La tecnología que deseo para 2022

Ahora que nos dirigimos al tercer año de la pandemia de coronavirus, necesitamos y merecemos más microdosis de empatía humana y comunidad. La tecnología puede ayudar

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(Ilustración: Jon Han/New York Times)
(Ilustración: Jon Han/New York Times)

Deseo robots que laven mi ropa y arreglen mi desorden, pero eso no ocurrirá pronto.

Las innovaciones que estoy más ansiosa de tener para mí y para el mundo en 2022 son aquellas que nos brindan más momentos de preciada conexión con otros. Ahora que nos dirigimos al tercer año de la pandemia de coronavirus, que nos ha separado físicamente y nos ha dividido aún más, necesitamos y merecemos más microdosis de empatía humana y comunidad. La tecnología puede ayudar.

Una de mis creaciones favoritas del internet durante la pandemia fue Window Swap, un sitio web desarrollado el año pasado por una pareja en Singapur que les permite a las personas ver a través de las ventanas de desconocidos por medio de videocámaras.

Puedes observar la lluvia en una terraza en los suburbios de Pensilvania y después ir a observar qué está pasando afuera de un edificio de apartamentos en Seúl. Hace poco, pasé varios minutos mirando de manera virtual una bella vista a través de una ventana en Reikiavik, Islandia, con un cielo sombrío. En una semana llena de cosas negativas, y un historial de navegación en internet lleno de cosas negativas, esto fue un precioso escape y un momento de conexión con otros a la distancia.

Window Swap no ha cambiado el mundo. En general, me olvidé del sitio web algunas semanas después de encontrarlo por primera vez. Sin embargo, fue cautivante y relajante.

No ves personas en Window Swap, pero las sientes y das una mirada al mundo a través de sus ojos. Esa conexión, aunque pasajera, es un recurso preciado. Vale la pena apoyar tecnologías e ideas que puedan darnos más de esa sensación de estar juntos.

Una ventana de Denver compartida en Window Swap
Una ventana de Denver compartida en Window Swap

La aplicación de conversaciones de audio Clubhouse, que también atrajo a una multitud al principio de la pandemia de COVID (y a últimas fechas, tal vez menos), reúne a la gente para hablar sobre un tema de interés compartido o para hacer un juego de roles en el que visitas el servicio para ordenar comida desde el auto de un McDonald’s. Hace una década, hubo una moda de internet similar llamada Chatroulette, que permitía a las personas conversar con un extraño a través de la cámara web durante algunos minutos.

Probablemente puedes imaginar cómo Chatroulette podía conducir a algo muy malo, y así sucedió. Se convirtió en una oportunidad para que algunas personas fueran soeces o perturbadoras. La gente en Clubhouse y la función similar de Espacios en Twitter puede de igual manera intimidar a los participantes o traficar con ideas extremistas. Los periodistas han reportado que las compañías prestan muy poca atención al daño potencial.

No obstante, admiro el principio detrás de las invenciones que reúnen a las personas de nuevas maneras y deseo ver ideas creativas que nos ayuden a establecer conexiones y encontrarnos como comunidad.

Escribí hace unos meses sobre los retos de hallar información, entretenimiento y actividades que nos puedan gustar en el mar de abundancia del internet. Los modelos informáticos que están entrenados para entender nuestros gustos pueden ayudarnos a encontrar cosas nuevas, pero también pueden jalarnos más hacia lo conocido o incluso llevarnos por caminos peligrosos. Además, es todavía más difícil encontrar nuevas personas y comunidades que descubrir nuevas canciones.

Desde el principio de la vida en internet, muchas aplicaciones y sitios web han prometido conectar a las personas. En algunas ocasiones, cumplen con lo prometido; en otras, los vínculos humanos a través del ciberespacio son un sustituto mediocre de la experiencia real.

No obstante, todavía creo en esa promesa cursi de unir al mundo en línea para intentar entendernos mejor entre nosotros y a nuestro mundo. Es cierto que esa esperanza ahora se ha complicado, porque hay tantos casos horrendos. Las mismas invenciones que pretendían construir comunidades y nos dieron nuestro grupo favorito de Facebook o nuestro club de lectura de Discord también han acercado a las personas para rumiar en conspiraciones y alentar la violencia étnica.

También hay una parte regañona de mi cerebro que duda que realmente tengamos lo que se requiere para unirnos y sanar nuestras divisiones. ¿Qué pasa si vemos el mundo a través de los ojos de otra persona y eso nos enoja y nos divide más?

No obstante, necesito creer en lo mejor que las personas y la comunidad humana pueden hacer. Y quiero más ideas tecnológicas grandes y pequeñas para ayudarnos.

© The New York Times 2021