COVID-19: el 63% de los adolescentes de EEUU temió contagiarse, pero el 53% considera que la pandemia lo fortaleció

La salud mental de los adolescentes no sufrió colectivamente como se imaginaba y los especialistas lo adjudican al fortalecimiento de las conexiones familiares

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el 63% de los adolescentes de EE.UU. temieron contagiarse, pero el 53% considera que la pandemia los hizo más fuertes (Reuters)
el 63% de los adolescentes de EE.UU. temieron contagiarse, pero el 53% considera que la pandemia los hizo más fuertes (Reuters)

En marzo de 2020, la vida cambió de repente para los hogares. Los efectos sobre la salud mental fueron inmediatos: los adultos en el otoño de 2020 tenían tres veces más probabilidades de experimentar angustia mental, ansiedad o depresión que los adultos en 2018 o 2019, según explica un documento presentado por un equipo de trabajo del Departamento de Salud de la Universidad Johns Hopkins.

Cuando otoño se convirtió en invierno, la ansiedad y la depresión aumentaron aún más entre los adultos en junio y julio de 2020, según datos del mismo documento. Pero cómo les ha ido a los adolescentes durante este tiempo seguía siendo un misterio. Para ello un grupo de trabajo produjo una nueva investigación que pone de manifiesto nuevos hallazgos en el comportamiento y salud mental de los jóvenes.

“Dado que los adolescentes no iban a la escuela y, a menudo, no podían ver a sus amigos, nos preocupaba cómo se adaptarían los adolescentes -indica Jean Twenge, especialista en psicología de jóvenes en la Universidad de Michigan y autor de más de cien publicaciones científicas y libros sobre la temática, y uno de los autores de este documento-. Sin embargo, las experiencias de los jóvenes en estos eventos pueden diferir de las percepciones de los adultos”. Así como los niños, adolescentes y adultos respondieron de manera diferente a los trastornos de la Gran Depresión en la década de 1930, “los adolescentes se han enfrentado a un conjunto diferente de desafíos y oportunidades durante los meses de la pandemia y a las angustias que expresaron los adultos”.

La encuesta Teens in Quarantine (adolescentes en cuarentena) ahondó sobre la salud mental, el tiempo en familia, el sueño y el uso de la tecnología. Las respuestas fueron contrastadas contra la encuesta Monitoring the Future como un control útil para investigar los efectos propiamente dichos de la cuarentena en los adolescentes.

Sarah M. Coyne, segunda autora del documento y especialista en desarrollo humano de la Universidad de Brigham project, promotora del estudio M.E.D.I.A. (Media Effects on Development from Infancy to Adulthood, Efectos de los medios en el desarrollo desde la infancia hasta la edad adulta) que sigue a 510 familias de nativos digitales tratando de trazar sus actitudes y comportamientos, quedó impactada con los resultados. “Para nuestra sorpresa -dice-, descubrimos que a los adolescentes les fue relativamente bien durante la cuarentena. La depresión y la soledad fueron más bajas que en 2018, y la infelicidad y la insatisfacción con la vida fueron solo un poco más altas”. Las tendencias en el uso del tiempo de los adolescentes revelaron dos posibles razones de los resultados inesperadamente positivos: dormían más y pasaban más tiempo con sus familias.

Antes de la pandemia, al menos durante el año escolar, los adolescentes del 2020, pasaron menos tiempo en las redes sociales y los juegos que los de 2018. Sin embargo, aumentaron su consumo de TV y videos (Reuters)
Antes de la pandemia, al menos durante el año escolar, los adolescentes del 2020, pasaron menos tiempo en las redes sociales y los juegos que los de 2018. Sin embargo, aumentaron su consumo de TV y videos (Reuters)

Antes de la pandemia, al menos durante el año escolar, los adolescentes del 2020, pasaron menos tiempo en las redes sociales y los juegos que los de 2018. Sin embargo, aumentaron su consumo de TV y videos.

“Si bien las tendencias generales para la salud mental y el tiempo frente a una pantalla son alentadoras -indica Twenge-, estos patrones no fueron uniformes en todos los adolescentes. En particular, la salud mental general fue significativamente mejor para los adolescentes de familias biparentales, tanto antes como durante la pandemia”. La investigación mostró que los adolescentes que pasaban más tiempo con sus familias durante la pandemia y que sentían que se habían acercado, tenían menos probabilidades de estar deprimidos. “Por lo tanto -asegura Coyne-, parece que una de las bases principales para la resiliencia de los adolescentes durante la pandemia ha sido el apoyo y la conexión familiar”.

Con conciencia y actitud

En general, los resultados de esta investigación revelan una imagen matizada de los adolescentes durante la cuarentena pandémica: “eran resilientes pero preocupados -define Coyne-, aislados pero conectados con la familia y bien descansados, pero inquietos por las circunstancias”.

Según los especialistas, el objetivo principal de la encuesta era comprender cómo les estaba yendo a los adolescentes. Evaluaron el bienestar mental utilizando cuatro medidas: satisfacción con la vida, felicidad, síntomas de depresión y soledad.

Sorprendentemente, reveló el estudio, la salud mental de los adolescentes no sufrió colectivamente durante la pandemia. El porcentaje de adolescentes que estaban deprimidos o solos fue en realidad más bajo que en 2018, y el porcentaje que estaba infeliz o insatisfecho con la vida fue solo un poco más alto. El 27% de los adolescentes en 2018 estaban deprimidos, contra el 17% durante el año pasado.

“Los adolescentes se han enfrentado a un conjunto diferente de desafíos y oportunidades durante los meses de la pandemia y a las angustias que expresaron los adultos” (Reuters)
“Los adolescentes se han enfrentado a un conjunto diferente de desafíos y oportunidades durante los meses de la pandemia y a las angustias que expresaron los adultos” (Reuters)

“Este panorama relativamente positivo para la salud mental ocurrió a pesar de muchos de los desafíos que enfrentan los adolescentes en nuestra encuesta”, indica Twenge. El 29% conocía a alguien diagnosticado con COVID-19, el 27% señaló que un padre había perdido su trabajo, y uno de cada cuatro (estaba preocupado porque sus familias tuvieran suficiente para comer. El 63% estaban preocupados por contraer el virus, y dos tercios lo estaban por no poder ver a sus amigos. Sin embargo, el 53% dijo que creía que se había convertido en una persona más fuerte y resistente desde el comienzo de la pandemia. Entonces, ¿por qué la salud mental de los adolescentes era estable o incluso mejor durante la pandemia?, se preguntaron los especialistas.

“Algunos factores -según Twenge- pueden haber compensado las influencias más negativas. Primero, los adolescentes han estado durmiendo más durante la pandemia, y los jóvenes privados de sueño tienen una probabilidad significativamente mayor de sufrir depresión”. En 2018, solo el 55% de los adolescentes dijeron que por lo general dormían siete o más horas por noche. Durante la pandemia, esto saltó al 84% entre aquellos para quienes la escuela todavía estaba en sesión. “Dado que los adolescentes iban a la escuela en línea durante la pandemia, es probable que pudieran dormir más tarde en la mañana de lo habitual”, asume Twenge. Con la escuela presencial, el comienzan las clases se produce antes de las 8:30, “esto crea un desajuste entre los horarios escolares y el cambio a un ritmo circadiano posterior que ocurre durante la pubertad biológica, cuando a los adolescentes les resulta difícil conciliar el sueño temprano -indica Coyne-. Por lo tanto, con los adolescentes capaces de dormir más tarde, más pudieron cumplir con sus requisitos de sueño, lo que puede haber mejorado su salud mental”.

De hecho, los investigadores detectaron que en 2020, solo el 16% de los adolescentes que dormían regularmente al menos siete horas estaban deprimidos, en comparación con el 31% de los adolescentes que no lo hacían. Además, estar fuera del entorno escolar normal puede haber reducido el estrés de; antes de la pandemia, muchos adolescentes informaron haber experimentado un estrés significativo durante el año escolar. “Nuestros hallazgos sugieren que las escuelas secundarias deberían considerar cambiar su hora de inicio a más tarde”, afirma Coyne, algo que en California comenzará a implementarse en 2022.

Solo el 15% de los que dijeron que sus familias se habían acercado durante la pandemia estaban deprimidos, en comparación con el 27% de los que no creían que sus familias se habían acercado (Foto: Colprensa)
Solo el 15% de los que dijeron que sus familias se habían acercado durante la pandemia estaban deprimidos, en comparación con el 27% de los que no creían que sus familias se habían acercado (Foto: Colprensa)

En segundo lugar, los adolescentes informaron pasar más tiempo con sus familias y, dadas las asociaciones entre las relaciones familiares positivas y la salud mental, “esto puede haber mitigado los efectos negativos de la pandemia -advierte Coyne-. Con muchos padres trabajando desde casa y la mayoría de las actividades al aire libre canceladas tanto para los padres como para los adolescentes, la mayoría de éstos reportaron más tiempo juntos”. El 56% dijo que pasaba más tiempo hablando con sus padres que antes de la pandemia, y el 54% admitió que sus familias cenaron juntas con más frecuencia. El 46% informó pasar más tiempo con sus hermanos. Quizás lo más sorprendente es que el 68% dijo que sus familias se habían vuelto más cercanas durante la pandemia.

Solo el 15% de los que dijeron que sus familias se habían acercado durante la pandemia estaban deprimidos, en comparación con el 27% de los que no creían que sus familias se habían acercado. De manera similar, el 16% de los que dijeron que pasaban más tiempo hablando con sus padres estaban deprimidos, en comparación con el 23% que informó que pasaban el mismo o menos tiempo hablando con sus padres. Finalmente, el 16% de los adolescentes que informaron que cenaron con su familia con más frecuencia durante la pandemia estaban deprimidos, en comparación con el 22% que informaron una frecuencia estable o decreciente de cenas familiares. Tanto antes como durante la pandemia, los adolescentes de familias biparentales tenían menos probabilidades de estar deprimidos. “Esto es consistente con otras investigaciones sobre el bienestar infantil y sugiere que los adolescentes en familias con dos padres tienen más probabilidades de beneficiarse de la atención adicional y los recursos financieros que dos padres pueden invertir en los adolescentes”, aportó Twenge.

Los adolescentes de la encuesta demostraron que tuvieron buenos resultados durante la pandemia, con disminuciones en la depresión y la soledad y solo pequeños aumentos en la infelicidad y la insatisfacción con la vida. “Aunque estaban preocupados por la salud, los factores económicos estresantes y la incertidumbre, estos desafíos aparentemente fueron compensados por aumentos en el tiempo para dormir y el tiempo en familia -continúa Twenge-. Sin embargo, la depresión, la soledad y la infelicidad todavía se encuentran en niveles inaceptablemente altos”. Aunque la pandemia no pareció empeorar estas tendencias, la salud mental entre los adolescentes estaba sufriendo antes de la pandemia, y la depresión alcanzó niveles sin precedentes.

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