Hildegard Martha Lächert nació el 20 de enero de 1920 en Berlín, era enfermera cuando los nazis comenzaron su maquinaria de exterminio y, sin siquiera haber militado un solo día en el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán, se alistó de manera voluntaria en el campo de concentración femenino de Majdanek como Aufseherin (vigilante).
Su brutalidad hizo que rápidamente al apodaran "la tigresa" y, más tarde, "Brígida, la sanguinaria". Y su "exitosa carrera nazi" la llevó hasta el centro de exterminio de Auschwitz, de donde huyó en 1944 para no rendirse ante los soviéticos.
"Cuando hablaba con los hombres de las SS o con sus camaradas, era encantadora y muy divertida. Pero cuando nos hablaba y nos golpeaba, su cara era horrible. La cara, no era la cara de una mujer", reveló aún horrorizada una de sus víctimas, según detalla La Vanguardia.
Se transformaba… Le encanta torturar a las judías hasta que la sangre convertía el lugar en una carnicería. Su compañera Christa Roy la calificó como "una puta sádica brutal" y contó que se divertía jugando con el látigo, azotando una y otra vez la espalda y el pecho de los internos.
Aunque era madre de varios niños -llegó a torturar embarazada- nunca dejó que su instinto maternal interfiriera con su escalofriante sed de violencia. De hecho, cuentan, sentía especial regocijo cada vez que asesinaba niños. En el campo de Majdanek llegó a gasear a a grupos de más de cien pequeños. Para conseguirlo, cuenta Mónica Álvarez en el periódico catalán, les daba caramelos, se ganaba su confianza y subía a los niños en los camiones que terminaban en muerte.
Durante el último año como guardiana en el campo, Lächert quedó embarazada. Luego de dar a luz a su tercer niño, la trasladaron al campo de concentración de Auschwitz. Allí permaneció hasta diciembre de 1944. Sólo dejó de torturar cuando supo que el Ejército Soviético se acercaba, así que huyó.
El 24 de noviembre de 1947, "Brígida, la sanguinaria" enfrentó por primera vez la Justicia con con otros 23 ex miembros de las SS, en el famoso juicio de Auschwitz. Allí, la condenaron a 15 años de prisión y fue recluida en una cárcel de Cracovia. Sólo purgó 9 de los 15 años y recuperó su libertad en 1956.
Durante muchos años se le perdió el rastro, pero su brutalidad no se olvidó… En noviembre de 1975 Alemania reabrió su caso y volvió al banquillo. El juicio fue uno de los más largos de la historia y terminó recién en junio de 1981, cuando una Corte en Düsseldorf la sentenció a 12 años de prisión.
En el largo proceso, las víctimas debieron enfrentar a sus victimarios y salieron a la luz los estremecedores detalles de cómo torturaba "la tigresa".
Una vez más, salió antes de prisión. Esta vez, contó con una ayuda inesperada. Según el semanario alemán Der Spiegel, "Brígida, la sanguinaria" se transformó en espía, tanto de la Agencia Central de Inteligencia norteamericana (CIA) como del Servicio Federal de Inteligencia alemán (BND). La reclutaron para luchar contra la antigua Unión Soviética.
"Por primera vez ha quedado demostrado que una vez que concluyó la Segunda Guerra Mundial los servicios secretos de los países occidentales reclutaron no sólo a criminales nazis hombres, sino también mujeres", explicaba en 2016 la publicación germana.
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