Las cosas más locas que la gente ha hecho borracha en un avión

Por VICE Staff

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‘La boda de mi mejor amiga’, Universal Pictures
‘La boda de mi mejor amiga’, Universal Pictures

Sedar a bebés y tomar metacualona a 10.000 metros de altura.

A pesar de que el lugar no invita a ello —luces brillantes, mucha gente y todo monitorizado por un gran equipo de seguridad—, a la gente le encanta emborracharse en los aeropuertos y en los aviones.

Quizás lo hagan para poder soportar el horror que supone tener que sentarse encima de una mochila en la puerta de una tienda de recuerdos cutres, o simplemente para hacer más ameno el trauma existencial de volar dentro de un gran tubo metálico. Sea cual sea la razón, volar borracho es tan habitual como las instrucciones de seguridad en los vuelos.

Pero, ¿qué pasa cuando nos pasamos de la raya con las borracheras? La BBC llevó a cabo una investigación sobre la gente que se emborracha en los aviones, en la cual también explica que el número de pasajeros arrestados por delitos relacionados con el alcohol ha aumentado un 50 por ciento en un año.

Yo creo que la locura más grande que he hecho borracho en un avión ha sido escuchar Hot Fuss tres veces seguidas, pero he visto cosas mucho peores.

Por ejemplo, la fauna que coge los vuelos a Ibiza, gente haciendo gimnasia en los pasillos a las dos de la tarde en un vuelo a Croacia, o maduritos enrollándose a medianoche en un vuelo a Nueva York. En el cielo no hay normas, es todo una locura, las latas de Heineken valen cuatro euros y pico, y aceptamos tarjeta de crédito.

Pedimos a varias personas para que nos contaran sus mejores (o peores) historias de borrachera en un avión.

Martin, 27 años

Yo iba de camino a Austin, en Texas, con un amigo y nuestro plan era pasar un par de días en el festival SXSW. Su exmujer es mexicana, así que condujimos hasta Ciudad Juárez y pasamos dos días allí.

Él consiguió pasar algo de coca en el control, y antes ya nos habíamos bebido una botella de champán en el Wetherspoons y comprado una de whisky para beberla en el avión. Así que, lógicamente, cuando despegamos nos empezamos a emocionar demasiado y decidimos prepararnos para la ocasión.

Conocimos a unos chicos irlandeses que llevaban un sobre con pastillas de farmacia y empezamos a charlar con ellos. Pensamos que si les ofrecíamos un par de rayas, quizás harían un trato con nosotros y nos darían un par de esas pastillas para poder dormir el resto del vuelo.

Conocimos a unos chicos irlandeses que llevaban un sobre con pastillas de farmacia y empezamos a charlar con ellos

Estaban sentados estratégicamente al lado del baño, nos unimos a ellos y, después de tomarse algunas, nos ofrecieron un par. Resultó que eran de metacualona sintética. Nos dijeron que eran bastante fuertes y que era mejor que nos tomáramos solo media. Pero, sin pensarlo dos veces, nos tragamos una entera y volvimos a nuestros asientos.

Solo recuerdo quedarme dormido. Luego me desperté y el avión estaba aterrizando. En ese mismo instante, avisaron por megafonía de que el desembarque se realizaría con retraso porque tenían que llevarse arrestadas a dos personas del avión.

Nos miramos el uno al otro y nos pusimos a reír, pensado en que los chicos irlandeses se habrían flipado más de la cuenta. Entonces nos dimos cuenta de que el copiloto había salido de la cabina y la policía venía hacia nosotros. Nos sacaron del avión. Tampoco fue tan grave, yo creo que dimos la impresión de estar muy arrepentidos, pero a mí me preocupaba que no pudiéramos coger el vuelo de vuelta.

En ese mismo instante, avisaron por megafonía de que el desembarque se realizaría con retraso porque tenían que llevarse arrestadas a dos personas del avión

A pesar de todo, nos salió bien la jugada porque nos evitamos todas las colas de recogida de equipaje, pasamos el control de seguridad, y nos encontramos con nuestros amigos, que llevaban confeti, lo cual no ayudó demasiado a calmar la desesperación que teníamos.

Dos años después, me encontré con un amigo que había ido en ese vuelo, en primera clase. Al parecer, nos sentamos en las primeras filas del avión, saltamos en una cama de primera clase y la rompimos, y la azafata nos enseñó a fumar cigarrillos sin que nos pillaran. Fue guay poder completar esas lagunas.

Tom, 23 años

Iba en un vuelo a España. Había bebido un poco pero luego también había dormido bastante. Como seguía grogui, me fui al baño para lavarme las manos.

Empecé a apretar el botón que pensaba que era del jabón, porque el dibujo parecía el de un hombre echándose jabón en las manos. Como estaba tan seguro, apreté el botón unas cuantas veces pero no salía nada. Repetí la acción una y otra vez.

Fuera había cuatro azafatas horrorizadas, preguntándome si estaba bien, y el resto del avión mirándome

Como estaba borracho y dormido al mismo tiempo, empecé a desesperarme y seguí golpeando el botón como un loco, intentando adivinar dónde estaba el jabón. Escuché el "ding-dong" que suena cuando la gente pide ayuda fuera, pero no le di demasiada importancia.

En ese momento empezaron a golpear la puerta exageradamente. Yo pensé que sería simplemente alguien que quería usar el baño e intenté hacer oídos sordos, pero, lógicamente, la intensidad de los golpes fue en aumento, hasta que un miembro de la tripulación abrió la puerta a la fuerza.

Fuera había cuatro azafatas horrorizadas, preguntándome si estaba bien, y el resto del avión mirándome. Había estado apretando el botón de emergencia.

Sarah, 27 años

Yo no suelo beber mucho en los aviones porque el alcohol me sube muy fácilmente y no quiero llegar al control borracha y que me hagan esperar a un lado (cabe decir que tengo un apellido un tanto gracioso).

Pero hice una excepción hace un par de años en un vuelo de larga distancia y me tomé dos botellas pequeñas de gin tonic. Es que eran tan bonitas… Gracias a eso, tuve mi primera experiencia de ponerme a llorar en un vuelo, lo cual fue un descubrimiento curioso.

Gracias a eso, tuve mi primera experiencia de ponerme a llorar en un vuelo

Sucedió mientras veía Sexo en Nueva York 2, que no solo es una de las peores películas que he visto nunca desde una perspectiva técnica, sino también una de las más ofensivas, aparte de los capítulos de Birth of America que nos ponían en clase de historia.

En Sexo en Nueva York 2 se hacen muchos chistes sobre el burka, y también se ve el momento épico en que Samantha tira condones a la multitud en Abu Dhabi y grita algo así como, "SÍ, YO TENGO SEXO, ¿Y QUÉ?", con el objetivo, en mi opinión, de demostrar que era una mujer occidental con poder. En algunos momentos me puse a llorar de verdad, sobre todo al final, Mr. Big le da a Carrie su alianza. No podía más. Entonces, el chico que se sentaba a mi lado se levantó y se fue al baño, supongo que para dejarme vivir el momento.

Imagen vía usuario de Flickr Petrr
Imagen vía usuario de Flickr Petrr

Jonny, 31 años

Imagínate que te tiras un pedo en una habitación. De repente, una luz de neón se enciende al lado de tu silla y te indica que has sido tú. El pedo ha sido tan fuerte que los que están a tu lado se quedan en estado de shock . El olor persiste y se vuelve más intenso por segundos. Ahora, imagina que la habitación está cerrada y que te dicen que no la abrirán en once horas.

Finalmente, imagina que dicha habitación está volando a unos diez mil metros de altura. En ese caso, sentirías algo muy parecido a como cuando tu bebé se pone a llorar en el avión un buen rato. El cansancio y la incomodidad que te provoca el llanto de tu hijo no es nada en comparación con la vergüenza que sientes. En esos momentos, estás seguro de que el resto de pasajeros está pensando que eso pasa porque te faltan capacidades básicas de padre.

Orgulloso de mi gran ocurrencia, y gracias a un par de maniobras, engañé a la abuela para que drogase a los bebés ella misma con sus biberones

Por esa misma razón, estaba más que preparado para administrar un sedante, no demasiado fuerte, a nuestros dos hijos en un inevitable viaje a Sudáfrica. Eso no me hacía peor persona, sino más pragmático. Pero mi suegra no estaba de acuerdo conmigo. Ella lo veía como una ofensa contra el estoicismo con el que tanto los padres como el mundo en general debería sufrir los llantos de los niños. Cada vez que lo intentaba, ella saltaba. En verdad lo único que me decía era, "Uf, no deberías hacer eso".

Así que me senté y me sobé mientras los dos bebés seguían llorando. Luego, una de las azafatas me sirvió muy amablemente un par de botellines de Johnny Walker y, entonces di con la solución. Orgulloso de mi gran ocurrencia, y gracias a un par de maniobras, engañé a la abuela para que drogase a los bebés ella misma con sus biberones.

Drew, 24 años

Iba en un vuelo a Grecia, yo solo, y la verdad es que suelo ponerme nervioso cuando monto en avión. Estaba sentado cerca de una pareja joven que llevaba un bebé, al cual decidieron sentar a mi lado. Bebí tanto para calmar mis nervios que tuve que correr a vomitar al baño justo después de despegar. Llevábamos dos horas de vuelo y yo ya estaba hecho polvo, pero el bebé seguía tirándome cosas y me estaba poniendo de los nervios, porque no se me da nada bien tratar con niños. Seguí bebiendo con la esperanza de relajarme y llevarme bien con esa familia.

Casi no podía hablar pero pedí más bebida, la eché en el vaso, y fui a buscar algo de mi maleta, con la mesita todavía bajada. El vaso se cayó y empapó al bebé. Vamos, lo empapó de sidra, pero a mí casi ni me salpicó. El resto de la familia, que estaban en otros asientos, vinieron y alucinaron. Dijeron cosas como, "¿Qué ha pasado?" o "Me parece que bebido suficiente, ya". El bebé seguía llorando, así que se lo fueron pasando de familiar en familiar y yo allí me quedé, incapaz siquiera de disculparme, muerto de vergüenza. Fue horrible.

Publicado originalmente en VICE.com