¿Los directores espirituales realmente pueden ayudarte?

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Susan Pannier-Cass, a spiritual director and ordained minister, at her home in Chicago, Dec. 11, 2020. Nondenominational Òspiritual companionsÓ like Pannier-Cass offer to connect clients to the divine in their everyday life. (Evan Jenkins/The New York Times)
Susan Pannier-Cass, a spiritual director and ordained minister, at her home in Chicago, Dec. 11, 2020. Nondenominational Òspiritual companionsÓ like Pannier-Cass offer to connect clients to the divine in their everyday life. (Evan Jenkins/The New York Times)

La primavera pasada, tras divorciarse, Qadeera Ingram necesitaba hablar con alguien. En particular, quería hablar sobre espiritualidad y el panorama más amplio de su vida.

Aunque Ingram, una contratista gubernamental de 33 años de edad en Goose Creek, Carolina del Sur, es cristiana, no es miembro de una iglesia. Así que contrató a Susan Pannier-Cass, una directora espiritual y ministra ordenada, para hablar sobre lo que estaba viviendo, lo cual incluía criar a su hijo de 6 años durante una pandemia en una época de agitación generalizada.

En algunas de sus sesiones virtuales, Ingram habló sobre sus sueños, y Pannier-Cass le ayudó a analizarlos. En otras, Ingram reflexionó sobre los elementos del mundo natural y cómo la hacían sentir más cerca de Dios. Pannier-Cass la motivó a “salir de casa” y quitarse los zapatos, relató Ingram, “poner los pies en la tierra y reconectar con mi centro y con lo que me trae paz”.

Los compañeros espirituales, también conocidos como directores espirituales, son guías cuyo propósito es escuchar con suma atención a sus clientes y ayudarlos a explorar su espiritualidad, por lo general sin pertenecer a una iglesia específica.

Lo que ofrecen no es terapia; según Spiritual Directors International, una organización sin fines de lucro en Bellevue, Washington, el objetivo de reunirse con un compañero espiritual es tomar un “paso significativo para ayudarte a encontrar tu plenitud y equilibrio en la vida, además de un sentido de conexión con aquella fuerza que podría llamarse Dios, Alá, el Universo, el Ser, aquello que nos conecta a todos”.

La práctica tiene raíces en muchos credos, sobre todo en la vertiente jesuita del catolicismo, pero los directores espirituales contemporáneos provienen de una variedad de religiones.

“La mayoría de las personas recurren a la dirección espiritual en busca del significado de todo, como sea que ellos lo definan. Nosotros no lo definimos por ellos”, explicó Seifu Anil Singh-Molares , monje budista zen y director ejecutivo de Spiritual Directors International. (Aclaró que, aunque el término más familiar es dirección espiritual, él prefiere “acompañamiento espiritual” porque es más inclusivo). “Nosotros te ofrecemos apoyo en la búsqueda de tu propio camino hacia Dios, si así lo describes, o Brahman, o Tao”.

Espacio para explorar

“Espiritual, pero no religioso”, es como se define el 27 por ciento de los estadounidenses, según una encuesta de 2017 del Centro de Investigaciones Pew. Sin embargo, en una encuesta de abril del mismo centro, una cuarta parte de los adultos estadounidenses informaron que su fe religiosa había aumentado por la pandemia.

Para algunos de los que buscan una conexión espiritual, esto deriva en un método híbrido. Alissa Ballot, de 65 años, que también es clienta de Pannier-Cass y abogada jubilada de Chicago, ya era miembro de una sinagoga cuando se enteró del acompañamiento espiritual en un retiro. Comenta que ha llegado conocerse mejor mediante la escritura de poesía, una sugerencia de Pannier-Cass. Explica que la dirección espiritual la está ayudando a convertirse “en el yo que Dios tenía en mente cuando me creó”.

Lucinda Clark, directora espiritual en Charlotte, Carolina del Nore, dijo que, en su experiencia, más clientes negros, incluidos miembros del clero, empezaron a recurrir a la dirección espiritual tras la muerte de George Floyd, y la ira y las protestas que se desataron a raíz de ese suceso.

“Ese ha sido uno de los problemas principales”, dijo Clark, de 51 años. “‘¿Cómo puedo operar y trabajar en mi ministerio en un ambiente que me rechaza, a veces sin notarlo y a veces a propósito?’. Por lo tanto, algunas personas están viniendo porque se sienten heridas. No saben cómo salir adelante”.

Clark, que completó un programa de dirección espiritual de tres años en el Charlotte Spirituality Center, se convirtió en directora espiritual después de lo que ella describe como “una noche obscura del alma” en la que se cuestionó ciertas ideologías de su iglesia. Llegó a la conclusión de que, si bien sus raíces son cristianas, hay muchos caminos para encontrar a Dios.

A partir de ese momento, “simplemente supe que tenía que emprender ese camino con otras personas, acompañar a otras personas, para que no se sintieran solas”, relató. “Pensé: ‘No sé cómo se llame esto que debo hacer. Solo sé que debo hacerlo’”.

Dice que, cuando descubrió la dirección espiritual en una búsqueda de internet, pensó: “¡Esto es lo que busco!”. En sus sesiones, a menudo plantea preguntas para ayudar a sus clientes a reflexionar sobre lo que están sintiendo, desde un día pesado en el trabajo hasta una desconexión en su relación con Dios.

Los límites y fuera de ellos

A diferencia de los terapeutas, los directores espirituales no son médicos clínicos con licencia. No se rigen por ninguna agencia. Además, Spiritual Directors International, una de las organizaciones más grandes dedicadas al acompañamiento espiritual, no ofrece ningún tipo de certificación independiente, así como tampoco lo hacen organizaciones más pequeñas como Spiritual Directors of Color Network.

Las capacitaciones pueden variar dependiendo de la fe del practicante o sus preferencias de aprendizaje, pero existen programas de certificación por medio de organizaciones de dirección espiritual y ministerios sin fines de lucro, incluido el Instituto Shalem para la Formación Espiritual en Washington, D. C.

Las directrices de Spiritual Directors International indican que los guías espirituales también deben tener directores que los guíen, así como mentores o colegas que los supervisen y den seguimiento a sus responsabilidades. Las tarifas para sesiones de dirección espiritual suelen manejarse en una escala variable, que puede ser de hasta 150 dólares por una sesión de 50 minutos. Algunos directores ofrecen servicios gratuitos para quienes no pueden costear el precio.

La relación entre un compañero espiritual y su cliente es íntima, y al igual que en cualquier tipo de terapia, es importante que los directores espirituales respeten los límites. Algunos compañeros espirituales, entre ellos Pannier-Cass, tienen formación en trabajo social.

Emily Malcoun , psicóloga clínica en Filadelfia que ha trabajado con un director espiritual, señaló que, si bien la terapia “puede proporcionar apoyo especializado para sanar síntomas de salud mental”, la dirección espiritual “se enfoca en tu relación con Dios o lo divino” a través de la oración o la reflexión.

Hay quienes abogan por una mayor responsabilidad en la profesión. Andree Grafstein, directora espiritual de Avon, Connecticut, describió un incidente de acoso sexual por parte de un director hace unos 40 años en un artículo que ella publicó en el otoño pasado en Presence, una revista distribuida por Spiritual Directors International. “Espero que llegue el día en que la realidad del acoso sexual por parte de un director espiritual sea tan visible como se han vuelto otras formas de abuso sexual”, escribió.

Desde que se publicó el artículo, Grafstein dijo que ha recibido correos electrónicos solidarios de otros directores espirituales. En particular le preocupa la necesidad de ofrecer orientación y apoyo a los directores espirituales que se enteran de que un cliente fue víctima de acoso o abuso sexual a manos de otro director.

Los clientes pueden ser vulnerables, sobre todo porque, para algunos, el rechazo de una religión organizada o una comunidad religiosa previa es lo que los llevó a la dirección espiritual en primera instancia. Kristabeth Atwood en Burlington, Vermont, directora espiritual y exministra de la Iglesia Metodista Unida, se autodenomina pastora para las personas que no van a la iglesia. La mayoría de sus clientes “simplemente no se identifican con la idea de pertenecer a una comunidad religiosa tradicional o formal”, afirmó.