La música a todo volumen con un DJ complaciente, la cubierta llena de muchachas en bikini, el alcohol a la vista y, de fondo, un paisaje de mar y cielo radiante, o en penumbras…
Las fiestas en yates no son raras en Miami. Pero después que un hombre murió atrapado en las hélices de uno que su grupo había alquilado, y cuyo piloto no tenía licencia, los agentes federales están organizando operaciones encubiertas para llevar a los infractores ante la justicia.
Uno de los yates se llama "No Rules", Sin Reglas.
"Estos yates fletados ilegalmente causaron accidentes que han provocado daños a la propiedad, lesiones y muertes", dice una denuncia del agente especial del Servicio Guardacostas Jeremy Baldwin, el mismo que aparece como acusador en el caso de Mauricio Álvarez, un hombre de 49 años que no estaba legalmente autorizado a pilotar un yate de gran eslora y, según los documentos legales, le causó la muerte a Raúl Menéndez, de 25 años, el pasado 1 de abril.
El yate involucrado en esa tragedia se llama Miami Vice.
Ahora Baldwin está al frente de otra denuncia que condujo al arresto de Randy Frank Postma, dueño del yate Golden Touch II, de 147 pies de eslora.
A Postma, según The Miami Herald, ya le habían advertido que no hiciera viajes fletados ilegalmente. Hasta que fue un agente encubierto quien le pagó USD 9.000, y cayó en manos del Servicio Guardacostas el domingo, mientras el Golden Touch II estaba atracado en el restaurante Seaspice Brasserie and Lounge, a las orillas del Río Miami.
Ya las autoridades le habían advertido el 24 de agosto que no podía seguir alquilando el yate para fiestas de crucero, después que una inspección determinó cinco días antes que lo estaba haciendo. Postma se anunciaba en internet con fotos de grupos en los que alguna que otra vez aparecían celebridades, y el Golden Touch II podía ser visto en videos de YouTube como el lugar perfecto para irse de parranda.
Entonces un agente encubierto solicitó sus servicios y el 30 de agosto le dio un adelanto de USD 2.500 del precio acordado de 9.000, que completó al día siguiente con los restantes 6.500, según reporta el diario. A la hora de zarpar no fue uno solo, sino tres, los agentes que abordaron el yate y se fueron "de fiesta".
Cuando durante ese recorrido el Servicio Guardacostas se disponía a hacer una inspección, la esposa de Postma y uno de los empleados les pidieron expresamente a los pasajeros que no dijeran que estaban pagando por el viaje, indica el Herald.
Los agentes encubiertos siguieron las instrucciones y no pasó nada, pero al día siguiente, cuando el Golden Touch II estaba atracado en el restaurante Seaspice y la fiesta continuaba, los inspectores de Guardacostas volvieron para terminar su trabajo.
El caso de Postma vino después del que sometió al dueño del No Rules, Seth Gissen, a varios cargos federales. Gissen tampoco hizo caso cuando le advirtieron que dejara de rentar su yate para ese tipo de actividades, y sus fiestas eran una pesadilla para los vecinos, dice el periódico.
De hecho, en Miami Beach no hay que ser vecino de Gissen para tener una idea de lo frecuentes que se han hecho las fiestas ruidosas sobre yates de lujo.
Cualquiera que viva en las islas de Allison, La Gorce y Normandy, o en el lado oeste de North Miami Beach, el que da a la Bahía de Biscayne, debe haber sufrido alguna noche de fin de semana los decibeles infinitos y la algarabía que se desatan a bordo de un yate anclado cerca.
MÁS SOBRE ESTOS TEMAS:
Quién era el extraño tripulante que subió sin permiso al avión de Aeroméxico que se desplomó