El sistema que Europa creó para combatir la intromisión rusa está en problemas

Por Matt Apuzzo

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El presidente estadounidense, Donald Trump, con su homólogo ruso, Vladimir Putin, en Japón el mes pasado. Trump ha minimizado la importancia de la interferencia rusa en las elecciones (Erin Schaff/The New York Times)
El presidente estadounidense, Donald Trump, con su homólogo ruso, Vladimir Putin, en Japón el mes pasado. Trump ha minimizado la importancia de la interferencia rusa en las elecciones (Erin Schaff/The New York Times)

BRUSELAS — La Unión Europea lanzó una iniciativa ambiciosa este año para combatir las interferencias electorales: un sistema de alerta temprana que activaría alarmas sobre la propaganda rusa. Sin embargo, a pesar de las grandes expectativas, los registros muestran que el sistema se ha vuelto un repositorio de información confusa, no ha producido alerta alguna y está en riesgo de volverse obsoleto.

En efecto, incluso antes de las elecciones del Parlamento Europeo hace unos meses, un chiste local estaba circulando en Bruselas acerca del Sistema Rápido de Alerta: no es rápido, no hay alertas y no hay sistema.

Las primeras dificultades de Europa ofrecen lecciones para otros países, entre ellos Estados Unidos, donde los funcionarios de inteligencia se encuentran a la expectativa de que Rusia trate de interferir en las elecciones presidenciales del próximo año. En muchos aspectos, la Unión Europea ha sido más agresiva que Washington al exigir cambios por parte de las compañías de redes sociales y buscar nuevas maneras de combatir la desinformación.

Sin embargo, hacerlo ha llevado al bloque a zonas espinosas donde se cruzan la libertad de expresión, la propaganda y la política nacional. Los esfuerzos para identificar y contrarrestar la desinformación no solo han demostrado lo complicados que son, sino también que conllevan una carga política.

El nuevo Sistema Rápido de Alerta —una red muy anunciada para notificar a los gobiernos sobre iniciativas rusas antes de que surtan efecto, como sucedió en las elecciones estadounidenses de 2016— es tan solo el ejemplo más reciente.

Por ejemplo: analistas europeos que trabajan en un sexto piso en un complejo de oficinas en Bruselas detectaron esta primavera cuentas sospechosas de Twitter que emitían desinformación sobre un escándalo político austriaco. Tan solo días antes de las elecciones europeas, los tuits mostraron las señales inconfundibles de la interferencia política rusa.

Fue por eso que los funcionarios europeos se prepararon para mostrar una advertencia en el sistema de alerta. Pero jamás lo hicieron, pues estaban debatiendo si era algo tan grave como para justificar la alarma. De hecho, aunque ahora dicen haber detectado "actividad de desinformación continua y sostenida por parte de las fuentes rusas", jamás emitieron ninguna alerta en absoluto.

La Unión Europea ha presentado sus esfuerzos para combatir la desinformación rusa como un éxito de alto perfil y los funcionarios han declarado que ayudaron a proteger las elecciones e impedir la propaganda rusa. Sin embargo, las entrevistas con más de una decena de funcionarios y exfuncionarios europeos, así como una revisión de documentos internos, revelan un proceso que se ha vuelto tenso debido a desacuerdos como el que bloqueó la alerta austriaca.

Según muestran los registros, la mayoría de los países ni siquiera contribuyó al sistema, y la red se convirtió en una maraña de información no analizada, en parte posiblemente útil y en parte no.

Ahora, incluso los funcionarios que creen firmemente en la iniciativa dicen que la afirmación del bloque de haber impedido ataques rusos es muy exagerada. Sin cambios, advierten, el sistema de alerta rápidamente podría volverse obsoleto.

"La realidad es muy distinta", dijo Jakub Kalensky, quien fuera el principal analista de desinformación de la Unión Europea. Dijo que la política interna y la resistencia entre los líderes europeos han provocado que el sistema sea demasiado lento como para responder a la amenaza planteada por Rusia.

"Es un pueblo Potemkin", dijo Jakub Janda, que escribe sobre la desinformación rusa como director ejecutivo de European Values, una organización política con sede en la República Checa. "La gente que sabe del tema no se lo toma en serio".

Los funcionarios europeos de alto nivel a cargo de la iniciativa para contrarrestar la desinformación rechazan encarecidamente esa idea y dicen que el bloque está abriéndose paso en territorio virgen. Comentaron que el nuevo sistema de alerta ya se había convertido en una importante cámara de compensación para los expertos y funcionarios de todo el bloque.

Señalan que su compromiso con el asunto comenzó en 2015, con la creación de una fuerza de trabajo de analistas que exploran el internet y que han desmentido desinformación rusa públicamente. El sistema de alerta —una red informática privada en la que cualquiera puede contribuir con inteligencia o emitir alertas— fue creado a principios de este año como un intento para consolidar esa iniciativa.

"Para ser muy claro, no hay operación similar que se esté ejecutando en ninguna parte del mundo", dijo Johannes Bahrke, portavoz de la Comisión Europea.

Bahrke dijo que los funcionarios apoyan el análisis del caso austriaco. Lutz Güllner, uno de los principales funcionarios europeos que supervisan la campaña para contrarrestar la desinformación, dijo que la ausencia de una alerta había sido un reflejo de la precaución de su equipo. "Acordamos que debemos tener cuidado", comentó. Con cada nuevo caso de propaganda, agregó, los analistas se preguntan: "¿Qué hacemos al respecto? ¿Cómo lo definimos?".

El uso de sitios web europeos y cuentas de redes sociales por parte de Rusia, así como el ascenso de los partidos políticos de extrema derecha, cuyos mensajes a menudo coinciden con los de Rusia, solo han complicado ese tipo de cálculos. Los que se sospecha sean operativos rusos, por ejemplo, presuntamente han utilizado cuentas irlandesas de Facebook para tratar de aumentar las tensiones en Irlanda del Norte, según hallaron los investigadores hace poco. Además, los imitadores de extrema derecha en Italia se han alineado con los puntos de conversación del Kremlin.

Sin embargo, esas campañas están fuera de límites de manera efectiva para los analistas europeos. Tienen prohibido señalar o desmentir propaganda producida por sitios web o medios europeos, una limitación que tiene como propósito la protección en contra de infracciones progresivas en torno a la libertad de expresión. En cambio, están limitadas a dar seguimiento a medios rusos oficiales y emitir informes constantes para desmentir afirmaciones sobre Europa.

"Ni siquiera tienen la capacidad de enfatizar la propaganda de extrema derecha", comentó Kalensky, que ahora estudia el tema de la desinformación en el Consejo Atlántico.

Estados Unidos también enfrenta algunos de estos desafíos. Los funcionarios estadounidenses han imputado cargos penales y sanciones en contra de funcionarios de gobierno y propagandistas rusos. Sin embargo, crear un programa al estilo europeo para identificar y desmentir la propaganda se toparía con el derecho constitucional a la libertad de expresión, y también con el presidente estadounidense, Donald Trump, quien promueve teorías de conspiración y ha minimizado la importancia del ataque electoral ruso.

Disputas similares son comunes en Europa. Los exintegrantes del bloque del este, como Lituania, respaldados por aliados en el Reino Unido, han argumentado a favor de una postura firme en contra de Rusia, mientras que Francia y Alemania han favorecido las relaciones más cercanas y la diplomacia. Un reflejo de esta división: el equipo de trabajo en torno a la desinformación fue creado específicamente para abordar la desinformación rusa, pero omitió cualquier referencia a Rusia en sus objetivos escritos.

"Europa tiene una buena manera de tratar de creer, o decir, que a través del diálogo se llegará a un acuerdo", dijo Jovita Neliupšienė, embajadora de Lituania ante la Unión Europea. "Señalar y avergonzar no es una manera muy europea de hacer las cosas".

Neliupsiene dijo que el reciente progreso la animaba. La Unión Europea ha hecho un llamado explícito a favor de la vigilancia continua en contra de la amenaza rusa. El equipo de trabajo, que durante años no recibió financiamiento, ahora tiene dinero y personal.

No obstante, algunos de los simpatizantes más férreos de la iniciativa también son sus detractores más grandes. Dicen que Bruselas está ocultando problemas de manera deliberada. El informe del mes pasado sobre las elecciones, por ejemplo, le dio crédito a la Unión Europea por impedir la propaganda rusa. Sin embargo, el mismo informe también señala que los casos de desinformación rusa se han duplicado este año.

"Esa es la publicidad de la Unión Europea. Dicen que están teniendo excelentes resultados, pero esa no es la realidad", comentó Janda.

*Copyright: c.2019 New York Times News Service