Dejó San Lorenzo para jugar en Islandia: la aventura de una futbolista entre el clima helado, días con 24 horas de sol y la ilusión de las auroras boreales

La uruguaya Federica Silvera asumió el desafío de seguir su carrera en un destino poco conocido y a la vez fascinante

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La uruguaya Federica Silvera llegó a Islandia hace dos meses para jugar al fútbol
La uruguaya Federica Silvera llegó a Islandia hace dos meses para jugar al fútbol

Federica Silvera camina, como de costumbre, con su mate debajo del brazo. Ya no lo hace por las calles de Montevideo ni por las de Buenos Aires, ahora pasea por los gélidos caminos de Höfn, un pueblito del sudeste de Islandia en el que viven menos de 3 mil personas. La ex jugadora de San Lorenzo llegó hasta allí hace dos meses con el objetivo de jugar al fútbol y de conocer un país tan maravilloso como intrigante.

“La idea es vivir una experiencia nueva, aprender y crecer tanto deportiva como personalmente”, le cuenta Federica a Infobae vía Zoom desde el departamento que comparte con dos de sus compañeras de equipo (una de Serbia y otra de Portugal). Por las ventanas comienzan a entrar los primeros rayos de sol de una primavera que dejará atrás el crudísimo invierno.

Federica empezó a jugar al fútbol desde muy pequeña en su Montevideo natal. A los cinco años ya pateaba la pelota en las calles junto a sus amigos del complejo de edificios en el que vivía y a los 11 le pidió a su mamá que le buscara un club. La condición que puso la mujer fue que eligiera un lugar en el que pudiera jugar con otras nenas y ya no con varones. Así, comenzó su formación en Tricolor Fútbol Club, un conjunto que se desempeñaba en la canchita de Rayo Rojo, que queda frente al mítico estadio Centenario.

La mediocampista nació en Uruguay y desde 2008 juega para su selección (@federicasilvera)
La mediocampista nació en Uruguay y desde 2008 juega para su selección (@federicasilvera)

“Tener el apoyo familiar fue un plus. Mi mamá siempre me permitió todo y eso me facilitó las cosas, incluso cuando mi abuela no quería que me llevara a probarme a un club. Vivimos en una sociedad bastante prejuiciosa y a veces eso hace que nos limitemos a nosotros mismos. Yo con mis amigos jugaba sin problemas, pero cuando íbamos a competir con otros equipos me daba vergüenza. Uno de mis mejores amigos se enojaba y me gritaba ‘Dale, jugá’. A veces pasaba alguna mamá, se me quedaba mirando y yo me sentía observada, me daba vergüenza. Por eso no jugaba tan suelta como todos los días en el barrio”, recordó la futbolista que jugó en las Juveniles de Colón Fútbol Club y que hizo su debut en la primera división de Uruguay con la camiseta de Fénix hasta que en 2010 pasó a Nacional. Por ese entonces, ya había hecho su presentación en la selección charrúa y desde entonces ha transitado la Sub 17 y la Sub 20 antes de dar el salto a la Mayor.

El deporte era central en la vida de Federica, tanto que en los primeros años de su adolescencia sumó otra actividad: el futsal. Fue esa disciplina la que le permitió aterrizar con su talento en la Argentina. En 2017 fue a jugar la Copa Libertadores con Río Negro City y en ese torneo enfrentó a San Lorenzo. En el Ciclón jugaba una compatriota, Sindy Ramírez, que fue quien le preguntó si estaba interesada en cruzar el charco para sumarse al elenco de Boedo. La decisión no fue fácil ya que por esos tiempos le faltaban cuatro materias y un par de exámenes para terminar la Licenciatura en Economía. Sin embargo, la idea de dar un nuevo paso en su carrera la terminó de convencer.

En San Lorenzo, Federica jugó fútbol 11 y futsal hasta que la pandemia de coronavirus obligó a poner un freno en las competencias. Fue en ese parate cuando de parte de una amiga recibió una propuesta sorprendente: ir a jugar al fútbol de Islandia, un destino verdaderamente exótico. La futbolista evaluó la oferta, pero los vaivenes de la situación mundial hicieron que todo quedara frenado. La chance volvió a presentarse a principios de 2021 y esta vez no dudó: hizo las valijas y asumió un nuevo desafío, el más importante hasta el momento.

Federica jugó fútbol 11 y futsal en San Lorenzo entre 2017 y 2021 (@SanLorenzo)
Federica jugó fútbol 11 y futsal en San Lorenzo entre 2017 y 2021 (@SanLorenzo)

“Yo estaba muy bien en San Lorenzo, pero llega un momento en el que esa zona de confort no te permite avanzar o no te permite ver hacia dónde querés ir. Además, estaba buscando explorar el mercado europeo. Era un destino inusual y lo dudé mucho, pensaba si estaba haciendo bien o no, pero decidí arriesgar para conocer otra cultura y el fútbol femenino en otro lugar del mundo”, contó la mediocampista de 28 años, que aterrizó en Reikiavik, la capital islandesa, a principios de marzo. Luego de dos tests PCR y de cinco días de cuarentena en un hotel - en los que podía salir a caminar, pero sin entrar a comercios ni interactuar con otras personas- se trasladó hasta Höfn, donde acordó su llegada al UMF Sindri de la segunda división.

En Islandia se juega al fútbol solo en las temporadas cálidas. Las heladas temperaturas del invierno y del otoño hacen que sea casi imposible la práctica del deporte, no solo por la incomodidad para los protagonistas, sino porque el congelamiento de muchos caminos impide viajar y llegar hasta las distintas canchas. El fútbol femenino tiene tres competencias: un torneo amistoso preparatorio (este año se suspendió por la pandemia), la Copa Islandesa en la que juegan equipos de todas las categorías, y la liga, que comenzará a finales de mayo. Con su equipo, Federica será parte del certamen de la segunda división, en la que juegan todos contra todos y los primeros cuatro acceden a los playoffs por el título.

“Acá es muy distinto el fútbol. Hay muchas compañeras que estudian en la capital y cuando yo llegué no estaban. Éramos muy poquitas y eso me llamó la atención porque estaba acostumbrada a entrenar con un grupo grande. Después, hubo dos semanas en las que por protocolos de COVID-19 podíamos entrenar, pero sin hacer fútbol ni tener contacto. Entonces trabajábamos en grupo, pero cada una tenía su pelota y pasaba sola por su estación. Eso hizo que me costara un poco la adaptación. Recién hace una semana que está el grupo completo y nos estamos empezando a conocer, pero muy de a poco, va a llevar tiempo”, explicó la jugadora, que también toma esta experiencia como una posibilidad para mejorar su manejo del idioma inglés.

La uruguaya está a préstamo en el UMF Sindri de Höfn
La uruguaya está a préstamo en el UMF Sindri de Höfn

Antes de irse, Federica renovó su contrato con San Lorenzo hasta fines de 2022. Estará a préstamo en el UMF Sindri hasta que termine el torneo islandés. Como parte del arreglo con su nuevo club, la uruguaya recibe una vivienda que ahora comparte con una compañera de Serbia y otra de Portugal. En sus primeros días en Höfn vivió en una casa junto a futbolistas del equipo masculino provenientes de distintas partes del mundo. Todos ellos reciben un salario como jugadores, pero también tienen que trabajar para el club: sus tareas pueden ir desde quitar la cartelería que rodea al campo de juego hasta participar de actividades recreativas y deportivas con niños y niñas del pueblo. También se les puede requerir que entrenen a las categorías infantiles o juveniles de la institución.

“Nos llevamos bastante bien y estamos juntas todo el tiempo Tratamos de distraernos, pero a veces se torna un poco aburrido, sobre todo si el tema del clima no acompaña. A veces no podés salir ni a dar una vuelta, por eso cuando está lindo aprovecho para ir a caminar. Acá oscurece muy tarde, recién a las nueve o diez de la noche, pero en verano me dijeron que son casi 24 horas de luz y que no hay noche. No sé cómo va a ser eso”, comenta sorprendida.

En sus primeras semanas, Federica aprovechó para hacer turismo. Las bellezas naturales de Islandia la maravillaron: “Hicimos un viaje de seis horas en auto hasta un volcán. Ahí caminamos un montón y fue agotador. Fue una gran experiencia, pero hacía mucho frío. De hecho, me llevé una botella de agua que se congeló. Después fuimos a un lugar que tenía cascadas de deshielo del volcán Vatnajökull, que es el más grande de Europa. Otro día visitamos un cañón (el Fjaðrárgljúfur, donde se filmó parte de la serie Game of Thrones). Son lugares increíbles a la vista, ni te imaginás que existan, es naturaleza pura. Todo te transmite paz y tranquilidad”. Pero la uruguaya espera poder apreciar pronto el mayor atractivo de Islandia: las auroras boreales. “Todavía no pude verlas, dicen que desde acá se puede”, expresó ilusionada.

La futbolista ya pudo recorrer algunas de las múltiples bellezas naturales de Islandia
La futbolista ya pudo recorrer algunas de las múltiples bellezas naturales de Islandia

Federica y sus compañeras de equipo son una suerte de “estrellas” en un pueblo que no tiene más de 3 mil habitantes (sumando, incluso, sus alrededores) y un ritmo de vida excesivamente tranquilo. Cuando van por la calle con el uniforme del club todos las saludan y si entran a comprar a algún negocio les preguntan cuándo es el próximo partido. La uruguaya destacó que en el club el equipo masculino y el femenino tienen la misma importancia: no hay diferencias entre ellos y cuentan con similares condiciones de trabajo.

En su club el encargado del fútbol es uruguayo y el preparador físico es argentino. Son ellos quienes la ayudan a no sentirse tan lejos de casa y a no verse abrumada por el choque cultural. Es que la forma de vida en Islandia es muy distinta y Federica aún no se ha podido acostumbrar a cenar a las siete de la tarde. Del otro lado, sus compañeras no entienden muy bien por qué va a todos lados con el mate y el termo debajo del brazo. La mayor preocupación que hoy tiene la nacida en Montevideo es saber cómo hará para que le alcancen los 5 kilos de yerba con los que viajó hacia Europa.

La primera prueba está superada: la ex San Lorenzo debutó oficialmente este sábado con el UMF Sindri en la goleada por 5 a 0 en condición de local ante el Einherji por la Copa de Islandia. Aunque no hizo goles, dio un par de asistencias y se fue feliz por el buen comienzo. Como se esperaba, el rival más duro no fueron sus adversarias, sino las condiciones climáticas: “Hacía frío, estaba ventoso y nevó. No estoy acostumbrada a eso. En marzo de 2019 jugué un amistoso con la selección uruguaya ante Francia y pensé que ese era el frío más duro que podía sentir, pero esta vez fue peor, tenía todo el tiempo las piernas duras. Pero ganamos y fue un buen inicio”.

La cancha del UMF Sindri, con un espectacular marco
La cancha del UMF Sindri, con un espectacular marco

Cada día, Federica revisa la aplicación en la que el club carga las fechas, los horarios y las sedes de cada entrenamiento. Mientras busca adaptarse a este nuevo fútbol mucho más físico y aguerrido, la uruguaya también sueña con tener mayor rodaje con su selección (en 2019 disputaron las cuatro fechas FIFA, pero la pandemia interrumpió ese crecimiento) y con tener el tiempo para poder hacer la tesis que le permitirá finalmente obtener el título de Licenciada en Economía.

“Una de las razones por la que me arriesgué a venir fue por la idea de parar la pelota y pensar qué era lo que quería para mí en el futuro. Acá tengo el tiempo y la tranquilidad para eso. La vorágine de la competencia en San Lorenzo no da respiro y yo quiero poner el foco en cosas que quiero mejorar. La idea es vivir una nueva experiencia, aprender y crecer tanto deportiva como personalmente. Nunca me hubiese imaginado venir a Islandia: hay mucha gente a la que le atrae mucho este destino, pero a mí no me había llamado la atención. Nunca lo había pensado, pero ya le encontré su magia. Hay gente que me escribe y me dice ‘Qué fantástico, qué impresionante’ y yo nunca me hubiera imaginado tener esta experiencia. Estoy disfrutando de eso”, enfatizó la uruguaya antes de volver a agarrar su mate y de perderse por las calles de Höfn, esta ciudad en un lugar recóndito del mundo que ahora es su hogar.

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