Martial LawSouth KoreaPolitics and GovernmentYoon Suk-yeolImpeachmentLegislatures and ParliamentsLaw and Legislation
Un día después de declarar --y luego retirar-- la ley marcial, el presidente Yoon Suk Yeol quedó políticamente aislado y muchos se preguntan sobre su futuro en el liderazgo.
Para Yoon Suk Yeol, el presidente impopular de Corea del Sur, las cosas parecían empeorar cada día que pasaba. Miles de médicos llevaban casi un año en huelga para resistirse a sus reformas de salud. La oposición en el Parlamento presionó repetidamente para que se investigara a su esposa, así como para que se impugnara a los miembros de su gabinete, acusándolos de corrupción y abuso de poder. Y los legisladores bloquearon muchos de los proyectos de ley y nombramientos políticos de Yoon.
El martes por la noche, Yoon tomó una medida desesperada, su apuesta política más osada, que dijo estar impulsada por la frustración y la crisis. En un sorpresivo discurso televisado a todo el país, declaró la ley marcial, el primer decreto de este tipo en el país en décadas. La medida prohibió todas las actividades políticas, las reuniones civiles y las "noticias falsas", en lo que denominó un intento de salvar a su país de las "fuerzas pronorcoreanas" y "antiestatales".
Pero terminó casi tan abruptamente como había empezado.
Miles de ciudadanos salieron a la calle coreando "¡Impugnen a Yoon Suk Yeol!". Los legisladores de la oposición escalaron los muros de la Asamblea Nacional mientras los ciudadanos hacían retroceder a la policía. Los ayudantes parlamentarios utilizaron muebles y extintores para impedir que los paracaidistas armados entraran en la sala principal de la Asamblea. Dentro, los legisladores, entre los que había miembros del Partido del Poder Popular del propio Yoon, votaron unánimemente a favor de derogar la ley marcial. Seis horas después de declararla, Yoon volvió a aparecer en televisión, esta vez para retractarse de su decisión.
Fue la ley marcial más breve y extraña de la historia de Corea del Sur, que había tenido su ración de golpes militares y periodos de ley marcial antes de convertirse en una democracia vibrante tras la dictadura militar que terminó a finales de la década de 1980.
Al final, empujado por su propia impulsividad y rodeado de un pequeño grupo de iniciados, que rara vez decían que no a un líder conocido por sus arrebatos de ira, Yoon se disparó en el pie, según un antiguo ayudante y analistas políticos. Ahora su futuro político está en la guillotina, llevando a uno de los aliados más importantes de Estados Unidos en Asia a la agitación política y dejando a muchos surcoreanos en estado de shock.
El miércoles, los partidos de la oposición, que controlan el poder legislativo, presentaron un proyecto de ley de destitución después de que Yoon no respondiera a su exigencia de que dimitiera porque su declaración de la ley marcial había sido inconstitucional. Una editorial del principal diario conservador Chosun Ilbo, que a menudo se ha mostrado amistoso con Yoon, lo acusa ahora de "insultar" a la democracia surcoreana. Los surcoreanos no habían visto a su líder declarar la ley marcial desde que el dictador militar Chun Doo-hwan la utilizó para hacerse con el poder en 1979 y masacrar posteriormente a estudiantes prodemocráticos.
"La mejor opción que tiene Yoon ahora es dimitir", dijo Sung Deuk Hahm, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Kyonggi, al oeste de Seúl. "Por trágico que parezca, lo ocurrido durante la noche ha demostrado la resistencia y durabilidad de la democracia surcoreana".
Yoon no respondió inmediatamente a la exigencia de la oposición. El miércoles, todos los altos ayudantes de Yoon presentaron su dimisión a Yoon, dejándolo más aislado que nunca. Los analistas se mostraron escépticos sobre el futuro político de Yoon.
"No creo que pueda terminar su mandato de cinco años", dijo Kang Won-taek, politólogo de la Universidad Nacional de Seúl.
El miércoles, la oficina de Yoon dijo que la decisión del presidente de declarar la ley marcial era una medida inevitable de acuerdo con la Constitución para "restaurar y normalizar el estado de cosas" de la parálisis política.
Yoon se ha sentido cada vez más abatido en los últimos meses, sobre todo por la escalada de escándalos que lo rodean a él y a su esposa y por la incesante presión política de la oposición, dijo Hahm, quien conoce a Yoon desde antes de su elección.
"Las cosas se han vuelto demasiado para él", dijo Hahm. "Se volvió mentalmente inestable por la presión política".
Yoon estaba rodeado de un puñado de ayudantes, entre ellos exgenerales del ejército, que no estaban acostumbrados a cuestionar las decisiones de su jefe, dijo un exayudante presidencial de Yoon que accedió a hablar del estilo de liderazgo del presidente a condición de no ser identificado. Ese pequeño círculo planteó dudas sobre el grado de preparación de Yoon para la ley marcial.
El exayudante presidencial dijo que, en cuanto se enteró de la declaración de la ley marcial, llamó a contactos de la oficina de Yoon y de otras ramas del gobierno. Pero ninguno de ellos sabía de antemano lo que se avecinaba, dijo.
Incluso altos dirigentes del partido de Yoon dijeron que se enteraron de la declaración a través de los medios de comunicación. Kim Byung-joo, legislador de la oposición y exgeneral, declaró el miércoles a MBC Radio que cuando llamó a los generales del ejército cerca de la frontera con Corea del Norte, ninguno de ellos sabía lo que estaba ocurriendo. Los paracaidistas movilizados para ocupar la Asamblea Nacional no mostraron nada de la decisión y brutalidad que emplearon sus predecesores en la represión de 1980 contra los activistas prodemocráticos, cuando murieron cientos de ellos en la ciudad meridional de Gwangju durante el periodo de ley marcial de Chun. El miércoles, los soldados se retiraron pacíficamente después de que la Asamblea votara a favor de revocar la medida de Yoon.
Algunos legisladores de la oposición y comentaristas de las redes sociales especularon con la posibilidad de que Yoon estuviera preparando la ley marcial cuando nombró ministro de Defensa a Kim Yong-hyun, su principal guardaespaldas y exgeneral del ejército, en septiembre. Pero los miembros de su gobierno calificaron la idea de teoría conspirativa, y no mucha gente se la tomó en serio.
Antes de ser catapultado a la carrera presidencial en 2022, Yoon era un neófito político. Era un fiscal estrella que había utilizado la ley para ayudar a encarcelar a dos expresidentes, y estaba acostumbrado a una cultura estrictamente verticalista.
Ganó las elecciones por un estrecho margen, en gran parte gracias al descontento de la población con su predecesor, Moon Jae-in. Pero, desde el principio, planteó grandes ambiciones, aparentemente reclamando un legado como creador de cambios en un sistema político estancado.
Yoon devolvió a Corea del Sur a la senda de la energía nuclear, estrechó lazos con Japón y amplió la cooperación militar con Estados Unidos y Japón al tiempo que adoptaba una línea más dura contra Corea del Norte.
Pero poco de su agenda interna ha funcionado. En las elecciones parlamentarias de este año, sus oponentes lograron un control aun mayor en la Asamblea Nacional. Su gobierno fue acusado de utilizar a los fiscales y las investigaciones penales para intimidar a los líderes de la oposición y tomar medidas enérgicas contra los medios de comunicación a los que acusó de difundir "noticias falsas". Su índice de aprobación cayó en picado hasta situarse en torno al 20 por ciento, ya que vetó repetidamente las exigencias de la oposición de que se realizaran investigaciones independientes sobre las acusaciones contra su esposa, Kim Keon Hee. La oposición también impuso grandes cambios en sus propuestas presupuestarias para el próximo año.
Los analistas políticos solían calificar a Yoon de "líder tribal" por su afición a nombrar a amigos leales entre antiguos fiscales y compañeros de instituto para puestos militares y gubernamentales clave.
Uno de ellos era Han Dong-hoon, fiel lugarteniente de Yoon cuando era fiscal general. Como presidente, Yoon nombró a Han ministro de Justicia y más tarde lo ayudó a convertirse en jefe de su partido gobernante. Pero riñeron por diferencias sobre cómo tratar las acusaciones contra la primera dama.
Llegaron a disgustarse tanto que Yoon consideraba a Han un traidor, según antiguos ayudantes y medios de comunicación locales.
"Debió de sentir que estaba rodeado de enemigos y que debía tomar una decisión audaz", dijo Ahn Byong-jin, politólogo de la Universidad Kyung Hee de Seúl. "Pero es alucinante que no supiera cómo lo recibirían la Asamblea Nacional y el pueblo".
Hahm, el profesor, dijo que Yoon era un hombre impulsivo rodeado de "ayudantes aduladores". Cuando se reunió con el presidente tras laaplastante derrota de su partido en las elecciones parlamentarias de abril, le sorprendió que Yoon se hubiera vuelto más "obstinado y hablador", dijo Hahm.
Yoon parecía vivir con emociones contradictorias, dijo Hahm. Por un lado, rebosaba optimismo de que las cosas saldrían bien casi milagrosamente, como en su carrera anterior. Por otro, temía acabar siendo un presidente fracasado sin ningún legado positivo del que hablar, un resultado que parecía garantizado al recurrir al ejército contra sus oponentes el martes por la noche.
"Creo que esas dos emociones se han combinado para llevarlo a tomar esta decisión", dijo.
Choe Sang-Hun es el jefe de la corresponsalía de The New York Times en Seúl. Cubre noticias de Corea del Norte y del Sur. Más de Choe Sang- Hun