OPINIÓN: Es hora de que los partidos políticos dejen de vivir de los ciudadanos

Las millonadas que reciben cada año los partidos convierten a la política en México en un gran negocio. Los ciudadanos perciben esto y por ello ya no creen en el sistema de partidos

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(Foto: Cortesía)
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Por Francisco Búrquez*

El sistema de partidos en México está quebrado. Pero su quiebra no es económica. Todo lo contrario, en 2018 y solamente a nivel federal recibieron 6.800 millones de pesos a costa de los ciudadanos que pagan impuestos. Para que nos hagamos una idea, con este dinero se podría financiar hasta tres veces el programa de estancias infantiles que recortó el actual gobierno.

La quiebra del sistema de partidos es moral y, en gran medida, causada por ese dispendio de dinero público. Las millonadas que reciben los partidos cada año convierten a la política en un gran negocio. Los ciudadanos perciben esto y por ello ya no creen en el sistema de partidos.

La financiación pública promueve que los partidos operen como estructuras piramidales donde la dirigencia, que recibe los recursos, los administra para dar premios y castigos a cambio de obediencia. Es decir, estamos fomentando estructuras cada vez menos democráticas donde la voluntad de los militantes es anulada.

Además, hoy vivimos en una revolución digital donde hacer sentir nuestras voces requiere de pocos recursos. Donde la organización es espontánea e inmediata. Donde David ya le ha ganado varias elecciones a Goliat. En muchos países ya se ha demostrado que los ciudadanos prefieren alternativas que proyectan credibilidad operando con poco dinero y de forma descentralizada a las ofertas políticas clásicas (y millonarias) que cada vez tienen menos respaldo.

El sistema de partidos ha perdido credibilidad (Foto: Reuters)
El sistema de partidos ha perdido credibilidad (Foto: Reuters)

¿Para qué necesitamos en el siglo XXI de partidos con estructuras burocráticas, lujosos edificios, vetustas asambleas, miles de reuniones presenciales que requieren largos y caros traslados cuando hoy en día una plataforma digital puede sustituirlas a un costo de casi cero?

Es momento de cambiar y por ello, de la mano de miles de ciudadanos, presenté en el Senado propuestas para reducir los privilegios de la clase política y para eliminar de manera completa los recursos públicos a los partidos. Fue la primera y única iniciativa de este tipo y hoy sigue congelada por la clase política.

A la clase política no le interesa ese cambio. Pero a los ciudadanos sí. Apostamos por un sistema donde a los partidos los financien sus militantes y simpatizantes por convencimiento. Así las dirigencias estarán obligadas a rendirles cuentas. Obligadas a ofrecer congruencia y credibilidad. El sistema de premios y castigos se modificaría completamente. Ahora serán las bases quienes decidirán a dónde se va el dinero. El que paga manda.

La ciudadanía exige a los partidos más transparencia (Foto: Reuters/Edgard Garrido)
La ciudadanía exige a los partidos más transparencia (Foto: Reuters/Edgard Garrido)

No caigamos en la trampa de quienes, queriendo vivir del dinero público, asustan con el petate del muerto: que esto corromperá a los partidos. Que la falta de dinero público será sustituida por mafias ¡Todo lo contrario! El dinero negro ya está infiltrado en los partidos, no es sustituto sino complemento en este sistema corrupto que no se sacia con el dinero de la gente. La solución a esos riesgos está en la transparencia total que nos permita asegurarnos que la financiación procede de los militantes. Defendamos pues cuentas perfectamente claras y estrictamente austeras.

Además, hoy en día es fundamental corregir esta injusticia histórica que supone obligar a los ciudadanos a pagar con el fruto de su trabajo a instituciones en las que no creen y por las que no se sienten representados.

Quienes queremos adelgazar al gobierno debemos empezar por aquí y por todos los privilegios que la clase política sigue gozando. Los ciudadanos ya estamos hartos.

*Francisco Búrquez fue senador y alcalde de Hermosillo

Lo aquí expuesto es opinión del autor y no refleja la postura editorial de este medio