Los lentes inteligentes hicieron que Google se viera tonto, pero Facebook les dará una oportunidad

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Especial para Infobae de The New York Times.

SAN FRANCISCO — El sábado, después de una caminata de cinco kilómetros por el parque nacional Presidio, me encontré con una multitud de turistas que miraban el puente Golden Gate. Mientras la gente sacaba fotos del monumento, decidí unirme a ellos.

Sin embargo, en vez de buscar mi iPhone en el bolsillo, golpeé el costado de mis lentes de sol Ray-Ban hasta que oí el clic de un obturador. Más tarde, descargué en mi teléfono las fotos que acababan de tomar mis lentes oscuros.

El proceso fue instantáneo, sencillo y discreto, y se realizó mediante Facebook, que se asoció con Ray-Ban. Su nueva línea de lentes, llamada Ray-Ban Stories, presentada el jueves, puede tomar fotos, grabar videos, responder llamadas telefónicas, y reproducir música y pódcast.

Me sentí arrastrado a un futuro inevitable soñado por gente mucho más tecnológica que yo, en el que desaparecieron los límites entre el mundo real y la tecnología que lo sustentan.

Durante años, Silicon Valley ha ido tras una visión similar a la de una novela de William Gibson, en la que los sensores y las cámaras se entretejen en la vida cotidiana y la ropa de miles de millones de personas. Sin embargo, las compañías tecnológicas que han intentado llevar a cabo esas ideas a menudo han fracasado, pues la gente ha rechazado las computadoras de tecnología ponible, especialmente en la cara.

¿Recuerdan el dispositivo Google Glass, los lentes inteligentes que el cofundador de Google, Sergey Brin, presentó mientras saltaba de un avión? Ese proyecto fracasó, y en un momento dado los bares de San Francisco prohibieron la entrada de quienes usaban los lentes Glass —también conocidos peyorativamente como “Glassholes”—. Más tarde llegaron los Spectacles de Snap, lentes inteligentes que se centraban más en la moda y en la novedad de grabar videos de diez segundos. Ese producto tampoco pudo abrirse paso.

Ahora, Facebook pretende inaugurar una era en la que las personas se sientan más cómodas compartiendo sus vidas digitalmente, empezando por lo que tienen en frente.

“Nos preguntamos cómo podíamos crear un producto que ayude a la gente a vivir el momento”, comentó Andrew Bosworth, director de Facebook Reality Labs, en una entrevista. “¿No es mejor que tener que sacar el celular y sostenerlo frente a tu cara cada vez que quieres capturar un momento?”.

Bosworth rechazó las afirmaciones de que Facebook estaba retomando lo que otros habían dejado atrás. “El producto no se ha probado antes porque nunca habíamos tenido un diseño como este”, dijo, y añadió que Facebook y Ray-Ban se centraban más en la moda de los lentes que en la tecnología dentro de los armazones.

“Los lentes son una categoría muy específica que cambia la forma de mirar”, comentó Rocco Basilico, director de tecnología ponible en Luxottica, propietaria de Ray-Ban, que quiere expandirse en el mercado de los objetos ponibles. “Empezamos este producto desde el diseño, y nos negamos a comprometer ese diseño”.

Seamos realistas por un momento. Los nuevos lentes, cuyo precio inicial es de 299 dólares y vienen en más de veinte estilos, se enfrentan a obstáculos aparte de la historia intermitente de Silicon Valley y los lentes inteligentes. Facebook lleva mucho tiempo bajo escrutinio por la manera en que gestiona los datos personales de los usuarios. El uso de lentes para filmar furtivamente a la gente es motivo de preocupación, ya ni hablar de lo que Facebook podría hacer con los videos que se registran.

Con todo eso en mente, probé las nuevas Ray-Ban de Facebook durante unos días la semana pasada.

Al examinarlas de cerca, descubrí que los armazones tienen dos cámaras, dos microbocinas, tres micrófonos y un chip de procesador informático Snapdragon. También vienen con un estuche de carga que se conecta a cualquier computadora mediante un cable USB-C. Con una carga completa, los lentes pueden utilizarse aproximadamente durante seis horas.

Los lentes requieren una cuenta de Facebook. También se vinculan con una aplicación para teléfonos inteligentes: Facebook View. Después de grabar videos —los lentes pueden grabar hasta 35 videos de 30 segundos o tomar 500 fotos—, los usuarios pueden subir su contenido de forma inalámbrica a la aplicación, donde las fotografías están encriptadas. Desde Facebook View, los usuarios pueden compartir el contenido en sus redes sociales o aplicaciones de mensajería, así como guardar las fotos directamente en la memoria del teléfono sin tener contacto con la red social.

Para evitar problemas de privacidad, un pequeño indicador luminoso se enciende cuando las gafas están grabando, notificando a los usuarios que están siendo fotografiados o filmados. Al configurar la aplicación Facebook View, también se muestran indicaciones que piden a los usuarios que “respeten a quienes están a su alrededor” y les preguntan si “les parece apropiado” tomar una fotografía o un video en ese momento. La aplicación incluso invita a los usuarios a “hacer una pequeña demostración” para mostrar a los demás que los están grabando.

Sin embargo, los usuarios pueden tener otras dudas, como me ocurrió a mí. Las gafas tienen una función de activación de audio, llamada Facebook Assistant, que se puede activar para hacer fotos y videos con manos libres diciendo: “Oye, Facebook”.

Para mí, ese era un punto de fricción. ¿Qué pensará la gente que me rodea cuando me oiga decir “Oye, Facebook, toma una foto”? ¿Me veré bien haciendo eso? Creo que nadie se ve bien haciendo eso.

Durante mi caminata del sábado, pude distinguir esa visión del futuro que tanto entusiasma a los ejecutivos de Facebook.

Bajar por los numerosos senderos del parque Presidio me proporcionó vistas deslumbrantes que pude fotografiar utilizando solo mi voz, mientras tenía en una mano la correa de mi perro y con la otra cargaba mi mochila. Capturar el paisaje urbano fue tan fácil como emitir una orden de voz mientras mi celular seguía en mi bolsillo.

Y lo que es mejor, parecía un tipo normal con lentes de sol, y no alguien que tiene una computadora rara en la cara.

Una ventaja añadida era que nadie (excepto mi perro) podía oírme decir “Oye, Facebook”, mientras estaba solo en los senderos. Pero en la ciudad, rodeado de gente, confieso que tal vez me limite a presionar el botón de la montura para tomar fotos.