
En el Mar Norte, de Holanda, cerca de La Haya, existe una ciudad que ningún satélite puede capturar. Es subterránea y fue construida hace 75 años por los nazis, luego de su invasión a aquel país. La diseñaron bajo tierra, subterránea, inmensa, con pasillos eternos y laberínticos recientemente restaurados por Ámsterdam para que el público conozca, en parte, cómo fue la ocupación que Adolf Hitler diseñó durante la Segunda Guerra Mundial.
Con capacidad para que en su interior vivan 3 mil personas, la "ciudad perdida" -como se la conoce- fue construida luego de la invasión y formaba parte del proyecto Atlantikall que Hitler diseñó para proteger la costa atlántica. Con esta serie de búnkeres bajo tierra, el genocida pretendía crear una "Fortaleza Europea", desde Noruega hasta Francia.
"Los alemanes lo llamaban collar de perlas", indicó uno de los que trabajó en el proyecto de restauración, Jacques Hogendoorn, a la periodista Solveig Grothe del diario Spiegel, que logró adentrarse en sus túneles y tomar las fotografías. Con su dedo indicaba en un mapa la colocación de cada ingreso al laberinto subterráneo, todos localizados cada 20 kilómetros.
Estos túneles, según explica Grothe, fueron olvidados durante décadas. Pero ahora un equipo está trabajando en su restauración y puesta a punto. El 10 de mayo de 1940, Hitler invadió Holanda. Dos años después, en 1942, el pequeño pueblo pescador de Scheveningen se convirtió en "área restringida". Alrededor de 135 mil habitantes debieron abandonar el lugar. Tiempo después, concluido el superbunker, 3.300 soldados bajo las órdenes de la siniestra SS ocuparon su lugar.
En total fueron alrededor de 900 edificios militares los construidos, tanto en el exterior como subterráneos. ¿Su superficie? Nada menos que 100.000 metros cuadrados. Hasta el momento se descubrieron 500 búnkeres en perfectas condiciones que son abiertos uno por uno para saber qué hay en su interior. En sus pasillos puede verse de todo: cocinas, habitaciones, salas de reuniones, baños y saunas. Todo a prueba de bombardeos.
En las paredes de los pasillos interminables pueden leerse todo tipo de inscripciones. Desde símbolos nazis hasta siglas que indican las habitaciones de municiones, artillería, entre otras tantas. La construcción de los refugios estuvo a cargo de mano de obra holandesa. A algunos los tildaron de colaboracionistas. Otros no tuvieron opción.
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