este año, ha elevado la narrativa de los anuncios de ropa deportiva hasta convertirla en una batalla espiritual. Sugiere que el lenguaje visual de los anuncios de ropa deportiva no solo gira en torno a vender el producto (aunque sí gira en torno a vender el producto), sino que también gira en torno a la creatividad y la imaginación, y quizá incluso en torno al empoderamiento, el feminismo, la actitud positiva hacia la imagen corporal y la diversidad. Cuando el capitalismo se apropió del lenguaje del arte y el activismo, los artistas respondieron apropiándose de las marcas, de su estética y de la obsesión que generan.

Bjarne Melgaard, The Casual Pleasure of Disappointment. Fotografía Andre Herrero
Bjarne Melgaard, The Casual Pleasure of Disappointment. Fotografía Andre Herrero

Esa obsesión se sitúa en el centro mismo de The Casual Pleasure of Disappointment, de Bjarne Melgaard, una reciente exposición nacida de la intersección del lujo, la ropa deportiva y los cambiantes deseos de los críos que coleccionan prendas solo para impresionar. Todos estamos familiarizados con las colas de 72 horas para comprar las últimas zapatillas de Yeezy, con la intrincada dinámica de la cultura de los amantes de las zapas y con lo competitiva que puede volverse tras el último lanzamiento de Supreme.

Para la inauguración de la exposición de Bjarne en el Red Bull Arts de Nueva York, el artista proclamó que iba a regalar en torno a 420.000 euros en ropa procedente de su colección personal de ropa deportiva. Por supuesto, aquello creó una cola inmensa y un caos total. Melgaard también creó nuevas prendas satirizando el lenguaje visual de esas mismas marcas de ropa deportiva de culto, adornándolas con eslóganes como "Ahora soy un diseñador de moda", "Libre de contenido" y "Odio a Rihanna".

Cuando la ropa deportiva se convierte en un nuevo medio para el arte, existen diferentes maneras de enfocarlo. Para LIFE SPORT —un colectivo con sede en Atenas y Berlín―, los pantalones de chándal grises se han convertido en una obra de arte, una forma de conectar con la comunidad local y una fuente de financiación.

"Hemos creado un único producto, un par de pantalones de chándal grises, como muestra de participación en el mercado del arte para ayudar a recaudar dinero para artistas y exposiciones", explica el colectivo. "El producto se desarrolló a partir de la sencilla observación de que mucha gente lleva pantalones de chándal, especialmente en Atenas, y también a partir de nuestros pantalones de chándal favoritos, tras descubrir que habían sido fabricados en Grecia en los 90 antes de que Nike abandonara el país para producir en otros lugares cuya mano de obra es más barata.

Trabajar con fabricantes locales en Atenas es mucho más inclusivo y nos permite formar parte del paisaje local de minoristas de nuestro barrio. No es necesario que la gente esté interesada en nuestras exposiciones para comprar pantalones de chándal".

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El mensaje inclusivo va incluso más allá: los pantalones de chándal son una prenda que desafía el género, la edad y el estatus social. A través de la obra de LIFE SPORT, algunos de los peores aspectos de la globalización se convierten en armas empoderadoras de unidad y resistencia. "Rápidamente reconocimos los pantalones de chándal como una prenda de comodidad, ocio y relajación, pero también como un elemento de resistencia", añaden. "Los pantalones de chándal pueden simbolizar la furia. El elemento crítico de los pantalones de chándal hechos en Grecia es definitivamente parte integrante de LIFE SPORT, pero seguimos estudiando y aprendiendo de quienes llevan pantalones de chándal en todo el mundo".

Al final, la mayoría de pantalones de chándal y zapatillas que todos poseemos se parecen bastante. Pero en lo que respecta a la resistencia artística, no se trata de qué posees, sino de qué haces con ello.

Publicado originalmente en VICE.com

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