Legalidad y acuerdos: los principios del gobierno de Biden no necesariamente coinciden con las prácticas de la 4-T

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Fotos: Presidencia de México - Reuters.
Fotos: Presidencia de México - Reuters.

Finalmente, después de cuatro largos años, se termina la administración Trump. La dupla Biden y Harris logró lo que muchos, con tristeza y desesperación, creíamos que no veríamos sino hasta el 2024: ver partir a Trump de la Casa Blanca.

Entre quienes pensaron que a Trump le quedaba un periodo más, estuvo el presidente López Obrador. Lo digo no sólo por el trabajo que le costó aceptar la victoria de Biden, sino porque cada vez que se reunió con Trump, nos hizo saber el supuesto gran entendimiento que había entre ellos, sin importarle los continuos desplantes que la administración de Trump mostró hacia México. El presidente nos aseguró públicamente que los planes binacionales en el terreno migratorio, de comercio exterior, energético, de seguridad y en general de todos los temas de la agenda, estaban alineados para ambos países; ello, claro está, que en varios temas México fuera el gran perdedor.

No obstante lo feliz que hubiera parecido la relación personal entre Trump y López Obrador, las tensiones entre México y Estados Unidos eran y siguen siendo evidentes, todas maniobradas por la cancillería y por otros secretarios de estados y funcionarios de alto nivel. Sin embargo, será en los próximos días cuando veremos, con mucha más claridad, los pendientes y oportunidades con nuestros vecinos.

Los medios internacionales han reportado que el presidente electo Biden piensa dar un golpe de timón en los primeros días de su administración en diversos temas. Varios tocarán directamente la relación con México, entre ellos, el tema de la corrupción (y de la ligereza con la que se aborda en nuestro país) el cual seguramente será, uno de los que más afectará la forma en la que se aborden los restantes.

Respecto de la relación comercial entre nuestros países, el capítulo 27 del T-MEC —sobre anticorrupción— será, sin duda, una de esas referencias de la que escucharemos más a menudo durante la administración de Biden. Este asunto, en conjunto con el tema laboral, serán, auguro, los que mayores dolores de cabeza darán a la administración de López Obrador.

Recordemos que el presidente López Obrador proviene de una cultura política en la que los tratados internacionales eran simples compromisos de buena fe, que no tenían el mismo estatus de una ley interna y que no eran vinculantes. Durante muchas décadas el Estado mexicano suscribió acuerdos con la premisa tácita de que nos les daría cumplimiento. Lo que el presidente no quiere entender es que el T-MEC tiene un estatus jurídico superior a las leyes federales.

El otro dolor de cabeza será la cooperación bilateral en el tema de seguridad. El caso del general Cienfuegos le dirá mucho a Biden sobre cómo se han manejado estas cosas bajo el gobierno de López Obrador. Tal vez sea éste el caso que abra de nuevo la discusión respecto de la necesidad de una Corte Internacional Anticorrupción, aunque sabemos que nuestros vecinos del norte no son especialmente proclives a participar en este tipo de órganos internacionales.

Lo que debemos recordar es que muchas de la prebendas y concesiones que Trump le dispensó a México respondían a los intereses particulares de Trump y esto ya se acabó. Regresaron quienes consideran que uno de los elementos que define “ser estadounidense” —al menos en el discurso— es el respeto a la legalidad y a los acuerdos, principios que no necesariamente coinciden con las prácticas de la 4T.

A ver cómo nos va.

Directora Ejecutiva de la Iniciativa de Transparencia y Anticorrupción de la Escuela de Gobierno y Transformación Pública del Tec de Monterrey.

Las opiniones de la autora no representan la opinión de la Iniciativa de Transparencia y Anticorrupción de la EGobiernoyTP.