Crisis en Perú: hay motivos para ser optimista

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Manifestantes celebran la decisión de Vizcarra en Lima (AP Photo/Martin Mejia)
Manifestantes celebran la decisión de Vizcarra en Lima (AP Photo/Martin Mejia)

La crisis que enfrenta Perú pone en evidencia el alto grado de polarización de la política de ese país. También el serio desprestigio de las instituciones por casos de corrupción. Una encuesta del Instituto de Estudios Peruanos señala que un 82% de la población no se sentía representada por el Parlamento y un 70% apoyaba el cierre del Congreso. Esos números probablemente reflejen la desilusión de la opinión pública sobre una corrupción sistémica con varios ex presidentes presos vinculados al Lava Jato y un parlamento que se negaba a cooperar para acelerar un proceso de mayor transparencia judicial. El recurso constitucional (artículo 133) promovido por el presidente Martin Vizcarra de disolver el Poder Legislativo, dominado por el partido opositor fujimorista Fuerza Popular, y convocar a elecciones, parece traducir ese proceso de antagonismo político y descrédito.

Sin embargo, todo conflicto entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo en América Latina es siempre materia de preocupación. Perú ya atravesó en 1992 de un antecedente de cierre del parlamento que desembocó en la dictadura de Fujimori con el pretexto de la lucha contra el terrorismo. Aunque no es previsible que se repita una situación similar al haberse convocado a elecciones el 26 de enero del 2020, las razones que llevaron a la disolución del parlamento por parte del presidente Vizcarra necesitarían de mayor clarificación para asegurar la legalidad y legitimidad de lo actuado y evitar el riesgo que pueda viciar el próximo proceso electoral. La Secretaría de la Organización de Estados Americanos he emitido un comunicado solicitando que la Corte Suprema del Perú se pronuncie al respecto.

La fragilidad de la democracia peruana y el desaliento de la población sobre las instituciones del sistema democrático quedan en evidencia por el simple hecho que todos los presidentes del actual ciclo democrático del Perú están presos por el caso Odebrecht, salvo Alan García que se suicidó. También la líder principal de Fuerza Popular, Keiko Fujimori, se encuentra procesada por sospechas de lavado de dinero. La mayoría de la prensa peruana reconoce que algunas campañas políticas en el Perú han estado financiadas por Venezuela y Brasil.

Un reciente artículo del The New York Times se preguntaba si la democracia peruana podría sobrevivir a décadas de corrupción. Los últimos acontecimientos muestran que la duda tiene su fundamento mientras no se logre mayor solidez y transparencia en las instituciones incluyendo en particular al Poder Judicial para combatir el flagelo de la corrupción.

Sin embargo, existen motivos fundados para el optimismo y la confianza. Perú logró con éxito vencer al grupo terroristas del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru y Sendero Luminoso, concluir conflictos con sus vecinos, superó la hiperinflación, alcanzó un crecimiento económico sostenido e inicio un proceso ponderable de reducción de la pobreza. En este contexto, es de esperar que pueda también fortalecer su democracia y limpiar su política impregnada de la trama de la corrupción.

El autor fue vicecanciller de la Nación