“¡Cuenten todos los votos!”, “¡Paren de contar!”: cómo se vive cara a cara el suspenso electoral entre los pro Trump y los anti Trump en Filadelfia

La capital de Pensilvania es escenario de permanentes manifestaciones desde la noche de las elecciones. Infobae confirmó que hay pasión, pero no violencia. Por ahora.

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Una manifestante pro Trump ante el Centro de Convenciones de Pensilvania / SEBASTIÁN FEST
Una manifestante pro Trump ante el Centro de Convenciones de Pensilvania / SEBASTIÁN FEST

Filadelfia (EEUU) - A Frances se le enrojecen los ojos, la garganta se le hace un nudo y comienza a llorar. Una vez que se calma mira a la cámara y dice: “Quiero paz y amor, eso es todo!”.

Frances, una mujer en torno a los 40 años, está en el sector de los pro Trump. Se apoya en una valla metálica y mira al otro lado, cinco metros más allá, a los festivos anti Trump. Esto es Filadelfia, el laboratorio social a cielo abierto de Estados Unidos, ese país que sigue buscando presidente dos días después de haber votado.

Pensilvania es uno de los siete Estados clave en la resolución del dilema electoral de los Estados Unidos. Los últimos dos días fueron frenéticos: en un momento se perfilan Georgia o Nevada como los Estados que podrían darle la mayoría de 270 votos en el Colegio Electoral a Joe Biden, pero horas después, según la velocidad del recuento, el protagonismo pasa a manos de Arizona. O de Pensilvania, que aporta 20 votos y es una suerte de Estados Unidos en miniatura.

Frances desmiente muchos estereotipos que suelen aplicarse a la división política profunda que atraviesa Estados Unidos. Está convencida de que hay que detener en parte el recuento de votos en ese Centro de Convenciones de Pensilvania que está a sus espaldas. Cree que hay votos inválidos, votos que jamás debieron aceptarse. Pero se la nota incómoda cuando se le pregunta si apoya el tweet del presidente Donald Trump, ese “¡paren el recuento!” que lanzó en el mediodía de este jueves. La abrumadora mayoría de sus compañeros, en cambio, no tiene duda alguna: a Trump le están robando la elección.

Es media tarde de un día suave de otoño en Filadelfia, la ciudad en la que Estados Unidos declaró su independencia y aprobó su Constitución. De hecho, es posible que los gritos se escuchen en el Liberty Hall, que está a unas pocas calles de distancia y fue escenario, a fines del siglo XVIII, de esos dos hitos.

Aunque en Filadelfia prima en general la pasión sin agresión, la situación política en el país es incendiaria, porque a la insistencia de Trump para que se detenga el recuento de los votos de la elección del martes, que tuvo un nivel de participación como no se daba desde hacía 120 años, se le opone Biden: “Hay que contar cada voto”.

David, de 27 años, está en el sector de los anti Trump, y menea la cabeza desconcertado cuando Infobae le pregunta cómo se siente.

Nuestro estándar está hoy tan bajo que tenemos que salir a pedir que se cuenten los votos... ¿Qué clase de país somos? Y si ganara Trump habrá mini Trumps en el resto del mundo, como hay ya en Hungría, Turquía o Brasil”.

David, de 27 años, no puede creer lo que está pasando en su país / SEBASTIÁN FEST
David, de 27 años, no puede creer lo que está pasando en su país / SEBASTIÁN FEST

El sector de los anti Trump es ciertamente una fiesta. Cada tanto cantan “tell me how democracy looks like” (cuéntame cómo se ve la democracia) con ritmo de hip hop y piden que se cuente hasta el último voto. Se van turnando diferentes oradores que, en forma muy articulada y en discursos breves, le cuentan a los asistentes -en su gran mayoría jóvenes que no llegan a los 30 años- por qué tiene sentido estar manifestándose ahí, frente al Centro de Convenciones.

Si afuera hay ruido y música, adentro hay silencio. El lugar en el que trabaja la Comisión Ciudadana de Filadelfia, el ente a cargo del recuento, es aburridísimo. El amplio espacio está dividido por sectores: “Escaneo”, “Selección”, “Revisión de sobres”, “adjudicación”, “extracción”, etc.

Según el Washington Post cada hora se extraen 12.000 votos de los sobres. Los responsables del escrutinio quieren ser lo más transparentes posible, por eso es que abrieron un live-streaming del trabajo en ese edificio rodeado de manifestantes y de policía. Muchos de los que allí trabajan ganan 18 dólares la hora, no precisamente un buen sueldo en los Estados Unidos.

Los anti Trump ganan en número a los pro Trump y son mucho más festivos / SEBASTIÁN FEST
Los anti Trump ganan en número a los pro Trump y son mucho más festivos / SEBASTIÁN FEST

“Este es el primer año en que los residentes de Pensilvania pueden votar por correo sin excusas, una medida que fue aprobada por una mayoría legislativa republicana en la Noche de Brujas de 2019. Las boletas de voto por correo generaron un sinfín de confusiones”, señala el periódico, que apunta al temor que hay en Filadelfia a que Pensilvania “sea la versión 2020 de la Florida del 2000”.

Pero afuera del edificio es todo mucho más simple. Cuenten los votos. O no los cuenten. Y hay una tercera posición: terminen de una vez con esto, por favor.

“Está todo el centro de la ciudad vacío, no viene gente de afuera, no hay trabajo. Todo el centro está cerrado, no podemos seguir así”, se lamenta Rickey, un afroamericano de unos 55 años que pasa por las cercanías del centro de ebullición de Filadelfia.

A la mañana, una delegación trumpista había obtenido el permiso de un juez para asistir al recuento de los votos. En una conferencia de prensa televisada exhibieron la orden y dijeron que entrarían al Centro de Convenciones a vigilar que no se le estuviera robando la elección a su jefe.

Horas después, los manifestantes se quejaban de que las cosas no se estaban haciendo bien: “Sí, los dejaron entrar, pero no pueden acercarse a menos de cinco metros de los que hacen el recuento. ¿Qué se supone que van a controlar entonces?”.

La tarde en Filadelfia es cada vez más un disfrute para los que sueñan con un Biden presidente. La música es propia de una fiesta, se baila, se salta y se ríe, y cuando alguien desde un megáfono anuncia “pizza gratis para todos” la ovación es general. Algunos del otro lado de la valla bien saltarían al sector anti Trump por un rato.

Pero no se puede, la policía los dividió, algo que no había sucedido en la noche del martes ante la Casa Blanca, cuando los pro y los anti se mezclaban sin problema.

La policía viene teniendo trabajo extra desde hace semanas en Filadelfia. Hace dos, por los disturbios que se generaron a partir de la muerte de un hombre afroamericano a manos de la Policía. Ahora, por las manifestaciones a favor y en contra de que se cuenten los votos.

Arriba, en ese cielo que va dejando de ser celeste para oscurecerse, un helicóptero que está “clavado” unos cientos de metros por encima del Centro de Convenciones. Un helicóptero que iguala a los pro y a los anti Trump: vigila a todos.

El sol se oculta tras los edificios de Market Street y la noche se asoma. Frances vuelve a mirar al otro sector y se emociona. Recuerda que cuando caminaba hacia la manifestación un anti Trump le salió al paso en forma agresiva. Temió que le pegara. No entiende por qué las cosas deben ser así.

“¡No quiero estar separada de ellos, quiero ir del otro lado y desarrollar una conexión! Podemos hacernos amigos y respetarnos el uno al otro, aunque tengamos opiniones distintas. Quiero paz y amor, eso es todo”.

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