Manejar las dehesas para aumentar su resiliencia ante el cambio climático

Una red de explotaciones de dehesas desarrolla medidas para mantener la producción de estos ecosistemas, clave para la economía rural, ante las sequías y el empobrecimiento del suelo. Por Víctor Rolo Romero

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Dehesa en la Comunidad de Madrid. Bernard Blanc/Flickr, CC BY-NC-SA
Dehesa en la Comunidad de Madrid. Bernard Blanc/Flickr, CC BY-NC-SA

Las redes salvan vidas. Al menos según Hollywood. Los funambulistas del circo las usan para evitar un desenlace dramático y los bomberos para rescatar a los supervivientes de un edifico en llamas. El cambio climático es la cerilla que ha incendiado nuestro edificio, que ahora está en llamas. Pero ¿qué red podemos utilizar ahora?

No tiene sentido pensar en una red física. Pero sí se puede trabajar en red, colaborar, para adaptarse a las nuevas condiciones. Este objetivo es el que ha perseguido un proyecto de adaptación de la dehesa al cambio climático liderado por investigadores de la Universidad de Extremadura con el apoyo de la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica.

Así, hemos creado una red participativa de investigación y desarrollo formada por más de 20 explotaciones de dehesas repartidas por todo el oeste ibérico. Estas explotaciones forman la Red de Dehesas Amigas del Clima.

Un agrosistema sensible

La dehesa es un sistema ganadero que ocupa gran parte del suroeste de la península ibérica. Los productos de la dehesa son clave para la economía rural y su manejo adecuado permite conservar un alto valor natural. De ahí que sea uno de los pocos agrosistemas que está incluido bajo la protección de la Directiva Hábitats de la UE.

Sin embargo, la producción de la dehesa tiene una alta dependencia del agua de lluvia, tanto para consumo directo del ganado como para la producción de pastos, bellotas y otros recursos. La reducción de las precipitaciones y el aumento de las temperaturas debido al cambio climático conllevará, por tanto, una reducción de su capacidad de producción y amenaza su sostenibilidad a largo plazo.

Las acciones de adaptación incluidas en la red están divididas en dos grandes grupos: las que mejoran la capacidad productiva de la dehesa de forma directa, con el manejo de pastos y forrajes, y las que lo hacen de manera indirecta, con la mejora del suelo y la captación de agua de lluvia.

Pastos diversos y de buena calidad

Los pastos anuales constituyen la base principal de la alimentación del ganado de la dehesa. La introducción de leguminosas mediante la siembra de praderas biodiversas es una herramienta de mejora de pastos que permite aumentar la calidad y producción de los pastos, disminuir la dependencia de insumos externos, reducir costes de producción y mejorar las propiedades del suelo .

El pastoreo respetando los tiempos de recuperación de los pastizales, también conocido como pastoreo adaptativo, es otra medida de mejora de pastos. Una buena rotación y recuperación del pasto maximiza su productividad y calidad a la vez que genera otros beneficios ambientales como el aumento de la materia orgánica en el suelo, mejora la capacidad de retención de agua y ayuda a conservar la biodiversidad.

La sequía estival es un cuello de botella en la producción de la dehesa. El uso de piensos y concentrados para alimentar al ganado durante los periodos de escasez de pastos es cada vez más caro. Los bancos forrajeros de especies leñosas son una fuente alternativa de proteína que suplen la escasez de pastos que cada año se prolonga por meses.

Toros en la dehesa extremeña (Badajoz). Pablo/Flickr, CC BY
Toros en la dehesa extremeña (Badajoz). Pablo/Flickr, CC BY

La implantación de especies forrajeras leñosas como por ejemplo las moreras (Morus spp.) producen hasta 1 400 kg de materia seca de hojas por hectárea, cantidad similar a la que se puede producir de pasto en primavera un año de climatología media. Sin embargo, todavía existe poco conocimiento y regulación sobre las especies disponibles, implantación y uso.

Dentro de las acciones de adaptación al cambio climático que mejoran la capacidad productiva de la dehesa de forma indirecta, existen, por ejemplo, la transformación de los restos de poda en biocarbones mediante pirólisis. El biocarbón es una alternativa a la quema tradicional que sirve como enmienda para los suelos, favorece el secuestro de carbono a largo plazo y la capacidad de retención de agua y nutrientes del suelo.

Medidas frente a la escasez de agua

En un escenario de aumento de la aridez, será fundamental desarrollar estrategias que mejoren por un lado la captación de agua y, por otro, restauren la funcionalidad de suelos degradados.

Varias dehesas de la red usan líneas clave para mejorar la captación de agua de lluvia y reducir la compactación de los suelos. El fundamento de esta técnica consiste en un labrado a la misma cota (mínima caída del 1-2 %) para capturar el agua de zonas de acumulación (vaguadas) y moverla a zonas más secas (cerros) siguiendo el contorno del relieve.

Laboreo en línea clave en finca Mundos Nuevos (Retamal de Llerena, Badajoz) Víctor Rolo
Laboreo en línea clave en finca Mundos Nuevos (Retamal de Llerena, Badajoz) Víctor Rolo

La adaptación al cambio climático no tiene una solución concreta. La red de dehesas pretende ejemplificar que un aumento en la diversidad de recursos y una mejora de su aprovechamiento son los nodos que permitirán que la dehesa esté mejor preparada para frenar los impactos del cambio climático.

Víctor Rolo Romero
Investigador Juan de la Cierva-Incorporación, Universidad de Extremadura

Publicado originalmente en The Conversation.The Conversation