“Estoy tranquila, ya puedo decir abiertamente que soy una mujer bisexual”: Carmen, sobreviviente de ECOSIG

Pasó por terapias de conversión y hoy sabe que son un engaño que busca reprimir a las personas LGTBI+; espera que en México se apruebe a nivel federal la iniciativa legislativa para prohibir estas prácticas denigrantes cuanto antes

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Entrevista a Carmen Francisco, sobreviviente de ECOSIG en CDMX (Video: Juan V. Manrique/ Infobae México)

Suena el timbre y Carmen se levanta para abrir la puerta. Al otro lado, el panadero le ofrece barras artesanales del día. Intercambian unas palabras y ella regresa para continuar con la entrevista.

La maestra y pedagoga de 34 años ríe tímidamente por la inesperada interrupción, y cuenta a Infobae México que la sala de estar se ha convertido en su centro de trabajo durante la pandemia de COVID-19. En una de las esquinas, armó una pequeña oficina improvisada desde la que imparte clases en línea a niños sordos. También utiliza el espacio para entrenar a un equipo de futbol, una de sus pasiones. A veces, enseñar táctica y técnica a distancia es complicado, pero con la irrupción del coronavirus cerraron el campo en el que jugaban.

Después de acudir durante dos años a las asesorías de Exodus Latinoamérica, donde le realizaban liberaciones para expulsar a los demonios que supuestamente le provocaban la homosexualidad, la consejera le informó que ya estaba lista para recibir el alta.

“[Me dijo] ‘ya estás dada de alta, puedes ir y buscar a tu varón y crear una familia’. Y fue como de... ‘¡órale!’, eso implicaba que ya no iba a ir a las sesiones”, recordó la maestra, que entonces tenía 24 años.

Para Exodus Latinoamérica, uno de los ECOSIG más peligrosos y activos de México, Carmen se convirtió en el ejemplo de un caso de éxito. Se vanagloriaban de que a través de su ministerio, “Cambio de Rumbo”, habían podido supuestamente restaurar la sexualidad de la joven. La invitaban a asistir a eventos y a charlar con otras personas con AMS para que compartiera su historia.

En estas reuniones, ella les decía que la homosexualidad se podía “curar” y, en realidad, estaba convencida de que así era, porque no se había vuelto a sentir atraída por una chica.

Le dieron el alta, pasaron otros dos años y todo parecía ir bien. Seguía esperando que sus oraciones fueran escuchadas y que por fin llegara un hombre a su vida para formar una familia. Por eso, se quedó en shock cuando entendió, de pronto y sin anestesia, que se había vuelto a enamorar de una mujer.

“[Yo pensaba que] en algún momento iba a encontrarme con alguien e iba a tener un novio. Y resulta que no, que en realidad de quien me enamoro es una mujer. Entonces, ¿qué está pasando? ¿No era que esto no tendría que estar pasando?”.

Foto: Infobae México.
Foto: Infobae México.

Obviamente, las prácticas degradantes de Exodus Latinoamérica para “curar” la homosexualidad no habían surtido ningún efecto. Pero ahora, había una diferencia, y es que ella estaba mucho más implicada en su Iglesia, llamada Pueblo de Dios y sin vínculo alguno con el ECOSIG. Sus hermanos en la fe, la consideraban un modelo a seguir, un ejemplo para todos los jóvenes de la comunidad.

De nuevo, volvió a atormentarla aquella vocecita que le repiqueteaba en la cabeza y le aseguraba que, con sus inclinaciones sexuales, había defraudado a sus pastores, a Dios y a todos sus hermanos en la fe. Sin embargo, no podía evitar los designios de su corazón emancipado, que elegía amar a aquella mujer una y otra vez.

“Era llevar una doble vida. Vivía con culpa, con miedo, y ni siquiera disfrutábamos de nuestra relación. [...] Era horrible porque pensaba, ‘ella no se lo merece, yo no me lo merezco, ¿en qué momento vamos a disfrutar verdaderamente? En vez de estar viendo como a todos lados, que no nos vean, que no nos cachen, no digas nada... Era una tortura”.

Estos sentimientos asfixiantes de culpabilidad y vergüenza eran consecuencia de lo que en Exodus Latinoamérica llaman “convicción de pecado”. A través de sus consejerías, este ECOSIG manipula de tal forma tu psique, que llega un momento en el que te conviertes en tu propio verdugo.

“La convicción de pecado es que ya no necesitas como si estuviera aquí el policía vigilándote, o a tu pastor aquí atrás diciéndote, señalándote. Tú solito ya lo interiorizas y tú solita eres la que te dices ‘eso que estás haciendo está mal, no deberías hacerlo’”, explica Carmen.

“Ya no te tienen que estar vigilando. Yo misma me voy a acusar, yo misma les voy a decir que lo hice, yo misma me voy a regañar, yo misma me voy a querer castigar, yo misma voy a señalarme y a decir que lo que hice estuvo mal, que haber estado con esa persona fue un error. [...] Y entonces empiezas a sentir que lo que piensas, lo que sientes y lo que eres está mal. Cuando ya llegaste a ese nivel es que hicieron bien su trabajo”, agregó.

Al final, no pudo soportarlo más y comprendió que necesitaba ayuda profesional, pero esta vez, de un terapeuta real.

“No estábamos disfrutando de nuestra relación, nos teníamos que estar ocultando. Solo estaba pensando en cumplir las expectativas de los demás y no las mías. Entonces dije ‘no puedo más’, y busqué a un profesional de la salud mental real, una buena profesional, una doctora. La contacté y le dije que necesitaba ayuda. Después de estar con esa especialista me descubro bisexual. Y ya justo tomo la decisión de salir del closet”.

Por primera vez, Carmen habló con su familia sobre su orientación sexual, y les confesó que había empezado una relación con una mujer. También les explicó lo que le habían hecho en Exodus Latinoamérica, unas sesiones que ellos desconocían por completo. Todos la apoyaron y a día de hoy, la casa de sus padres está abierta siempre para ella y para su pareja.

Además, la maestra se sinceró con sus amigas de la Iglesia y con su pastor. A ellos les dijo que ya no seguiría yendo a la Iglesia.

“[Les dije] Sé que este tipo de relaciones no concuerdan con la visión de la Iglesia. Y en realidad yo no quiero causar algún conflicto. A estas alturas del partido, su visión y mi visión, sus objetivos y los míos ya no concuerdan. Entonces, prefiero retirarme”, comentó Carmen.

Inmediatamente se sintió aliviada. El pastor y su amiga aceptaron su decisión y la trataron con cariño y respeto.

Gracias a la ayuda de su nueva terapeuta, Carmen recuperó el amor propio que había perdido y entendió que su relación de pareja no la alejaba de Dios.

“Sigo diciendo que soy cristiana, porque sigo creyendo en Cristo, en la persona y el personaje para mí es importante. La relación con Dios es importante. Y ahora sé que mi orientación sexual no me aleja de Dios, no es algo que no le agrade a Dios. A estas alturas, en la actualidad, estoy en paz con esa parte”.

Foto: Infobae México.
Foto: Infobae México.

Exodus Latinoamérica

Después de “muchísimo” tiempo, Carmen asimiló que lo que le pasó en Exodus Latinoamérica fue un ECOSIG.

“Fue violencia. Tal vez muy sutil, tal vez trataron de ser como muy amables, con un objetivo para ellos, ¿no? Pero me afectó bastante. De entrada, el haber ingresado a este lugar fue exponerme a personas que yo ni conocía. [...] Empiezo esas sesiones y estar escuchando que lo que yo era estaba mal. Que lo que yo sentía debía ser cambiado. Que esa persona de la que me había enamorado me había hecho daño. [Tener que] borrar una parte de mi vida y cambiar. Tener que ponerme una máscara con la que no me van a rechazar y con la que ellos me dijeron que solo con esa máscara, Dios me iba a amar. Todo esto a nivel emocional es demasiado sensible, me afectó bastante”.

Infobae México le preguntó a Carmen por el nombre de la psicóloga que la atendía en Cambio de Rumbo, pero ella prefirió no responder a esa pregunta: “Nunca lo he dicho”. Sin embargo, una ojeada por Internet basta para descubrir algunos de los nombres de las personas que están detrás de este grupo.

Se esfuerzan tan poco por ocultar sus actividades que en un PDF titulado “Exodus Latinoamérica, ¿quiénes somos?” se identifica a cuatro de las principales figuras que mueven los hilos de la asociación cristiana en México: Eduardo Cadena, presidente de la Junta Directiva de Exodus Latinoamérica y licenciado en Psicología en la UNAM; Óscar Galindo, quien lleva las operaciones desde la sede en Cuernavaca, Morelos; Heisha Fernández, integrante también de la Junta Directiva; y por último, Olivia Corral, licenciada en Psicología por la UNAM y consejera en Cambio de Rumbo, el ministerio al que asistió Carmen.

A través de su portal web y sus redes sociales, el ECOSIG sigue ofreciendo servicios de orientación y continúa publicando noticias, reflexiones bíblicas y eventos. No solo en la República, sino en otros países de México y el mundo.

El grupo forma parte de Exodus Global Alliance, que se divide en cuatro regiones: América Latina, Asia Pacífico, Brasil y Asia Oriental. En 2013, la organización se desmarcó de Exodus Internacional Norteamérica, que opera en EEUU y que poco antes había vivido un escándalo mayúsculo con la publicación de una carta escrita por su líder, Alan Chambers, titulada “Lo siento”.

En el texto, Chambers pedía perdón a la comunidad LGTBI “por el dolor y el daño” provocado. Además, dijo que su intención era cerrar el ministerio.

“Exodus trata de imponer su voluntad a las promesas de Dios, y hacer juicios sobre quién es digno de Su Reino. Dios nos está llamando a ser como el Padre para dar la bienvenida a todos, amar sin obstáculos”, dijo el director.

Foto: Infobae México.
Foto: Infobae México.

Carmen recuerda bien este episodio porque ella todavía asistía al Centro Evangelístico Emmanuel cuando ocurrió.

“El director principal de Exodus salió como a arrepentirse, a decir ‘discúlpenme, nos equivocamos. En realidad no se puede cambiar esto, y yo siego siendo gay aunque ya tengo a mi familia’. Y pues, nada más lo destituyeron y dijeron ‘no le crean a él, él miente’”, explicó la sobreviviente.

Aunque la organización se extinguió, sus escisiones pasaron a formar parte de una red denominada “Restaurando la Esperanza” (Restored Hope Network), que continúa activa hoy en día.

Al recordar lo que vivió en el ECOSIG, Carmen subraya la gravedad de que existan psicólogos con cédula profesional que se dediquen a realizar estas prácticas.

“Ella estudió una carrera para dar un servicio profesional, ético. Y eso no tiene nada de ética. Nada. Si yo cuando llegué me decían que ella era la máster, entonces eso significa que ya estuvo como consejera de muchísimas más mujeres y muchísimos más hombres”, expresa la pedagoga alarmada. “La gente llega ahí con la confianza de decir ‘tiene su título’, estudió, se preparó y me está diciendo algo genuino, algo que convence; entonces, yo confío y resulta que va a provocar algo peor, un daño que es irreparable, que deja huella ahí, no es fácil de borrar, de superar”.

Como el resto de sobrevivientes de ECOSIG que han participado en esta serie, la maestra denuncia la falta de voluntad política del gobierno federal para defender los derechos humanos de las personas LGTBI.

“Sí estoy muy decepcionada del presidente. Confieso que yo fui una de las que votó por él. Y luego verlo como presidente fue como... no diré los adjetivos pero no son muy bonitos”.

Ella tuvo la oportunidad de seguir de cerca en 2020 la votación que prohibió los ECOSIG en la Ciudad de México. Todavía, cuando recuerda el momento, le brillan los ojos de la emoción.

“Cuando dijeron que se había aprobado literalmente lloré de felicidad y fui a abrazar a mi pareja. Dije ‘¡se logró!’, ‘¡se logró!’. Pensar que ya no le van a hacer daño a más personas, a más jóvenes, a más hombres, a más mujeres...”.

Foto: Infobae México.
Foto: Infobae México.

Sin embargo, insiste en que las terapias de conversión deben ilegalizarse a nivel federal. En el Senado de la República esta iniciativa lleva congelada casi dos años.

“Es injusto que los que vivimos en la Ciudad de México tengamos ese privilegio, cuando en verdad debería ser un derecho. Y yo sé que mucho más en la periferia, mucho más en comunidades alejadas, es donde va a ocurrir, en donde está ocurriendo. En donde una orientación que no sea heterosexual va a ser mal vista, y va a querer ser modificada”, defendió.

A lo largo del proceso ella comprendió que amar a su pareja no la aleja de Dios, ni de su espiritualidad. Hoy está comprometida, y aunque tuvieron que suspender la boda por la pandemia del COVID-19, esperan casarse pronto cuando la situación mejore.

“Estoy tranquila, y que yo pueda decir abiertamente ‘soy una mujer bisexual’, y que pueda incluso expresarlo en mi lugar de trabajo, con mis amistades, con mi familia, ya no es algo que me cause conflicto”.

Para todas las personas que hayan vivido o estén atravesando una experiencia como la suya, les recomienda asistir con un psicólogo profesional.

“Siempre es buena la terapia psicológica. Si llega de repente a aparecer algún recuerdo o algo, pues hablarlo y aprovechar mi espacio, mi tiempo. ¿Sabes qué? Llegó esto a mi memoria, pues trabajémoslo, qué está pasando aquí y de qué manera puedo seguir tratando de estar en paz, más tranquila, pero sobre todo feliz”.

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