Después de repartir préstamos enormes, China ahora rescata países

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Especial para Infobae de The New York Times.

PEKÍN — Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, el Fondo Monetario Internacional y Estados Unidos han sido los prestamistas de última instancia del mundo y cada uno ha ejercido una gran influencia sobre la economía mundial. Ahora ha surgido un nuevo peso pesado de los préstamos de emergencia para países agobiados por la deuda: China.

Nuevos datos muestran que China está otorgando cada vez más préstamos de emergencia a países como Turquía, Argentina y Sri Lanka. China ha ayudado a países que tienen importancia geopolítica, como una ubicación estratégica, o muchos recursos naturales. Muchos de ellos desde hace años le han pedido fuertes préstamos a Pekín para pagar infraestructura u otros proyectos.

Aunque China todavía no está a la altura del FMI, lo está alcanzando con rapidez, tras otorgar 240.000 millones de dólares de financiamiento de emergencia en años recientes. China dio 40.500 millones de dólares en préstamos de este tipo a países en apuros en 2021, según un nuevo estudio que realizaron expertos estadounidenses y europeos con base en estadísticas de AidData, un instituto de investigación de William and Mary, una universidad de Williamsburg, Virginia. China otorgó 10.000 millones de dólares en 2014 y nada en 2010.

En comparación, el FMI prestó 68.600 millones de dólares a países en apuros financieros en 2021, un ritmo que se ha mantenido bastante estable en los últimos años salvo por un salto en 2020, al comienzo de la pandemia.

En muchos sentidos, China ha remplazado a Estados Unidos en el rescate de países endeudados de ingresos bajos y medios. El último préstamo importante de rescate del Tesoro de Estados Unidos a un país de ingresos medios fue un crédito de 1500 millones de dólares a Uruguay en 2002. La Reserva Federal sigue otorgando financiamiento a corto plazo a otros países industrializados cuando necesitan dólares adicionales durante unos días o semanas.

La posición emergente de China como prestamista de última instancia refleja su estatus evolutivo como superpotencia económica en un momento de debilidad mundial. Decenas de países tienen dificultades para pagar sus deudas, pues la desaceleración de la economía y el aumento de las tasas de interés ponen a muchas naciones al borde del abismo.

El FMI también ha intensificado sus propios rescates en las últimas semanas, en respuesta a la guerra de Rusia en Ucrania y a las secuelas de la pandemia. El martes pasado, el FMI llegó a un acuerdo preliminar para prestarle 15.600 millones de dólares a Ucrania, un día después de que su consejo aprobó un préstamo de 3000 millones de dólares a Sri Lanka.

El nuevo papel de Pekín también es una consecuencia de la Iniciativa del Cinturón y la Ruta de la Seda, el proyecto insignia de Xi Jinping, el máximo líder chino, para desarrollar lazos geopolíticos y diplomáticos mediante esfuerzos financieros y comerciales. China les ha prestado 900.000 millones de dólares a 151 países de ingresos bajos de todo el mundo, principalmente para la construcción de carreteras, puentes, presas hidroeléctricas y otras infraestructuras.

Las autoridades estadounidenses han acusado a China de incurrir en una “diplomacia de trampa de la deuda” que les endilga a los países una deuda excesiva para proyectos de construcción que realizan empresas chinas a menudo con ingenieros chinos, trabajadores chinos y equipo chino. Las autoridades de Pekín sostienen que han construido infraestructura muy necesaria de la que Occidente habló durante décadas pero que nunca llevó a cabo.

A diferencia de muchos prestamistas de países en desarrollo, las instituciones financieras controladas por el Estado chino en esencia otorgaron préstamos a tasas de interés ajustables. Los pagos de muchos de estos préstamos se han duplicado en el último año, lo cual ha puesto a muchas naciones en una difícil situación financiera. Por su parte, China culpa al banco central estadounidense, la Reserva Federal, de presionar a los países con el aumento de las tasas de interés.

El banco central de China les está ofreciendo los otros préstamos de emergencia a tasas de interés bastante altas a Laos, Pakistán, Nigeria, Surinam y otros países con problemas económicos. Los bancos que posee el Estado chino enfrentarán pérdidas si Pekín no rescata a sus prestatarios, pero pueden beneficiarse si otros países consiguen mantenerse al día en el pago de su deuda.

China cobra tasas de interés un tanto elevadas, por lo general del cinco por ciento, por los créditos de emergencia que otorga a los países de ingreso medio en dificultades. Según el nuevo estudio, esta cifra contrasta con el dos por ciento de los préstamos del FMI.

El Tesoro de Estados Unidos cobró casi el mismo tipo de interés que China —el 4,8 por ciento— cuando les dio préstamos de rescate a países de ingreso medio entre la década de 1990 y el año 2002. Más recientemente, la Reserva Federal les ha cobrado alrededor del uno por ciento a otros países industrializados por sus préstamos a corto plazo.

Los préstamos de emergencia de China se han destinado casi por completo a países de ingreso medio que les deben mucho dinero a los bancos controlados por el Estado chino. Más del 90 por ciento de los préstamos de emergencia de China en 2021 fueron en su propia moneda, el renminbi.

No es inusual que un país utilice su propia moneda en los rescates internacionales. El dólar desplazó a las monedas europeas para prestarles a muchos países en desarrollo después de que Estados Unidos tuvo un papel central en la resolución de la crisis de la deuda latinoamericana en la década de 1980.

El ministro de Relaciones Exteriores de China, Qin Gang, ha defendido con firmeza el historial de deuda de su país, haciendo notar que China permitió que decenas de los países más pobres del mundo retrasaran el pago de su deuda en 2020 y 2021.

“China ha suspendido más pagos del servicio de la deuda que cualquier otro miembro del G20”, mencionó Gang en un discurso del 2 de marzo en una reunión de ministros de Relaciones Exteriores de los países grandes del G20.

Un proyecto de construcción en Colombo, Sri Lanka, el 2 de junio de 2018. (Adam Dean/The New York Times).

Gente que viaja a su trabajo espera la llegada de un tren en Kampala, Uganda, el 10 de diciembre de 2018. (Joao Silva/The New York Times).