El "niño de la guerra" que era "feliz" con una camiseta falsa de Ronaldo: Xherdan Shaqiri, la esperanza de Suiza en el Mundial

El mediocampista se transformó en la usina de desequilibrio del seleccionado helvético, que intentará vencer a Suecia para avanzar a los cuartos de final de la Copa del Mundo

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A los 26 años, es el hombre más desequilibrante de Suiza (Foto: AFP)
A los 26 años, es el hombre más desequilibrante de Suiza (Foto: AFP)

"Nuestra casa no tenía calefacción, solo una gran chimenea. Era una casa realmente vieja en una granja en Basilea. Mi hermano mayor siempre se quejaba del frío. Su habitación estaba arriba, lejos de la chimenea. En el invierno, tenía que irse a dormir con cinco mantas".

Xherdan Shaqiri juega sin temores. Desde sus 169 centímetros, ensaya fintas en tierra de gigantes, es quien empuja desde su técnica a la selección de Suiza, que alcanzó los octavos de final de la Copa del Mundo en el grupo que lideró Brasil e intentará avanzar a cuartos frente a Suecia.

Cuando tenía dos años, la familia de Shaqiri, de origen albanesa, debió huir de Kosovo cuando estalló de la guerra y se refugió en Suiza, donde Xherdan creció en un contexto de privaciones, que supo entender a pesar de su corta edad.

"Mi padre no hablaba alemán suizo, por lo que tuvo que empezar a lavar platos en un restaurante. Finalmente consiguió un trabajo en la construcción de carreteras. Mi madre trabajaba como limpiadora en edificios de oficinas en la ciudad", escribió en The Players Tribune, el espacio en el que los deportistas cuentan sus historias de puño y letra.

El cinturón siempre se mantuvo ajustado, porque la familia Shaqiri nunca se olvidó de sus orígenes. "Enviaban una gran cantidad de dinero a nuestros parientes en Kosovo. Estaban atrapados allí. La casa de mi tío se quemó. Hubo un montón de sufrimiento", describió el mediocampista ofensivo del Stoke City, aunque su mejor versión siempre aparece con la casaca de Suiza.

Shaq jugó en el Basilea, Bayern Munich, Inter y Stoke City
Shaq jugó en el Basilea, Bayern Munich, Inter y Stoke City

Ante ese panorama, el fútbol representaba su válvula de escape. Aunque muchas veces el entorno donde lo practicaba podía resultar riesgoso. Es que concurría a un parque que quedaba en un sector poco favorecido de la ciudad. Y su madre le pedía que evitara acercarse. "Pero yo iba igual.  El fútbol real se juega allí. Me ayudó, aprendí a jugar con hombres que definitivamente no bromean", describió.

En esa época, cuando los regates eran sueños, su espejo era brasileño: Ronaldo, el delantero que brilló en Barcelona y Real Madrid y ganó el Mundial 2002. Claro que las privaciones le impedían verse como él. "Mis padres no tenían dinero para comprarme su camiseta; lo adoraba", explicó. Tan ajustada era su condición, que tanto él como su hermano sólo recibían dinero en sus cumpleaños, a modo de presente.

Sin embargo, llegó el momento en el que Shaqiri logró sentirse Ronaldo. Sus padres consiguieron una camiseta amarilla, con el número 9 en color verde sobre su espalda. No era la original, claro. "No me importó. Fue el día más feliz de mi vida", subrayó.

El día más feliz de su vida puede cambiar, por supuesto, si continúa haciendo historia con la selección de Suiza en el Mundial.

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