Una mexicana hizo wakeboarding en unas cavernas sagradas de la cultura maya

Compartir
Compartir articulo
infobae

El wakeboard ha llevado a Larisa Morales, una de las atletas jóvenes más reconocidas del mundo en la disciplina, a lugares que solamente podrían ser descritos como el paraíso. Desde la Laguna de Bacalar en Quintana Roo, hasta el Lago Como en Italia, la deportista ha andado sobre las aguas de sitios celestiales. Pero nunca había competido tan cerca del Inframundo como lo ha hecho ahora.

El fotógrafo Mauricio Ramos le contó a Lari sobre un proyecto que consistía en hacer wakeboarding dentro de una serie de cenotes en la península mexicana de Yucatán, en cavernas sagradas para la cultura maya consideradas como la entrada a otro mundo.

"Mau vino conmigo y me dijo que llevaba años teniendo esa idea, él quería tomar fotos en lugares muy especiales en México", dijo Morales, y agregó: "Nos hicimos amigos por compartir ese proyecto". "Todos los aspectos de este trabajo me inspiran, pero lo que más me conmueve es estar trabajando dentro de un cenote viendo un aspecto tan importante de la cultura maya, son lugares sagrados", continuó Larisa en su relato.

infobae

Lo que Lari veía quedó grabado en los ojos y en las lentes de Ramos, quien cumplió el sueño de toda su carrera. "La Península de Yucatán representa uno de los tesoros naturales de México", confió. "Hay más de 5.000 cenotes registrados y significan algo único en el mundo. Un cenote no es un hoyo en la tierra lleno de agua, es un sistema subterráneo. Es un mundo un poco desconocido, que para los mayas era la entrada al Inframundo, llamado Xibalbá".

Este viaje fue muy especial para Larisa, más allá de haber llevado el wakeboard a un lugar en el que nadie nunca lo había intentado antes. "Cuando estás ahí parada y te sientes diferente, parece que te encuentras en el Inframundo, y yo no creo en esas cosas, pero parecía la puerta del infierno", relató la joven azteca.

Los trucos sobre la tabla y el paisaje indómito son los que hicieron de las fotos algo espectacular, pero todo lo que vivió Lari preparándose para el proyecto fue lo que hizo de ésta una experiencia única. Sobre todo, antes de entrar al agua, rodeada de acompañantes mayas que le brindaban consejos y la guiaban por su cultura y rituales.

infobae

"Antes de entrar a uno de los cenotes, los guías me hicieron unos rituales, una bendición. Me explicaba el chamán que tomara el humo y les pidiera lo que yo quisiera a los dioses, porque esa era la forma en la que se comunican con ellos. A la hora de soltarlo, el humo sube y tus deseos van al cielo. Es una experiencia única, te hace reflexionar y pensar en todo lo que quieres pedirles a los espíritus. Estando ahí sientes unas vibras que no sabes cómo explicar. Es un lugar tan espectacular, tan increíble, que tiene que haber algo que sea más que humano ahí. Y encima de eso, estaba yo en la tabla pensando que nunca nadie había hecho esto en esos cenotes, lo cual lo hacía todavía más especial. Es un privilegio que nos hayan permitido estar en estos lugares tan sagrados para hacer este proyecto", concluyó la deportista.

En total, Larisa Morales y Mauricio Ramos fotografiaron nueve cenotes: Cristalino (cerca de Puerto Aventuras), Media Luna (en Playa del Carmen),  Yaxmuul (Tulum), Nohoch Na Chich, que es la entrada al río subterráneo más largo del mundo con 237 kilómetros explorados (Tulum), Jaguar (Pacchen), Caimán (Pacchen), Laguna Mojarras (Pacchen), Esmeralda (Esmeralda) y el Maya (Uspibil). Naturalmente, en una aventura como esta, hacer algo que nunca nadie había hecho, llega cargada de retos y dificultades de todo tipo. Y cuando los protagonistas se introdujeron en medio de la jungla, las "dificultades de todo tipo" se convierten en algo literal.

infobae

Las condiciones, el escenario, la dificultad en los accesos, el ámbito espiritual… todo conformó un conjunto para asegurar que se trataba del Inframundo.

LEA MÁS

Kyrgios se retiró de Wimbledon por "lesión" pero estaba de fiesta con dos jugadoras

Una modelo argentina acusó a Javier Mascherano

Fútbol en la Quebrada de Humahuaca: el fantástico contraste visto desde un drone