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Sentado sobre un puente, el pescador indonesio Sadam Husen teme por su gente, que podría verse desalojada de su tierra ancestral para dejar lugar a un multimillonario proyecto financiado con capitales chinos.
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El gobierno indonesio dijo recientemente a los 7.500 habitantes de la isla Rempang, en el estrecho de Malaca, que se preparen para salir a fines de septiembre.
Los pobladores y sus familias viven en esta isla desde hace más de un siglo, en su mayoría como pescadores.
Pero el plan del gobierno es reubicarlos en otro sitio para construir allí una planta de procesamiento de arena de cuarzo, utilizada en la fabricación de vidrio y paneles solares.
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Los expertos advierten que el proyecto los dejará sin empleo y podría acabar con su modo de vida.
“La situación se está volviendo más tensa”, comentó Husen, un isleño de 32 años que ha protestado pacíficamente contra los planes de desalojo. “Lo más importante es salvar nuestro poblado (...) No he podido dormir desde hace un mes pensando en mi aldea”.
Yakarta dice que una de las mayores fabricantes mundiales de vidrio y paneles solares, la china Xinyi Glass, invertirá 11.600 millones de dólares en la planta tras un acuerdo alcanzado en julio entre el presidente Joko Widodo y su par chino, Xi Jinping.
Pero las protestas multitudinarias no se hicieron esperar.
En la isla de Batam, vecina de Rempang y situada frente a Singapur, las manifestaciones ante las oficinas gubernamentales terminaron en enfrentamientos con la policía.
Según las autoridades, los manifestantes lanzaron cócteles Molotov, piedras y botellas de vidrio, y la policía respondió con gas lacrimógeno y cañones de agua.
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Vidas amenazadas
El gobierno indonesio afirma que la planta transformará la isla en una “ciudad ecológica” que atraerá miles de empleos y miles de millones de dólares en inversiones para el año 2080.
De momento, las protestas parecen dar resultado, aunque sea para ganar tiempo.
El gobierno sugirió trasladar a los pobladores a otros sitios de Rempang en lugar de sacarlos por completo de la isla, y aplazó la fecha inicial de desalojo del 28 de septiembre.
Aunque no hay fecha nueva, los pobladores dicen que es cuestión de tiempo antes de ser expulsados.
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“Su existencia está indudablemente amenazada por este proyecto. La comunidad pesquera será severamente amenazada”, advirtió Parid Ridiculizan, activista de la ONG Walhi. “Los pescadores de la isla Rempang desaparecerán”, aseguró.
La isla de 17.000 hectáreas, ubicada en una de las rutas marítimas más transitadas del mundo, es rica en arena de cuarzo utilizada en paneles solares.
El gobierno prometió a las familias terrenos de 500 metros cuadrados y casas de 45 metros cuadrados, por un valor de unos 7.800 dólares.
“Todos entendemos que Indonesia necesita dinero y una forma de obtenerlo es mediante inversiones”, comentó a AFP Muhammad Rudi, alcalde de la ciudad de Batam. “Si (los chinos) se asustan y se van, ¿qué será de Rempang?”, preguntó.
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Pero los residentes afirman que no han recibido garantías de que recibirán la compensación. “Hasta ahora es solo habladuría”, declara Timo, un dirigente comunal de 67 años, quien al igual que muchos indonesios tiene un solo nombre.
Clima de miedo
En las calles de Batam y Rempang hay una fuerte presencia policial y militar, en especial cerca de Sembulang, uno de los pueblos bajo órdenes de evacuar.
Una vecina no identificada dice que la policía y agentes del gobierno tocan las puertas urgiendo a las personas a dejar sus casas. “Temo que entren a mi casa en medio de la noche sacarme”, declaró.
Pero el alcalde Rudi niega que su personal intimide a los pobladores.
Amnistía Internacional dijo a AFP que la policía “creó un clima de temor”.
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Según Walhi, el proyecto podría dañar la vida marina de Rempang, contaminar la zona y sobreexplotar su arena.
Los pobladores también temen que los posibles empleos vayan a trabajadores chinos.
Timo dice temer por las sepulturas de sus familias y su posible profanación por la construcción del proyecto.
“Nunca vamos a querer ser reubicados“, aseguró. “Nos pesa el corazón. Para nosotros éste es el precio final”.
(Con información de AFP)
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