Por qué el trabajo se convirtió en una religión para los ricos y los millennials en EEUU, y por qué eso los hace desdichados

La concepción del trabajo pasó del empleo a la carrera a la vocación, es decir de la necesidad al estatus al significado. En particular estos dos grupos van a sus escritorios como a un templo: para buscar identidad, trascendencia y comunidad

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A diferencia de otros países desarrollados, en EEUU los hombres ricos trabajan mucho. (iStock)
A diferencia de otros países desarrollados, en EEUU los hombres ricos trabajan mucho. (iStock)

Los estadounidenses trabajan unas 200 horas menos por año que a comienzos del siglo XX. Pero ese promedio esconde variaciones muy agudas en grupos muy específicos: los ricos y los millennials, quienes trabajan mucho más que entonces. Sea porque el trabajo se convirtió en una pasión o porque los educaron insistiéndoles en que así debía ser, se dedican a sus trabajos como si no fueran solamente eso sino para buscar identidad, trascendencia y comunidad: tres elementos que los seres humanos han encontrado en la religión.

Para la clase baja y la clase media, el trabajo sigue siendo una necesidad. "Pero para la élite con educación superior se convierte en una suerte de religión", presentó The Atlantic. "Llamémosla trabajismo". En los Estados Unidos, el evangelio del trabajo gana en la competencia con la adoración de otros dioses contemporáneos, como la belleza, la identidad política, los niños, comparó el artículo.

¿Qué es el trabajismo? "Es la creencia de que el trabajo no es sólo necesario para la producción económica sino también el pilar de la identidad de una persona y el propósito de su vida; y la creencia de que cualquier política que promueva el bienestar humano debe siempre alentar que se trabaje más".

El ámbito de trabajo es un sucedáneo del templo religioso entre los ricos y los millennials de EEUU.
El ámbito de trabajo es un sucedáneo del templo religioso entre los ricos y los millennials de EEUU.

Ningún país del mundo con la productividad de los Estados Unidos tiene más horas de trabajo en promedio, ilustró Dereck Thompson, autor de la nota. "Entre 1950 y 2012 las horas anuales de trabajo por empleado bajaron un 40% en Alemania y Holanda, pero sólo 10% en los Estados Unidos·", comparó, entre otros factores: las personas trabajan más horas, tienen menos vacaciones, reciben menos beneficios por desempleo, no tienen licencia por maternidad y se retirar a mayor edad.

"Un grupo ha liderado la ampliación de la brecha trabajista: los hombres ricos", señaló Thompson como una paradoja. Se supone que a mayor dinero, más capacidad de comprar horas de ocio.

"En 1980 los varones que más ganaban trabajaban menos horas semanales que los de la clase media y los de ingresos bajos", citó una encuesta; 25 años más tarde, "el 10% más rico de los hombres casados tenían la semana laboral más extensa en promedio" y "los hombres con educación universitaria reducían su tiempo libre más que cualquier otro grupo" El resultado: "Los varones de la elite estadounidense se han transformado en los principales workaholics del mundo".

Identidad, trascendencia y comunidad, tres claves de la religión, se buscan en el trabajo. (Getty)
Identidad, trascendencia y comunidad, tres claves de la religión, se buscan en el trabajo. (Getty)

La lógica del fenómeno es emocional y espiritual, propuso The Atlantic. "Los estadounidenses más educados y con mayores ingresos, que pueden tener lo que quieren, han elegido la oficina por la misma razón que los cristianos devotos van a misa los domingos: es donde más se sienten ellos mismos". Citó al economista Robert Frank: "Amasar su riqueza es un proceso creativo, lo más cercano a la diversión que tienen".

Entre los millennials, el exceso de trabajo y el agotamiento son motivo de jactancia, al menos en apariencia. En The New York Times, Erin Griffith publicó una crónica titulada "¿Por qué los jóvenes fingen que aman el trabajo?", ambientada en una oficina abierta con mensajes como "haz lo que amas".

Esa máxima "parece resonar entre los trabajadores jóvenes: varios estudios muestran que los millennials son adictos al sentido que les da el trabajo". Una encuesta de Gallup concluyó: "Como todos los empleados, los millennials se preocupan por sus ingresos. Pero para esta generación, el trabajo es más que un salario: es un propósito".

Lo que hace un siglo era sólo un medio de vida ahora asume los requisitos de una vocación.
Lo que hace un siglo era sólo un medio de vida ahora asume los requisitos de una vocación.

Durante el siglo XX la concepción del trabajo pasó del empleo a la carrera a la vocación, es decir "de la necesidad al estatus al significado". En la economía agraria y en la de la manufactura temprana, el trabajo era simplemente la repetición de una tarea rutinaria a cambio de un salario: no tenía un propósito superior. "El ascenso de la clase profesional y las burocracias corporativas crearon la trayectoria moderna de una carrera".

El mensaje que comenzaron a escuchar las generaciones mientras se formaban para el mercado laboral era "No te rindas hasta encontrar un trabajo que te enamore". Y así los escritorios se convirtieron en altares. Pero hay una enorme discordancia entre las expectativas y la realidad. "Eso podría explicar por qué las tasas de depresión y angustia son sustancialmente más altas que en los '80s, según un estudio de 2014.

La brechas entre la expectativa de encontrarlo todo en un trabajo y la realidad es enorme. (Getty)
La brechas entre la expectativa de encontrarlo todo en un trabajo y la realidad es enorme. (Getty)

Un ejemplo evidente es que para los creyentes en algún dios, esa deidad es intangible y representa el bien. En cambio, el trabajo es tangible y se define por la productividad (entre otros factores), no la moral. Ponerlo en el centro de la vida es "poner la propia estima en las manos mercuriales del mercado". Dios no rechaza a los creyentes; en cambio, el trabajo puede rechazar a un empleado: se llama despido.

"Trabajar largas horas no hace más productivo o más creativo a nadie: hace que la gente se estrese, se canse y se amargue", observó The Atlantic. Para los religiosos del trabajo no es así: entre ellos prevalece la idea de que "una cultura que venera la búsqueda del sumo éxito, probablemente lo producirá en alguna medida".

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