Quién es el “tío Reiwa”, el monje negro que quiere transformar al Japón golpeado por la recesión

Yoshihide Suga se convirtió en nuevo Primer Ministro con el mandato de modernizar el obsoleto sistema laboral que esclaviza a los hombres y posterga a las mujeres.

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Yoshihide Suga inmediatamente después de ser nombrado nuevo Primer Ministro de Japón en reemplazo de Shinzo Abe. Carl Court/REUTERS
Yoshihide Suga inmediatamente después de ser nombrado nuevo Primer Ministro de Japón en reemplazo de Shinzo Abe. Carl Court/REUTERS

La economía japonesa sufre una caída en picado histórica. El coronavirus podría descontrolarse y forzar un segundo aplazamiento de las Olimpiadas programadas para el próximo año. La agresión militar china está aumentando en la región justo cuando Estados Unidos, el aliado más cercano de Japón, está envuelto en una elección presidencial polarizada. Y el primer ministro Shinzo Abe, que había traído estabilidad al sistema político y liderazgo internacional dejó el cargo un año antes por razones de salud. En ese contexto asumió el poder Yoshihide Suga, un monje negro detrás del poder que promete terminar de “modernizar” un sistema de gobierno que aún se asienta en “papeles y burócratas” a pesar de ser el país más tecnológico del mundo.

Suga, de 71 años, fue la mano derecha de Abe durante los siete años y ocho meses del mandato del líder saliente, y a pesar de eso, muy pocos creían que podría juntar los votos necesarios dentro de su partido para reemplazarlo. Lo consiguió a pesar de su figura tan poco carismática más cercana a un “anime” que a un político. Logró la presidencia del Partido Liberal Demócrata (PLD) con el respaldo de 377 de los 535 diputados y delegados provinciales que participaron de los comicios. Para Suga no fue, precisamente, ganarse la lotería. Japón tiene la mayor carga de deuda del mundo desarrollado en relación con el tamaño de su economía y gastó cifras extraordinarias para estimular la economía golpeada por la pandemia. “Es un trabajo muy pesado el que tiene Suga con la crisis económica, y eso sin contar el cambio estructural y demográfico que son fundamentales para que Japón pueda seguir siendo la tercera economía más grande del mundo”, le dijo al Japan Times, Sheila Smith, del Consejo de Relaciones Exteriores en Washington.

Este hombre al que es muy difícil entrever algún sentimiento por sus expresiones faciales, estuvo seis años dando un informe diario a la prensa como Jefe de Gabinete del gobierno de Abe. Y a pesar de eso, muy poca gente lo podía reconocer por la calle. Hasta que en abril del año pasado se hizo famoso cuando anunció muy serio, mostrando un cuadro con un ideograma en el que se leía “reiwa” (armonía), el nombre de la Nueva Era por la que se conocería el mandato del nuevo emperador. A partir de entonces, pasó a ser conocido como Reiwa Ojisan (“tío Reiwa”).

Yoshihide Suga, conocido popularmente como "tío Reiwa, agradece a sus colegas del partido en el momento de ser nombrado como el nuevo primer ministro japonés. REUTERS/Kim Kyung-Hoon.
Yoshihide Suga, conocido popularmente como "tío Reiwa, agradece a sus colegas del partido en el momento de ser nombrado como el nuevo primer ministro japonés. REUTERS/Kim Kyung-Hoon.

Suga no proviene de ninguna de las grandes facciones del PLD. Es un candidato de compromiso. Es un gestor discreto y disciplinado, que a diferencia de la mayoría de la clase política japonesa no procede de ninguna de las estirpes tradicionales. Los “barones” del partido lo consideran una garantía de continuidad. Pero los que lo conocen aseguran que Suga podría optar por un estilo propio, “seco pero sustancial”. En cuanto al temperamento e historia política Suga y Abe no podían ser más diferentes. Abe fue carismático y visionario, el tecnócrata Suga es discreto y meticuloso. El líder saliente es hijo y nieto de ministros, criado entre las élites tokiotas y acostumbrado desde la cuna a moverse en esos círculos con maestría. El entrante procede de una modesta familia de agricultores de Akinomiya, en el norte del país, y comenzó su vida laboral fabricando cajas de cartón. Se pagó los estudios de Derecho trabajando en un mercado, antes de llegar a ser secretario de un concejal en Yokohama, la ciudad donde desarrolló la mayor parte de su carrera como diputado. Su experiencia internacional es mínima; su capacidad de liderazgo para una potencia como Japón no nunca fue puesta a prueba.

A pesar de estas diferencias, Suga siempre fue un funcionario fiel de Abe. Muchas veces dio la cara por el primer ministro como portavoz ante escándalos, renuncias de ministros y crisis económicas. Fue quien diseñó la estrategia para que Abe consiguiera su segundo mandato en 2012. Suga se mueve con gran comodidad por el Kantei, la oficina del gobierno. Mantiene muy buenos contactos en los medios de comunicación, donde le temen tanto como lo respetan. Su capacidad de trabajo es legendaria. Dicen que sólo duerme durante las reuniones aburridas mientras mantiene los ojos abiertos para disimular. En las biografías publicadas por la prensa nipona destacan el hecho de que ganó su primera elección como concejal después de caminar para visitar 30.000 casas y gastar seis pares de zapatos. No es raro que este hombre frugal y abstemio asista a dos cenas en una misma noche para reunirse con operadores políticos. Su única distracción es la pesca, particularmente con mosca, que practica en los ríos de montaña del norte de su país. Está casado con Mariko, de 66 años, y tiene tres hijos.

Japón se encuentra en una grave crisis económica, con una deuda que supera el PBI del país y una estructura burocrática dentro de las empresas todavía muy obsoleta.   REUTERS/Issei Kato/Files
Japón se encuentra en una grave crisis económica, con una deuda que supera el PBI del país y una estructura burocrática dentro de las empresas todavía muy obsoleta. REUTERS/Issei Kato/Files

Suga se enfrenta a los problemas sociales pendientes de Japón y los que Abe había prometido reparar, como el avance de las mujeres en la política y en el lugar de trabajo, y de modificar las costumbres para que los hombres puedan ayudar más en el hogar. El país se enfrenta a la escasez de mano de obra, ya que tiene que lidiar con una población cada vez más reducida y una tasa de natalidad obstinadamente baja, así como con los inconvenientes de traer trabajadores extranjeros. Con la mayor proporción de personas mayores en el mundo, Japón comienza a tener problemas para pagar las pensiones y los gastos en Salud para los ancianos. Abe también dejó pendiente la reforma a la Constitución pacifista que ata al país desde la derrota en la Segunda Guerra Mundial, la "normalización del ejército, la reconquista de las islas en litigio con Rusia o la resolución del destino de los ciudadanos japoneses secuestrados por Corea del Norte hace décadas. También acarrea graves problemas de los innumerables desastres naturales provocados por el cambio climático que afectan al archipiélago, las vulnerabilidades energéticas por el cierre de las plantas nucleares tras la catástrofe de Fukushima, la amenaza de ataques con misiles por parte de Corea del Norte, y una relación complicada con Corea del Sur.

A pesar de estos obstáculos, la pandemia podría presentar una oportunidad para fomentar las reformas sociales y laborales. Es posible que entre las primeras medidas que tome Suga esté la de descentralizar y reducir las jornadas de trabajo. A pesar de que el gobierno instó a las empresas a que permitieran a los empleados trabajar desde sus casas, apenas el 20% lo consiguió. Persiste una cultura de oficina análoga, basada en el papel, muy difícil de desarraigar. También está la tradición del hombre fuera del hogar desde la primera hora del día hasta bien entrada la noche. Kathy Matsui, estratega de Goldman Sachs en Tokio, cree que sin un cambio profundo en la tecnología de todo el proceso productivo la economía no va a despegar. “Aquí hay robots por todos lados y las industrias están mayormente robotizadas, pero el resto de la administración de las empresas y el Estado siguen en una Era pre-digital. Es increíble, pero es lo que sucede”, dijo la señora Matsui al Washington Post.

Barbara Holthus, del Instito de Estudios Alemanes en Tokio, cree que el nuevo líder debería recordar a las empresas y a los empleados que el teletrabajo podría ayudar no sólo a contener el coronavirus sino también a potenciar a las madres trabajadoras en particular. “Los japoneses no creen que se pueda trabajar en sus casas. Y esto perjudicó por sobre todo a las mujeres. Bueno, ahora están viendo que es posible tirar la ropa sucia en el lavarropas, poner a dormir al bebé y trabajar unas horas en la computadora”, dijo Holthus.

Protesta contra la organización de los Juegos Olímpicos en Tokio el próximo año debido a la pandemia de coronavirus.  REUTERS/Issei Kato.
Protesta contra la organización de los Juegos Olímpicos en Tokio el próximo año debido a la pandemia de coronavirus. REUTERS/Issei Kato.

En el frente externo, Japón va a tener que demostrar una posición muy firme ante el expansionismo chino en el Mar de China oriental y meridional y los ataques contra la autonomía democrática de Hong Kong. También tendría que tomar medidas para resolver la tensa relación con Corea del Sur creada por la deuda que aún mantiene Japón con su vecino por los abusos cometidos durante su ocupación colonial de la península coreana antes y durante la Segunda Guerra Mundial. Cuanto más tiempo dure la disputa, con prolongadas peleas en los tribunales y batallas comerciales, “los únicos ganadores son China y Corea del Norte, que se benefician de las debilitadas alianzas con otros países de la región”, explicó al New York Times, Lauren Richardson, profesora de Relaciones Internacionales en la Universidad Nacional de Australia.

El “tío Reiwa” tiene por delante un durísimo mandato de unos pocos meses hasta enfrentarse con elecciones en las que tendrá que mostrar un carisma que no tiene. Tal vez, esa actitud algo robótica termine siendo un apelativo para los votantes que detestan a los políticos tradicionales. Hasta entonces, tendrá que probar que no sólo es un buen consejero entre las sombras, sino que puede liderar a Japón en esta crucial e incierta tercera década del siglo XXI.