El calvario que vive el futbolista David Cox por haber confesado sus intentos de suicidio

Hablar de un problema es el primer paso para comenzar a tratarlo. A pesar de que es el paso más difícil, millones de personas se han sentido aliviadas al confesar algún hecho de su vida que por alguna razón (vergüenza, miedo o prejuicio) lo habían ocultado hasta entonces. Cuando quien manifiesta una verdad de esta características es un personaje público, el mensaje se masifica y esto, supuestamente, debería colaborar con él. Pero este no fue el caso de David Cox.

El futbolista escocés reconoció en 2014 que sufría depresión e incluso había intentado suicidarse. Según contó entonces, al Daily Record de Escocia, comenzó a autolesionarse a los 15 años y desde aquella época su estado ha variado entre la alegría y la tristeza profunda que lo llevó a intentarse quitarse la vida en más de una ocasión.

A partir de aquella confesión el bullying hacia él ha ido en aumento dentro del campo de juego. "Tal vez después de una mala jugada, algunos futbolistas (decían) 'cuidado con tus muñecas, oye' o 'mejor no te molesto porque eres psicópata'", contó en diálogo con el sitio de la BBC esta semana.

Sus rivales lo acosan durante el partido para desconcentrarlo y algunos se disculpan luego del pitazo final: "Decían cosas como 'Realmente lo siento, tuve un compañero que se suicidó por problemas de salud mental', y yo pensaba '¿por qué menciona eso?'".

Los aficionados también disparan agravios contra él durante los encuentros: "Poco después de que conté mi historia, hubo hinchas que me gritaban en la cancha 'Anda cuélgate y hazlo bien esta vez". "Los hinchas pagan, dicen lo que quieren, luego se van a casa y se olvidan, y yo soy el que queda afectado", reconoció.

Cox, de 29 años, hizo hincapié en la falta de castigos hacia este tipo de comentarios y señaló que si los insultos hubiesen sido racistas, la federación hubiese hecho algo al respecto: "Si alguien fuera racista en la cancha, estaría acabado".

Hoy en día, su situación con respecto a su salud mental ha mejorado, pero ahora tiene que padecer este tipo de agravios cada vez que salta al terreno de juego: "Que la gente se burle de ti y luego del juego se olviden no está bien".

El jugador del Cowdenbeath, de la segunda división escocesa, había reconocido en 2014 que su primer intento de suicidio ocurrió a los 19 años, cuando quedó libre y se había separado de la madre de su hija: "Tomé dos sobredosis. En parte, por el fútbol y, en parte, por la relación que mantenía".

Luego, a pesar de haber fichado para un equipo, la separación de sus padres y los problemas para ver a su hija le impedían pensar en otro tema que no fuera la muerte: "Una vez traté de ahorcarme pero mi hermana entró justo en ese momento. Si ella no hubiera estado allí, creo que me hubiera matado".

Su último intento por quitarse la vida fue en 2014, cuando sus amigos tuvieron que intervenir para que no se clavara un cuchillo en el pecho, luego, al salir del hospital, pensó en ahorcarse en un puente pero el amor por su hija lo detuvo y allí eligió contarle su problema al mundo.

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