El día que Iridia Salazar consiguió la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004

Iridia mantenía su guardia mientras se encontraba rebotando en las puntas de sus pies. Enfrente tenía a la española Sonia Reyes. Óscar, su hermano y también medallista en la misma edición de los Olímpicos se mantenía atento a un costado del tatami donde se abatía Iridia.

Las gradas eran una fiesta, los gritos cargados de emoción de los eufóricos aficionados no cesaban y los colores de México se hacían presentes.

Salazar manejó los hilos de la pelea en el último round, donde su inteligencia encaminaba a la desesperación a su oponente. Una vieja conocida a la que ya había enfrentado y derrotado en cuatro ocasiones en torneos internacionales.

Ambas atletas llegaron hasta el tercer asalto para comenzar a sumar puntos, a excepción del único punto que ganó Reyes en el primer round y que hasta al titular del Comité Olímpico Mexicano, Felipe Muñoz, puso a temblar.

Con 45 segundos restantes en el marcador, Iridia ya había sentenciado la batalla con un marcador de 3-2. Al final de la cuenta regresiva, Salazar se convirtió en el tercer lugar olímpico de la competencia.

El camino fue largo para la campeona mundial, pues tuvo que disputar cinco combates en el Pabellón Olímpico de Faliro, y todos con excepción del primero, los ganó entre el tercer y último round.

En la ronda de dieciseisavos de final derrotó a la colombiana Paola Delgado por un marcador de 5-2 y en el grupo de las ocho mejores venció a la uzbeka Irina Kaydashova por superioridad, después de haber empatado 7-7.

En la ronda de semifinales cayó 3-2 frente a la coreana Won Jang Ji, quién a la postre sería la ganadora del oro. La derrota llevó a Salazar a disputar una batalla más de repechaje para poder pelear por el bronce. En esta instancia se enfrentó y derrotó 3-2 a la italiana Cristiana Corsi.

Desde muy pequeña demostró su interés por el deporte y era un reflejo de la tradición en su familia de dedicarse a las artes marciales. A los 15 años comenzó a llamar la atención cuando dominó su disciplina en las Olimpiadas Juveniles y, posteriormente, en los Juegos Centroamericanos y del Caribe en Maracaibo, Venezuela, en 1998 y donde se hizo con el título en los 55 kilogramos.

Para 1999 se convirtió en finalista del campeonato mundial en Canadá y se hizo de la medalla de plata. Fue entonces que disputó el torneo Preolímpico en Croacia. Sin embargo, Iridia finalizó en la quinta posición y se despidió de participar en Sydney 2000.

Pero en con el inicio del nuevo milenio, Salazar se colocó en los primeros planos de la división pluma en la Copa del Mundo de Lyon. Además de convertirse en la subcampeona en el Panamericano de Aruba, en 2001.

Sin duda, en una forma madura y buscando la consagración, consiguió convertirse en el tercer lugar mundial después de su participación en la Copa Mundial de Vietnam y el segundo puesto en el mismo torneo pero de Cheju, Corea del Sur.

Para el 2003, la taekwondoín nuevamente participó en los Juegos Centroamericanos y del Caribe en el Salvador, en la prueba de 59 kilogramos y ganó la primera posición.

Un día anterior a la hazaña conseguida por Iridia, su hermano Óscar consiguió la medalla de plata en la misma disciplina.

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