
¿Cuántas personas han tomado las calles para protestar en el Perú en los dos últimos meses? ¿10 000? ¿14 000? ¿20 000? No podemos saberlo con rigor estadístico.
Si hubieran sido 24 760 personas las que han protestado, este número solo representaría el 0,1% de la población electoral peruana (RENIEC, 2022).
Así es, una muy reducida minoría que con el método de la violencia extrema quiere imponer una agenda al país, un destino político a más de 33 millones de peruanos que en su inmensa mayoría quiere paz, trabajo y hacer vida en familia.
Ese destino es un Estado totalitario, sin libertades de ningún tipo, con el dominio de una casta de burócratas que como en Venezuela, Nicaragua o Cuba, solo buscan llenarse los bolsillos con el dinero de las arcas públicas, junto a una población cada vez más empobrecida. Un Estado sin inversiones ni empleo, con mucha pobreza.

En esa minoría que protesta hay muchas personas honestas que consideran que hacen reclamos legítimos, y tienen toda la razón, sus reclamos son totalmente justos y urgentes. Pero detrás de ellos, claramente está el terrorismo del siglo 21 (con nuevo formato y nuevos socios), el narcotráfico, la minería ilegal y el contrabando, entre otros intereses ilícitos que financian la insurgencia para apoderarse del país.
Los estrategas de esta subversión quieren un país dominado por interese ilícitos, quieren la cancha libre para su accionar delictivo.
Con el método de la violencia extrema, han creado una guerra civil molecular disipada, atacando en todo el territorio nacional, mediante acciones físicas contra la policía, ataques contra las instituciones del Estado, los activos estratégicos públicos, la propiedad privada, la vida y la salud de las personas. También impiden el libre tránsito y el derecho al trabajo, y usan el chantaje y la amenaza como método para amedrentar a los más pobres.
El Estado peruano no ha respondido con la suficiente energía a la subversión, pero todavía el gobierno está a tiempo de declarar estado de sitio en las regiones de mayor violencia, para garantizar la estabilidad del país y la paz y el derecho al trabajo de las personas. Es obvio que toda acción para enfrentar y derrotar la subversión, debe darse en el marco de la Constitución y la ley.
Esta es la tiranía del 0,1%, ni más ni menos.

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