Cómo identificar a tiempo los desórdenes de alimentación de los hijos

Para poder tener un diagnóstico temprano, los adultos deberán estar atentos a signos evidentes manifestados en la rutina diaria

Compartir
Compartir articulo
infobae

Los desórdenes de alimentación, entre los que se incluyen la anorexia nervosa, la bulimia nervosa y los ED-NOS (Desórdenes Alimenticios No Especificados), representan una amenaza creciente para adolescentes y adultos jóvenes, que en la era de las redes sociales y los filtros digitales son bombardeados, probablemente más que nunca antes, con imágenes que representan un ideal físico imposible de alcanzar para la gran mayoría.

En muchos casos los trastornos alimenticios son mantenidos bajo el radar de la familia y los amigos de los afectados, por lo que resulta fundamental poder contar con las herramientas necesarias para, sin ser un médico especialista en alimentación o un psicólogo, identificar los síntomas de desórdenes que, en caso de prolongarse en el tiempo, pueden llegar a representar un riesgo de muerte para quien los padece.

Incluso cuando el desorden no alcanza el nivel de un diagnóstico clínico, este puede tener graves efectos sobre el rendimiento físico, académico, psicológico y social de los jóvenes. Estudios citados en un artículo del periódico The New York Times aseguran que cerca de la mitad de las adolescentes mujeres y alrededor del 30 por ciento de los varones sufre algún tipo de "hábito alimenticio distorsionado".

infobae

Los expertos citados por el NYT señalan que desórdenes como la anorexia o la bulimia no deberían ser vistos como un comportamiento normal entre adolescentes "que se solucionará solo", y sugieren que los adultos en su entorno estén alertas a los signos que pueden llevar a tomar las medidas necesarias a tiempo para evitar complicaciones mayores.

En primer lugar recomiendan reconocer la posible presencia de un trastorno alimenticio. Los padres y otros miembros de la familia juegan un rol fundamental al convivir con los posibles afectados y poder notar "comportamientos no saludables relacionados con la comida".

Entre los más notorios, se destacan la restricción de un número significativo de grupos alimenticios sin ser reemplazados por otros. Primero pueden comenzar con la eliminación de los dulces, para luego incluir los carbohidratos y las grasas dentro de los alimentos prohibidos.

El cambio significativo del peso también es otra bandera roja, dado que, según consigna el Times, los adolescentes tienen una tendencia a obsesionarse con los números de la balanza, lo que los puede llevar a marcarse objetivos que difícilmente puedan alcanzar y mantener de forma saludable.

Los viajes repetitivos y extendidos al baño también deberían hacer sonar las alarmas, especialmente cuando se deja correr el grifo o la ducha para disimular los vómitos habituales en los ciclos bulímicos.

infobae

Por otro lado, los niveles excesivos de ejercicio sumados a la restricción calórica también deberían llamar la atención de los padres. Los trastornos alimenticios son especialmente comunes, aunque no limitados, a los gimnastas, bailarinas, modelos y otros atletas que deben mantener figuras ultradelgadas.

Por último, el hecho de querer evitar a toda costa actividades que involucren comida, como reuniones familiares o determinadas festividades, debería ser un comportamiento puesto bajo la lupa. Si los adolescentes insisten constantemente que no tienen hambre o que ya han comido, esto podría tratarse de un signo de un trastorno alimenticio.

Los síntomas mencionados suelen verse acompañados de otros indicadores, como el aislamiento, la falta de energía y la irritabilidad. En cualquiera de los casos, los padres deberán recurrir inmediatamente a la ayuda de profesionales.

"Las personas con trastornos alimenticios pueden morir de complicaciones médicas, pero tienen más chances de morir por suicidio" alertó la doctora Laurie Hornberger, especialista en medicina adolescente del hospital Children's Mercy de Kansas, en diálogo con el New York Times.

"Suelen cansarse de tener a sus vidas controladas por la alimentación y los problemas con la comida" concluyó la médica.