Mi año de dolor y cancelación

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Liat Kaplan questions what she was trying to accomplish with her anonymous Tumblr. (Paige Stampatori/The New York Times)  -- NO SALES; FOR EDITORIAL USE ONLY WITH NYT STORY PROBLEMATIC BLOG BY LIAT KAPLAN FOR FEB. 25, 2021. ALL OTHER USE PROHIBITED. --
Liat Kaplan questions what she was trying to accomplish with her anonymous Tumblr. (Paige Stampatori/The New York Times) -- NO SALES; FOR EDITORIAL USE ONLY WITH NYT STORY PROBLEMATIC BLOG BY LIAT KAPLAN FOR FEB. 25, 2021. ALL OTHER USE PROHIBITED. --

Si visitabas Tumblr a principios de la década de 2010, es posible que recuerdes un blog llamado Your Fave Is Problematic. Si no es así, su contenido debería resultarle familiar. Las publicaciones contenían largas listas de declaraciones y acciones lamentables (racistas, sexistas, homófobas, transfóbicas, etnofóbicas, capacitistas, etc.) de celebridades, cosas que hacen que la gente sea “cancelada” hoy en día.

Ese era mi blog. Pasé horas investigando cada publicación; como probablemente puedes imaginar, mi historial de búsqueda era bastante feo.

Your Fave Is Problematic tenía cerca de 50.000 seguidores en su momento álgido, en 2014, cuando yo estaba en el último año de la preparatoria, pero su influencia era desmesurada. Tuve una disputa con un destacado autor de ficción juvenil porque lo había incluido. Un actor se propuso a sí mismo, quizá como un reto (o una súplica) para desenterrar lo peor de él. El “favorito problemático”, una frase tomada del blog, se convirtió en un meme muy usado; incluso después de que dejara de publicar, mi blog fue citado en libros, artículos, pódcast y artículos de opinión. A pesar de todo, mi identidad siguió siendo privada.

El blog comenzó, como muchos proyectos anónimos en línea, como una iniciativa de humillación pública vengativa disfrazada de crítica social. Estaba afinando mi brújula moral y me estaba haciendo cargo de mi propia identidad como feminista. Así que cuando me di cuenta de que mis compañeros de clase hacían bromas sexistas en Facebook, incluidas algunas sobre mí, empecé a hacer capturas de pantalla para publicarlas en un Tumblr llamado Calling Out Sexists. Mi política era quitar las publicaciones solo si sus autores se disculpaban de manera pública.

Un grupo de estudiantes hizo que los administradores de nuestra escuela se enteraran de la existencia del blog, y estos amenazaron con emprender acciones legales si seguía escribiendo sobre los alumnos. Mientras tanto, otros usuarios de Tumblr habían empezado a enviar capturas de pantalla con declaraciones de personalidades menores. Con la graduación pendiendo de un hilo, dejé de concentrarme en mis compañeros y me enfoqué en los personajes públicos. Cambié el enfoque del blog. El dinero y la fama los habían protegido desde tiempos inmemoriales. ¿Qué daño podía hacer mi pequeño blog?

Así que publiqué fotos de Lady Gaga con la piel bronceada en un tono marrón antinatural que habían salido en la revista V. Saqué citas preocupantes de un ensayo que Lena Dunham había escrito sobre un viaje a Japón. Señalé la letra homofóbica de Taylor Swift en “Picture to Burn”, que desde entonces cambió. Mis publicaciones más populares solían ser sobre mujeres, lo cual tiene sentido, porque la prensa rosa tiende a ser más crítica con ellas.

Resultó que tenía cosas más importantes de las que preocuparme que de diseccionar las carreras de los famosos que nunca había conocido. Una mañana de invierno me desperté con la noticia de que mi hermana mayor, Tamar, que estaba estudiando en Bolivia, había sufrido un accidente de autobús, y el pronóstico no era bueno. Me dediqué a investigar para escapar de lo que me parecía una situación imposible: mi hermana moría lentamente de lesiones tratables en una zona rural a miles de kilómetros de distancia.

Celebramos una ceremonia pública en memoria de Tamar en nuestra ciudad natal. Algunos de mis compañeros de clase se presentaron, incluidos algunos que habían escrito cosas desagradables sobre mí en internet. Sus muestras de amabilidad me parecían insultantes, durante lo que con rapidez se estaba convirtiendo en el peor año de mi vida.

Intenté regresar a la escuela después de unas semanas, pero comencé a tener discusiones frecuentes con compañeros y profesores. La escuela llegó a un acuerdo con mis padres: estaría de “baja médica” durante el resto del semestre. Me graduaría a tiempo, pero no volvería al campus.

Atrapada en casa, me dediqué a Tumblr. ¿Qué pretendía? Sobre todo, me interesaba bajar a la gente de sus pedestales. También me gustaba ser popular, polémica, ser un tema de conversación. Cuando un comediante sobre el que había publicado un artículo mencionó mi blog en Twitter, me dio vértigo.

Entonces empecé a recibir amenazas. Alguien me envió una captura de pantalla de una casa de Google Maps, afirmando haber encontrado mi dirección IP. No era mi casa, pero aun así fue preocupante. Me di cuenta de que por cada persona en Tumblr que admiraba mi blog, había muchas más, en línea y fuera de ella, que lo odiaban, y a mí también. Empecé a publicar menos y, finalmente, dejé de hacerlo.

Desde entonces, he reflexionado en retrospectiva sobre mi blog con vergüenza y arrepentimiento, por mi mezquindad, mi rabia impulsora, mis suposiciones inflexibles de que la gente era buena o mala. ¿Quién era yo para meter en el mismo saco a misóginos conocidos y a personas que se tatuaban en idiomas que no hablaban? Solo quería que alguien se enfrentara a las consecuencias; nadie que me hubiera hecho daño las había tenido.

Actualmente, no faltan los esfuerzos de rendición de cuentas en línea, la mayor parte de ellos dirigidos de modo anónimo. Algunas cuentas publican chismes de famosos, inofensivos, pero ocasionalmente explosivos. Otras tienen como objetivo explícito nombrar, avergonzar y castigar a las personas por todo tipo de acciones y errores. Creo que mi trabajo se sitúa en un punto intermedio: la información que publiqué estaba a la vista de todos, pero la catalogaba para argumentar en contra de la veneración de los ricos y famosos.

Como muchos lo han señalado, la pandemia de coronavirus ha acentuado la distancia entre los famosos y el resto de nosotros. Y sus acciones han sido objeto de un mayor escrutinio: sus vacaciones, sus fiestas, el acceso que han tenido a las pruebas y la atención durante una crisis sanitaria que ha cobrado millones de vidas.

Sin embargo, la cultura de los famosos empezó a desmoronarse mucho antes de la pandemia de COVID-19. Las crecientes acusaciones de muchos tipos, susurradas entre los profesionales de la industria, se habían vuelto demasiado evidentes para ser ignoradas. Las redes sociales, que dieron a los famosos más control sobre sus imágenes e influencia sobre sus fans, también los abrieron a nuevos tipos de críticas. Hay personas que han perdido trabajos y carreras enteras por los tipos de errores que mi blog citaba. Otros se han disculpado por obras y comportamientos que, reexaminados en un contexto contemporáneo, simplemente no se sostienen.

Durante años, he lamentado el protagonismo que he dado a los errores de los demás, como si yo misma no pudiera cometer algunas de esas acciones. El crecimiento de la conciencia social puede tener una pureza implacable que a menudo es excesiva.

Mi cerebro no estaba preparado para los matices. Me enfurecía la hipocresía y la crueldad; lo que hacía al respecto era emplear un nivel de escrutinio que no dejaba margen de error. No estoy diciendo que deban cancelarme por mi blog adolescente (¡por favor, no lo hagan!). Solo sé lo que todos deberíamos saber a estas alturas: que nadie que haya vivido de manera pública, en línea o fuera de ella, tiene un historial intachable.

Por estas razones, he pensado en borrar mi Tumblr. Pero hacer eso significaría borrar mis propios errores de juicio. Casi siento que tengo que dejarlo ahí para castigarme por haber hecho eso en primer lugar. Ese es un motivo, y también sé que alguien podría simplemente extraerlo de Wayback Machine (y probablemente lo haría). Después de todo, el internet nunca olvida.