Dos pescadores desaparecieron en una tormenta, pero el capitán sobrevivió: sus pesadillas y la ley marina a la que acudió

El caso estremeció a un pequeño pueblo pesquero de Maine

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Christopher Hutchinson con una inmensa langosta en su barco “No Limits”, donde dos de sus marineros morirían ahogados
Christopher Hutchinson con una inmensa langosta en su barco “No Limits”, donde dos de sus marineros morirían ahogados

Pese a sus jóvenes 26 años, Christopher Hutchinson tenía una amplia experiencia en el mar. Desde los 10 años conocía todos los secretos de la pesca de langosta. A los 14, por fin, compró su primer bote pesquero.

A Hutchinson no lo amedrentaba el mal tiempo. Fue por eso que el 31 de octubre de 2014 no hizo caso a las alertas de tormenta que el Servicio Meteorológico Nacional emitió para la costa de Maine, más precisamente en Tenants Harbor.

Ese día sabía que los demás pescadores no saldrían con sus embarcaciones y vio una oportunidad para pescar como nunca antes y sacar ventaja en las ventas. Convenció, taberna mediante, a otros dos temerarios: Tomas Hammond, por entonces de 27 años, y Tyler Sawyer, de 15. Ambos eran parte de la tripulación de Hutchinson, el capitán, llamada No Limits.

Tras acordar la hora en que saldrían en busca de su botín bajo el mar, el capitán salió a divertirse. Era Halloween, así que qué mejor que ser parte de una fiesta. Pero no cualquiera: en ella había todo tipo de drogas a las cuales Hutchinson no le escapó. Incluso, fumó marihuana con el padre del menor que llevaría abordo. Prometió que cuidaría de él. Le aseguró que tendrían tiempo de volver a puerto cuando vieran que el tiempo no estaba en condiciones de continuar con la pesca.

La juerga, sin embargo, no duraría mucho. Se despidió de sus amigos y partió rumbo a su casa, donde descansó hasta que su esposa lo despertó para pasar a buscar con su camioneta a su tripulación. A la 1 am del siguiente día, 1 de noviembre, se embarcó junto a Hammond y Sawyer.

Llovía. Tenuemente.

Luego de un par de horas de navegación, llegaron a Eleven Mile Ridge, un área de pesca al suroeste de la isla Matinicus. Aún no había amanecido. Comenzaron a arrastrar trampas desde las frías profundidades para poder hacerse de unos cuantos cientos de kilos de langostas.

Luego de tres horas, el clima había empeorado. Coincidieron: lo mejor era enfilar nuevamente hacia el puerto. No arriesgarse. Hutchinson tomó el timón. Las olas tenían una altura de cinco metros. Y los vientos eran cada vez más intensos.

Pero lo impensado ocurrió. Cuando el capitán estaba tratando de surfear de la mejor manera las olas, una gigantesca golpeó de costado, provocando que el barco se diera vuelta. Hutchinson, debajo del agua, logró nadar, salir de debajo del barco y trepar a la quilla, que había quedado mirando el cielo.

Tomas Hammond y Tyler Sawyer murieron por la negligencia evidenciada por el capitán del barco “No Limits”, Christopher Hutchinson
Tomas Hammond y Tyler Sawyer murieron por la negligencia evidenciada por el capitán del barco “No Limits”, Christopher Hutchinson

De acuerdo a la crónica hecha por el diario Bangor Daily News en aquella época, el experimentado marinero relató: "Fuimos golpeados por una ola grande. Las ventanas del puente de mando estallaron, y comenzamos a recibir agua rápidamente. No estoy 100 por ciento seguro de lo que pasó después, pero lo siguiente que recuerdo es estar en la caseta del timón y el bote está boca abajo en el agua", dijo Hutchinson.

"Seguí gritando por Tom y Tyler, pero no los escuché ni los volví a ver", narraría entonces, tres días después de la tragedia. Pensó que moriría. Que no podría sobrevivir a semejante tormenta. Que estaba solo, en medio del mar. Que nadie sabría de él. Y mucho menos de sus dos marineros.

Luego de dos horas de estar sujetado a la quilla, algo inesperado ocurrió. El bote salvavidas emergió de debajo del barco. Estaba aún amarrado al No Limits. Cortó la soga, temiendo que si el pesquero se hundía, lo arrastrara al fondo del océano.

Encendió la radiobaliza. Hasta que finalmente se apagó. Había enviado señales a la Guardia Costera, que envió las alertas a todas las embarcaciones de porte que estuvieran en el área donde Hutchinson se aferraba a la vida.

Finalmente, lo encontraron en medio de las olas y el viento. Un helicóptero fue en su rescate. Cuando abordó a la nave, contó que con él estaban dos tripulantes, pero que ya no tenía noticias de ellos. Les comentó que no llevaban chaleco salvavidas.

Una hora después, las autoridades encontrarían al No Limits. Estaba intacto… debajo del mar. No había señales de vida en su interior ni a su alrededor. El mar, estaba frío. Muy frío. La temperatura del agua era de unos 10 grados centígrados. Demasiado difícil sobrevivir en esas condiciones mucho tiempo.

Pero mientras Hutchinson era atendido en el Maine Medical Center en Portland, una llamada perturbó al padre de Tyler. Era un traficante de drogas. Le dijo que pidiera un examen toxicológico para el capitán del barco. Él mismo le había vendido 20 tabletas de oxicodona y marihuana el día anterior.

Los resultados fueron contundentes, además de droga, tenía alcohol en sangre. La fiesta de Halloween consumió, además de opioides y cannabis, ron con refresco cola.

Al día siguiente, Sawyer padre y Hutchinson tuvieron una conversación. Le contó que había quedado inconsciente luego de que una ola golpeara contra el barco y que no pudo hacer nada para rescatar a su hijo. El hombre le preguntó si estaba drogado, contaminado o lo que fuera al momento de timonear el No Limits. "", confesó el capitán.

Fue imputado por homicidio involuntario en diciembre de 2016. Detenido. Salió en libertad luego de depositar una fianza de 10 mil dólares. De ser hallado culpable, podría pasar diez años en prisión y pagar una multa de 250 mil dólares.

Su vida se volvió una pesadilla. Su adicción se tornó mucho más virulenta. Y tres meses después de haber salido en libertad bajo fianza, un llamado al 911 le salvó la vida. Los paramédicos lo hallaron casi muerto. No tenía pulso ni respiraba. Le inyectaron Narcan, un medicamento utilizado para revertir los efectos de los opioides. Esquivó una muerte segura por sobredosis en el apartamento de su novia. Pero no la cárcel, a la que retornó por haber violado los términos de su libertad condicional.

Fue entonces cuando decidió declararse culpable. Sin embargo, Hutchinson recurrió a una antigua ley del siglo XIX para llegar a un acuerdo con la Justicia. Se presentará ante la Corte el próximo 26 de septiembre y se declarará culpable por la muerte de sus marineros. "Negligencia", dice aquel antiquísimo estatuto.

La sentencia será de cuatro años en prisión, a lo que se le descontará el tiempo que ya estuvo detenido. Eso sí: a los 30 años ya no podrá ser más el capitán que comenzó a ser cuando apenas tenía 10 y aprendía el oficio.

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