Ataques de Israel buscaron evitar que Siria reconstituya su programa de armas químicas

Las Fuerzas de Defensa de Israel atacaron instalaciones sirias donde se presume que el régimen de Bashar al Assad buscaba relanzar su programa de armas químicas, según fuentes de inteligencia con conocimiento de los operativos desplegados en junio y el año pasado.

Es habitual que Israel despliegue operativos sobre territorio sirio, sin reconocerlos públicamente. No obstante, suelen ser incursiones contra milicias iraníes o destinadas a evitar el envío de armas por parte de Teherán. En los dos ataques en cuestión, según reportó este lunes el Washington Post, el objetivo fue destruir instalaciones militares que estarían vinculadas al programa de armas químicas del país, que habría renovado la producción de agentes nerviosos mortales.

Si Al Assad, dictador conocido por usar armas químicas sobre su propia población durante la larga guerra civil, lograse reconstituir el programa científico-militar, sería una amenaza directa para la seguridad de Israel y otros países de la región. De hecho, el arsenal químico de antaño tenía como principal destino ser utilizado en una eventual guerra con Israel. “Es un arma estratégica para el régimen”, dijo un funcionario de inteligencia occidental consultado por el Post.

Las preocupaciones se desataron luego de recibir un informe de inteligencia que reportó que Siria logró importar un producto químico clave que puede ser utilizado para hacer gas sarín mortal: fosfato tricálcio, conocido como TCP. De por sí, el material puede tener usos no militares, pero también puede convertirse fácilmente en tricloruro de fósforo, que está prohibido de importarse a Siria por ser precursor de varios agentes nerviosos. Para los agentes israelíes, estaba claro que la compra formaba parte de los esfuerzos para reconstruir la capacidad de desarrollar armas químicas, según comentaron al Post cuatro funcionarios de inteligencia actuales y anteriores de Estados Unidos y Occidente con acceso a información del caso en el momento del operativo más reciente.

Así, el primero de los ataques fue lanzado el 5 de marzo de 2020 contra un complejo en Homs, a 160 kilómetros de Damasco y antiguo centro de producción de estas armas. Se cree que el destino del TCP era una unidad militar conocida como Rama 450, una división del principal laboratorio militar sirio, el Centro de Estudios e Investigación Científica, que supervisaba la producción desde los años 80 hasta la desmantelación oficial del programa en 2014.

El 8 de junio fue el segundo ataque aéreo, un bombardeo a un búnker de almacenamiento militar cerca de An Nasiriyah y otros dos lugares cerca de Homs. Se cree que uno de estos puntos era una instalación auxiliar para el laboratorio militar. En ese ataque murieron siete militares, incluyendo el coronel sirio Ayham Ismail, que fue honrado como “héroe martir” por la propaganda local.

Aunque no queda claro el alcance de los ataques, el objetivo era que sean operativos preventivos para eliminar la capacidad de producción antes que puedan fabricar las armas, indicaron las fuentes al Post. Ello debía ocurrir con cierta prisa, ya que si el bombardeo se realiza cuando ya fueron producidas, corre el riesgo de esparcir fases letales por las ciudades cercanas.

La comunidad internacional ha reclamado al régimen de Al Assad mayor transparencia sobre su tenencia y uso uso de armas con propiedades tóxicas.

La Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) reclamó hace unos días que Siria sigue sin declarar su arsenal y sin acoger a los investigadores de la OPAQ en su territorio. Al Assad niega haberlas utilizado y asegura que ha entregado todos su arsenal para que sea supervisado internacionalmente, en virtud de un acuerdo alcanzado en 2013, cuando se unió a la OPAQ tras un supuesto ataque con gas sarín que mató a 1.400 personas en las afueras de Damasco.

Pero en abril, los Estados miembros de la OPAQ votaron a favor de la suspensión del derecho de voto de Siria, tras una investigación que le acusaba de nuevos ataques con gas.

“Siria todavía tiene un arsenal de armas químicas, conserva la capacidad de producir armas químicas hoy en día y tiene la capacidad de llevar a cabo ataques con armas químicas contra civiles”, dijo Steve Kostas, un abogado de la Open Society Justice Initiative, una ONG que busca el enjuiciamiento de los autores de la guerra química, consultado por el Post.

Tras la evacuación de unas 1.300 toneladas de agentes químicos, sacadas de Siria para ser destruidas, Assad ha continuado utilizando estas armas contra bastiones rebeldes, principalmente el cliro industrial común, y también gas sarín.

Greg Koblentz, profesor asociado y experto en biodefensa de la Escuela de Políticas Públicas y Gobierno Schar de la Universidad George Mason, dijo al Post que la compra de Siria de fosfato tricálcio parece creíble por el historial del régimen de incumplir sus obligaciones del tratado internacional. “Siria ha estado ocultando componentes clave de su programa de armas químicas desde que firmó la Convención sobre Armas Químicas en 2013″, dijo Koblentz. Es una posibilidad que el dictador haya preservado sus armas como una especie de póliza de seguro en caso de que caiga el régimen ante los rebeldes, pero ahora que controla la mayoría del territorio “tiene sentido que el régimen de Assad quiera reconstruir su programa de armas químicas para que sirva de nuevo como disuasión estratégica contra su adversario de siempre, Israel.”

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