A 80 años de su confiscación, las propiedades de los judíos en Polonia siguen sin ser restituidas

El parlamento polaco aprobó una controvertida ley que dificulta la recuperación de los bienes expropiados por los nazis. El gobierno de Varsovia cree que el costo lo tiene que pagar Alemania

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Edificio histórico donde funcionó la resistencia judía en el Gueto de Varsovia. Este y centenares de propiedades en esa zona de la capital polaca son reivindicadas como propias por los descendientes de los propietarios judíos exterminados en los campos de concentración.
Edificio histórico donde funcionó la resistencia judía en el Gueto de Varsovia. Este y centenares de propiedades en esa zona de la capital polaca son reivindicadas como propias por los descendientes de los propietarios judíos exterminados en los campos de concentración.

Son edificios magníficos, elegantes, recuperados que se pueden ver junto a otros derruidos y mantenidos como marca histórica. Están por todo el ex barrio judío de Varsovia, desde la sinagoga Nozyk a la plaza Grzybowski. En la calle Marszalkowska quedan cuatro ejemplos, en los números 7, 9, 12 y 14, de lo que fueron unas increíbles casas del siglo XIX. Son las viviendas, comercios y talleres de las familias judías que habitaban en el corazón de la capital polaca. También, las sombras que reflejan el lado oscuro del alma humana, la prueba viviente no sólo de la devastación que sufrieron en esta parte de la ciudad sino en toda Polonia. Muchos de esos edificios están en disputa desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Pertenecían a las familias que componían la comunidad de 350.000 judíos (el 30% de la población) que vivían en Varsovia cuando comenzó la ocupación nazi. Eran parte de los 3,3 millones judíos que habitaban en todo el país. El 90% de estas personas fueron asesinadas en el gueto que los alemanes levantaron en ese barrio varsoviano así como en los campos de concentración. Sus hogares siguen allí en pie y vuelven a ser el epicentro de una confrontación que lleva ya casi 80 años.

Las casas fueron ocupadas por otros polacos y colectivizadas durante el régimen comunista. Con la caída del Muro de Berlín y el retorno de Polonia a una Europa democrática, los reclamos por las propiedades se incentivaron. También la resistencia de los nacionalistas polacos que no creen que deben compensar a nadie ya que en esa época el país estaba ocupado por la Alemania nazi. Hace dos semanas, el Sejm, la cámara baja del Parlamento polaco aprobó un proyecto de ley que modifica las normas de restitución de bienes, que dificulta la recuperación de las propiedades confiscadas a los judíos. Algo que provocó un enfrentamiento diplomático entre Israel y Polonia con el llamado para consultas de los embajadores, protestas desde Washington y Bruselas y el estupor de cientos de miles de familiares de los dueños de las propiedades que buscan reivindicar el derecho de sus antepasados.

“¿Cuánto tiempo pasó desde que mis abuelos fueron desalojados de su apartamento amplio y bien cuidado en una de las calles principales de Lodz, en Polonia, hasta que el portero polaco y su familia entraron y se apoderaron de su casa? ¿Una hora? ¿Un día? ¿Una semana?”, se pregunta la periodista Shoshana Hen en un artículo publicado en el sitio “ynet”. “Cuando visité el edificio hace unos años, y todavía estaba allí la marca del lugar que había ocupado la mezuzá, no tuve coraje para subir hasta el segundo piso y ver quién vivía allí. ¿Estará todavía sobre el mueble el candelabro de Shabat de mi abuela, asesinada en Treblinka? El mismo que un día mi madre reconoció, cuando regresó a su casa una vez terminada la Segunda Guerra Mundial, y fue amenazada de muerte si no se iba de inmediato”.

Jóvenes judíos de todo el mundo visitan el campo de concentración de Auschwitz, in Brzezinka, Polonia. Los descendientes de los asesinados en ese campo piden una reivindicación histórica y que le restituyan las propiedades de sus antepasados. REUTERS/Kacper Pempel
Jóvenes judíos de todo el mundo visitan el campo de concentración de Auschwitz, in Brzezinka, Polonia. Los descendientes de los asesinados en ese campo piden una reivindicación histórica y que le restituyan las propiedades de sus antepasados. REUTERS/Kacper Pempel

El año pasado, en el 75º aniversario de la liberación de Auschwitz, Polonia fue condenada por ser el único país de la Unión Europea que no había legislado sobre la restitución de propiedades. En 2016, el gobierno polaco había aceptado que permitiría reclamaciones de propiedad sobre 2.613 inmuebles en Varsovia. Pero dio apenas un plazo de seis meses para presentar los documentos mientras la burocracia estatal hizo el resto para que casi ninguna de las casas pasara a manos de sus legítimos propietarios. La Organización Judía Mundial para la Restitución (WJRO) tiene una base de datos con 2.600 direcciones compiladas por la Municipalidad de Varsovia con los nombres y apellidos de los propietarios originales, que figuran en directorios oficiales de las décadas de 1930 y 1940. Y esto hay que multiplicarlo por cada ciudad, pueblo y campos agrícolas de todo el territorio polaco. Una investigación de la Deutsche Welle reveló una evaluación realizada por el gobierno israelí hace 14 años en la que los expertos determinaron que las propiedades sin dueño de las que se apoderó el régimen comunista en Polonia tenían un valor combinado de unos 30.000 millones de dólares, con un total de aproximadamente 1.70.000 propiedades privadas.

A su vez, Polonia reclama a Alemania una compensación por la destrucción durante la ocupación que alcanza a los 850.000 millones de dólares. Durante esos años fueron asesinados seis millones de polacos, entre los que se encuentran los tres millones de religión judía. Muchos polacos católicos perecieron ayudando a escapar a sus vecinos y amigos judíos. Y la resistencia polaca proveyó de armas, inteligencia y combatientes durante el levantamiento del gueto de Varsovia y otros intentos de liberación. Pero desde 2015, con el ascenso del ahora partido gobernante, el nacionalista y ultraconservador Ley y Justicia (PiS), el ejecutivo polaco mantiene que el país fue una víctima más durante la Segunda Guerra y que no debe cargar con ninguna obligación financiera. Días antes de las elecciones del año pasado, este debate resurgió, tras lo cual el presidente Andrzej Duda dijo que nunca permitiría una compensación por las propiedades judías que fueron arrebatadas durante la guerra. ”No se pagarán indemnizaciones por propiedades sin dueño... Nunca firmaré una ley que privilegie a ningún grupo étnico frente a otros. Los daños deben ser pagados por el que empezó la guerra”. En 1953, los entonces gobernantes comunistas de Polonia renunciaron a todas las reclamaciones de reparaciones de guerra bajo la presión de la Unión Soviética, que quería liberar a Alemania Oriental, también satélite soviético, de cualquier responsabilidad. El PiS dice ahora que ese acuerdo no es válido porque Polonia no pudo negociar una compensación justa.

Pero al mismo tiempo, hay presiones para que esas mismas medidas no sean traspasadas al derecho de los dueños originales de las propiedades en conflicto. En febrero de este año, los prestigiosos historiadores Jan Grabowski y Barbara Engelking fueron acusados ante la justicia de supuesta “difamación a la nación polaca”, una figura que introdujo en el código penal el PiS. La “Ley del Holocausto” prohíbe culpar a Polonia por los crímenes del Holocausto. Detrás de la denuncia está la llamada Liga de la Buena Fama, organización que forma parte de la falange de asociaciones nacionalistas creadas, financiadas y apoyadas por la propaganda gubernamental para ofrecer una “verdadera” historia nacional de Polonia frente a sus detractores.

El presidente polaco Andrzej Duda se opone a cualquier compensación por los bienes de los judíos polacos confiscados durante la Segunda Guerra Mundial. Dice que Polonia fue una víctima más y que lo tiene que pagar Alemania. EFE/EPA/Lukasz Gagulski.
El presidente polaco Andrzej Duda se opone a cualquier compensación por los bienes de los judíos polacos confiscados durante la Segunda Guerra Mundial. Dice que Polonia fue una víctima más y que lo tiene que pagar Alemania. EFE/EPA/Lukasz Gagulski.

En 2018, tras las críticas internacional, el gobierno polaco se vio obligado a eliminar partes de esta ley del Holocausto que imponía penas de cárcel a las personas que sugirieran que la nación era cómplice de los crímenes nazis. El ministro de Asuntos Exteriores de Israel, Yair Lapid, calificó la legislación de “vergüenza”, mientras que la embajada del país en Polonia emitió un comunicado en Twitter en el que afirmaba que “haría imposible” la devolución de los bienes incautados y dificultaría la búsqueda de compensaciones por parte de las familias. Estados Unidos se unió a Israel para criticar la medida de Polonia. “La decisión del Parlamento polaco es un paso en la dirección equivocada. Instamos a Polonia a no sacar adelante esta legislación”, dijo en Twitter el portavoz del Departamento de Estado estadounidense, Ned Price. Y el 27 de junio, Israel convocó al embajador de Polonia para expresar su “profunda decepción” por la aprobación de la ley en la cámara baja del parlamento del país. Recíprocamente, el Ministerio de Asuntos Exteriores polaco convocó al encargado de negocios de Israel en Varsovia.

Un buen ejemplo de lo que está en juego en esta controversia lo da el escritor canadiense Menachem Kaiser que escribió “Plunder, A Memoir of Family Property and Nazi Treasure”, el libro en el que cuenta su reciente búsqueda del departamento que tenía su abuelo en Sosnowiec una ciudad industrial del sur de Polonia. Maier Menachem Kajzer, era el único sobreviviente del Holocausto de su familia, y había intentado recuperar la propiedad durante toda su vida. Cuando murió, fue su nieto el escritor quien continuó la búsqueda. Tenía documentos para había que actualizarlos y corroborarlos. Finalmente llegó con emoción frente a la dirección de Malachowskiego 12, en Sosnowiec, para enterarse que ese departamento había sido comprado por su bisabuelo como una inversión y lo había puesto a nombre de su hijo Maier. La casa familiar estaba en pie unas cuadras más allá, era mucho más imponente y también había sido ocupada cuando se llevaron a todos los Kajzer al campo de exterminio de Treblinka.

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