Cómo los “titanes tech” chinos pasaron de ser mimados como “rock stars” a defenestrados por el régimen

El castigo a Jack Ma, fundador de Alibaba y máximo símbolo del emprendedorismo tecnológico en China, ilustra la creciente vocación de control de Xi Jinping, que está avanzando sobre un sector que antes parecía intocable

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Jack Ma actúa en el escenario durante la fiesta del 20º aniversario de Alibaba en un estadio en Hangzhou, provincia de Zhejiang, el 10 de septiembre de 2019 (REUTERS/Stringer/File Photo)
Jack Ma actúa en el escenario durante la fiesta del 20º aniversario de Alibaba en un estadio en Hangzhou, provincia de Zhejiang, el 10 de septiembre de 2019 (REUTERS/Stringer/File Photo)

Focalizado en maximizar el crecimiento económico y en ocupar un lugar importante en la competencia tecnológica global, el régimen chino mimó durante muchos años a los empresarios del sector tech. Bajo su amparo, muchos se convirtieron en verdaderos titanes, admirados por el público casi como si fueran rock stars.

Pero algo cambió en el último tiempo. Obsesionado con el control total, Xi Jinping empezó a ver con preocupación el tamaño alcanzado por algunas empresas y por sus dueños, cuya riqueza desmedida pasó a ser cada vez más incómoda por el efecto comparativo con las condiciones de vida de la gran mayoría de los chinos. En este contexto, los que antes eran preferidos del régimen se transformaron en blanco de investigaciones, castigos y hasta campañas de hostigamiento que ninguno de ellos hubiera imaginado.

El emblema de este proceso es, sin dudas, Jack Ma. El cofundador del gigante del e-commerce Alibaba, de 57 años, era hasta el año pasado el principal magnate de China. Con una fortuna valuada en USD 38.800 millones, ocupaba el puesto 17 a nivel mundial, según el ranking Forbes.

Un empleado junto al logotipo de Ant Group, la filial financiera de Alibaba, el 24 de enero de 2018 (REUTERS/Shu Zhang/File Photo)
Un empleado junto al logotipo de Ant Group, la filial financiera de Alibaba, el 24 de enero de 2018 (REUTERS/Shu Zhang/File Photo)

Este empresario que comenzó siendo profesor de inglés y que terminó revolucionando a la sociedad china, se había transformado en una verdadera estrella por su particular historia de vida, por el hecho de haberse “hecho a sí mismo” y por su carisma. Hasta cantó con la ídola pop china Faye Wong, creó su propio reality show y en 2017 actuó en una película, On That Night... While We Dream (“En esa noche... Mientras soñamos”), en la que interpretó a un maestro del kung fu.

Pero nada es para siempre. Con la desaceleración económica que experimenta China desde hace un tiempo —comparada con el ritmo frenético de expansión de la primera década de este siglo— las desigualdades sociales se hicieron más evidentes y los grandes ganadores del modelo dejaron de ser tan admirados como antes. Esos sentimientos comenzaron a ser estimulados por los órganos de prensa de un régimen que mira con creciente desconfianza la influencia alcanzada por algunos de estos empresarios. En las redes sociales, cuentas vinculadas al Partido Comunista desempolvaron viejos eslóganes de la era maoísta para referirse a ellos, como “chupasangres capitalistas”.

Xi Jinping en reunión en el Gran Salón del Pueblo el 10 marzo de 2021 (REUTERS/Carlos Garcia Rawlins/File Photo)
Xi Jinping en reunión en el Gran Salón del Pueblo el 10 marzo de 2021 (REUTERS/Carlos Garcia Rawlins/File Photo)

La domesticación del empresariado tech

El quiebre definitivo con Ma se produjo el 31 de octubre pasado, luego del fuerte discurso que dio durante la ceremonia de inauguración de un importante evento comercial. En su presentación, que fue transmitida en vivo por internet, acusó a los bancos de comportarse como casas de empeño y criticó a los reguladores financieros por su aversión al riesgo. Los comentarios fueron como una bomba para las autoridades chinas, que no están acostumbradas a recibir críticas como esas.

El enojo de Ma provenía de las trabas que estaba encontrando para potenciar a su gran apuesta, Ant Group, la firma de servicios financieros de Alibaba. Dos semanas después de la conferencia, los entes reguladores suspendieron abruptamente la Oferta Pública Inicial (OPI) de Ant Group —que antes había recibido luz verde— y anunciaron una investigación antimonopolio contra Alibaba.

Entonces, Ma desapareció durante casi tres meses. No estuvo presente en el episodio final de “Africa’s Business Heroes”, su reality, y su foto fue removida del sitio web del programa. Tampoco participó del encuentro de la Cámara de Comercio de Zhejiang en Shanghai, donde daba un discurso todos los años desde 2016.

Jack Ma pasó casi tres meses sin ser visto (REUTERS/Aly Song/File Photo/File Photo)
Jack Ma pasó casi tres meses sin ser visto (REUTERS/Aly Song/File Photo/File Photo)

Recién reapareció el 20 de enero pasado, en un encuentro virtual con profesores rurales. En el video, publicado en el portal del diario Tianmu News, se lo ve saludando a un centenar de docentes del país asiático seleccionados para un premio. Tuvo alguna aparición pública más en los meses siguientes, pero nada parecido a aquello que lo caracterizaba.

Al mismo tiempo, sus empresas empezaron a sentir el rigor del régimen. Los reguladores impusieron una reestructuración radical en Ant Group y Alibaba recibió una multa antimonopolio récord de 18.200 millones de yuanes (USD 2.840 millones) después de que una investigación descubrió que abusó de su posición dominante en el mercado. Si bien Alibaba reportó dos semanas atrás un aumento de 64% en sus ingresos trimestrales, muy por encima de las previsiones del mercado, el grupo registró una pérdida neta anual atribuible a los accionistas ordinarios de 5.480 millones de yuanes, o USD 1,99 por acción en ADS estadounidenses, en comparación con una ganancia de 3.160 millones de yuanes, o USD 1,16 por ADS, informados en el mismo periodo el año anterior.

El de Jack Ma no es un caso aislado. La presión a la que están siendo sometidos los capitalistas chinos revela dos procesos diferentes, pero complementarios. Por un lado, la voluntad del gobierno de silenciar las disidencias. Por otro, su intento de aumentar el control sobre determinados campos de la economía en los que antes aceptaba una autonomía que ya no está dispuesto a tolerar. Esto último es lo que se ve detrás del avance sobre muchas firmas que crecieron alrededor de internet, como las fintech y las de e-commerce.

El video de la reaparición de Jack Ma en enero

A principios de marzo, la empresa de reparto de comida Meituan, el gigante del comercio electrónico Pinduoduo y el servicio de transportes con conductores Didi Chuxing fueron multados en 1,5 millones de yuanes (USD 200.000) cada uno por competencia desleal. El mes pasado, el principal organismo de control antimonopolio de China difundió declaraciones muy similares de 12 de las principales empresas tecnológicas del país, que se comprometieron a no incurrir en conductas anticompetitivas.

Como Ma, Wang Xing, CEO de Meituan, mordió el polvo luego de manifestar algo que pareció una crítica velada al régimen. La empresa perdió USD 26.000 millones de su valor en dos días después de que publicara oscuros versos de un poema milenario sobre los intentos del primer emperador de China por reprimir la disidencia. Wang borró la publicación y explicó que el mensaje no estaba dirigido al gobierno, pero ya era tarde.

Lo curioso es que tampoco se salvan los que mantienen el perfil bajo. Pony Ma, fundador del conglomerado de medios de comunicación Tencent Holdings, dueño de la aplicación de mensajería Wechat, ha sido citado recientemente por los organismos de control. Es que ser un magnate parece haberse vuelto un problema.

Wang Xing, cofundador, presidente y director ejecutivo de Meituan golpea el gong durante el debut de la compañía en la bolsa de Hong Kong, el 20 de septiembre de 2018 (REUTERS/Tyrone Siu)
Wang Xing, cofundador, presidente y director ejecutivo de Meituan golpea el gong durante el debut de la compañía en la bolsa de Hong Kong, el 20 de septiembre de 2018 (REUTERS/Tyrone Siu)

Son varios los grandes empresarios que cayeron en desgracia, como parte de una campaña que busca aumentar el control sobre sus actividades. Uno de los últimos fue Ren Zhiqiang, un magnate inmobiliario que ya estaba retirado. Estuvo varios meses desaparecido luego de que en marzo criticara al Partido por el manejo de la pandemia y reapareció públicamente cuando se anunció su condena a 18 años de prisión.

La misma pena recibió en 2018 Wu Xiaohui, fundador de la aseguradora Anbang. El delito para él y para la mayoría de los empresarios y funcionarios condenados es corrupción, el pretexto preferido de Xi para arrasar con todos los personajes que lo incomodan. Aún más oscuro fue el caso de Xiao Jianhua, un administrador de activos financieros con muchas conexiones con familiares de altos funcionarios del régimen. En enero de 2017 fue secuestrado del hotel en el que se alojaba en Hong Kong y llevado al continente. Nunca más se supo de él y su firma, Tomorrow Group, fue desmembrada.

Es por eso que muchos observadores sospechan que Colin Huang, fundador de Pinduoduo, se deshizo a propósito de acciones de la compañía para evitar convertirse en el individuo más rico del país. Nadie quiere quedar en el centro de atención de los reguladores, ni hacer nada que pueda hacer sentir al régimen amenazado.

Pony Ma, presidente y consejero delegado de Tencent, asiste a la Conferencia Mundial de Inteligencia Artificial en Shanghái, China, el 17 de septiembre de 2018 (REUTERS/Aly Song/File Photo)
Pony Ma, presidente y consejero delegado de Tencent, asiste a la Conferencia Mundial de Inteligencia Artificial en Shanghái, China, el 17 de septiembre de 2018 (REUTERS/Aly Song/File Photo)

Estos movimientos forman parte del gran proyecto de Xi, que mira con sospecha la autonomía que adquirieron los empresarios y aspira a que todos se encolumnen detrás de los objetivos del Partido. Con eso en mente, presentó en septiembre pasado un manual de comportamiento destinado a representantes del sector privado, en el que se establecen los lineamientos de lo que espera el gobierno de ellos.

Tras alertar sobre los riesgos de que haya pluralidad de intereses y de valores en el mundo de los negocios, el documento dice que es necesario que haya mayor homogeneidad. Para ello, sería indispensable que todos “escuchen y sigan firmemente al Partido”, dice el manual, que fue publicado por la agencia oficial Xinhua.

El propio Xi fue citado por el Diario del Pueblo dando las mismas órdenes a sus funcionarios: “Unifiquen a los miembros del sector privado en torno al Partido y mejoren en la promoción de un desarrollo saludable de la economía privada”. La intención no es erradicar ni reducir el peso del sector privado, pero sí limitar su independencia y conseguir un alineamiento total a las necesidades del Partido y del Estado.

El problema es que esos objetivos pueden ser contradictorios. Los empresarios invierten con la intención de ganar dinero, no para cumplir algún ideal externo. Si el régimen pretende subvertir esta lógica, se arriesga a comprometer un principio básico de cualquier economía capitalista. A largo plazo, esto puede afectar las bases del crecimiento económico del que dependen Xi y el Partido Comunista para conservar su dominio sobre la política y la sociedad china.

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