Las expectativas económicas son como la profecía autocumplida

¿Cuál cree que será el desempeño de la economía en los próximos 3 meses? Si la mayoría piensa que la situación empeorará y actuamos pensando en ese escenario, pues, es casi seguro que estaremos frente a una profecía autocumplida.

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Imagen de archivo de gente comprando en el mercado central de Lima, luego de que Perú extendió un confinamiento a nivel nacional en medio de un brote de COVID-19, en Lima, Perú. 8 de mayo, 2020. REUTERS/Sebastian Castaneda
Imagen de archivo de gente comprando en el mercado central de Lima, luego de que Perú extendió un confinamiento a nivel nacional en medio de un brote de COVID-19, en Lima, Perú. 8 de mayo, 2020. REUTERS/Sebastian Castaneda

La reciente encuesta de expectativas circulada por el Banco Central de Reserva del Perú entre los empresarios muestra que están deprimidas*, siendo la principal causa de esta situación los factores internos, más que los factores externos. Pese a tener extraordinarias condiciones globales como el precio de los metales, principalmente el cobre, las expectativas y la inversión privada no son optimistas.

Sin expectativas favorables, o por lo menos estables, las empresas no incrementarán sus inversiones. También es poco probable que usted, amable lector, no se animaría a comprar un activo de largo plazo, a través de un crédito, y menos si este financiamiento viene en dólares.

Se podría pensar que lo descrito no es relevante, pero las expectativas son realmente una piedra angular en la economía. Piense en lo que nos ha sucedido durante este siglo. El Perú nunca ha estado exento de problemas políticos, pero el modelo económico quedaba a salvaguarda, casi como un pacto de las fuerzas políticas de que esto no cambiaría.

Pero hoy en día, a pesar de que las encuestas dicen que el cambio de constitución no está en la prioridad de los peruanos, si lo está en la agenda del Gobierno, generando un fuerte sismo económico. Este cambio no tiene que suceder para que todos detengamos el lapicero. Solo el surgimiento de un riesgo provoca que nuestras decisiones se anticipen, o que nuestras expectativas se deterioren. Basta ver lo que viene sucediendo actualmente en la bolsa de valores y en el tipo de cambio. Las expectativas tienen efecto inmediato en los agentes económicos y generan un golpe certero en las finanzas domésticas.

Cambiar la situación descrita es un escenario poco probable porque amerita realizar pactos políticos que, al parecer, a quienes están hoy en el Gobierno y en el Congreso, no interesa. A pesar de que el modelo económico no cambie, el daño ya está hecho. Volver a confiar en que el Perú es respetuoso y promotor de las inversiones, de que es capaz de firmar acuerdos de largo plazo, etc., tomará su tiempo. En el supuesto de que volvamos a una estabilidad económica, lo que se necesitará es lograr convencer a los inversionistas que tengan condiciones seguras para trabajar, y es allí donde se podrían concretar nuevos proyectos. Si lo traducimos a tiempo, esto podrían ser ocho años por delante.

A esta situación, por su puesto, se agrega el contexto externo, que sigue provocando fuertes presiones inflacionarias. Los más afectados serán los más vulnerable, qué duda cabe. La inflación promedio interanual del Perú ha marcado un preocupante 8.62%, pero son los alimentos y el transporte los que más han subido, 15.14% y 10.71%, respectivamente. Sin embargo, hay ciudades como Huaraz, Chachapoyas, Puerto Maldonado, Chiclayo, que han superado el 12%.

Lo más preocupante es que esta inflación va acompañada de una baja en el crecimiento, que se acerca cada vez más al 2% y, que aún es positiva debido al alto precio del cobre, un aspecto favorable que viene del exterior, en medio de tantas malas noticias.

En un contexto de alta inflación, bajo crecimiento económica, precarización del empleo e incertidumbre, cabe preguntarse si todo está perdido. Pues bien, aún hay buenas noticias: la alta probabilidad de que el precio del cobre aún se mantenga un par de años más. Esperemos que, en este lapso, los peruanos tengamos la madurez de recomponer nuestra economía y generemos consensos que permitan lograrlo.

(*) En abril, los indicadores de situación actual y de expectativas empresariales se deterioraron al punto que solo cinco indicadores de un total de 18 se encuentran en el rango optimista.

Expectativas macroeconómicas
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Ana Reátegui firma
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