Desigualdad: una pandemia que no encuentra vacuna

Mientras Colombia continúa siendo el segundo país más desigual de América Latina, sus magnates financieros amasan fortunas que crecen hasta el 77% en un año

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La deuda de los países más pobres se disparó en 2020, fotografía de archivo. EFE/ Jean Marc Herve Abelard
La deuda de los países más pobres se disparó en 2020, fotografía de archivo. EFE/ Jean Marc Herve Abelard

Considérelo de este modo: mientras usted permanecía confiando en casa por culpa de la pandemia, mientras se persignaba para que no lo despidieran de su puesto y para que nadie de su familia muriera a causa del Covid 19, los grandes magnates se hacían el negocio del año.

A medida de que el Covid se expandía por el planeta, los bancos inyectaban billones de dólares a los países para mantener las economías a nivel mundial. Entonces se cocinaban las ganancias sin precedentes que hasta la fecha continúan recibiendo cada uno de los milmillonarios que surgen cada 26 horas, individuos cuyas fortunas –en algunos casos– hasta se duplicaron en medio de una crisis que se ha llevado la vida de más de 17 millones de personas. Así lo revela La inequidad mata, el último reporte realizado por Oxfam, una confederación internacional conformada por 19 organizaciones no gubernamentales humanitarias con presencia en más de 90 países.

Pero aunque las cifras son escandalosas y se estima que más de 160 millones de personas en el mundo han caído en la pobreza, los números no son distantes de la realidad del país. En el listado nacional y partiendo de las listas de multimillonarios publicadas en el años 2020 y 2021 por la Revista Forbes, se pueden apreciar varias particularidades.

Si bien en el puesto número uno logra mantenerse Luis Carlos Sarmiento Angulo como el colombiano más acaudalado del país, amasando una fortuna que aumentó un 22% (pasó de 9 mil a 11 mil millones de dólares en un año), le pisa los pies otro banquero. A sus cuarenta años de edad y con un sistema bancario completamente digital conocido como Nubank, David Vélez aparece por primera vez entre la lista y ocupando el segundo lugar con una fortuna de US$3.900 millones de dólares.

De igual manera, aparece por primera vez Beatriz Dávila, viuda de Julio Mario Santo Domingo con US$3.900 millones de dólares. Le sigue en cuatro lugar Jaime Gilinski, a quien el 2022 augura buenas ganancias tras hacerse a la compra resiente de acciones de Sura y Nutresa. Esa posición es el resultado de una fortuna con un crecimiento anual del 11.8% (Gilinski pasó de tener US$3.400 millones a 3.800). Finalmente y en quinto lugar de la lista, pero con un crecimiento exponencial del 77% se encuentra Carlos Ardila Lülle, que en tan solo un año pasó de tener mil trescientos millones de dólares a 2 mil trescientos.

Pero si bien las cifras sonríen a los empresarios, la realidad del país es otra.

Así lo constató el Banco Mundial en su último informe Hacia la construcción de una sociedad equitativa en Colombia. En el documento, publicado en octubre del año pasado, se señaló que Colombia es el segundo país más desigual de Latinoamérica, una situación que no ha cambiado desde antes de la pandemia.

La desigualdad: un panorama mundial

La ACNUR define la desigualdad como la diferencia en la distribución de bienes, ingresos y rentas en el seno de un grupo, sociedad o país. Por eso, cuando de materializar desigualdades se trata, el viaje al espacio de Jeff Bezos, el hombre más rico del mundo, no pasa desapercibido. En aquel momento el magnate dijo unas palabras que pasarán a la posteridad: “Gracias a todos los empleados y clientes de Amazon, porque ustedes son los que han pagado por todo esto”.

Y no es una falacia; solo con las ganancias de su fortuna, que pasó de ser de US$193.700 millones a US$194.800 millones en un año, Bezos podría vacunar a toda la población mundial.

Según Oxfam es la pandemia la que justamente ha hecho al mundo más inequitativo. Cuando el dinero se concentra en una élite y unos pocos monopolizan la producción de vacunas se genera lo que el informe considera como un “apartheid” letal de vacunas. Esto no solo pone en riesgo las vidas de las personas, aumentando el riesgo de que surjan nuevas variantes, sino que incide en la capacidad de reactivación económica de los individuos alejándolos de la posibilidad de tener oportunidades para acceder a un empleo, un salario digno, educación o salud.

La situación también repercute en la expectativa de vida de la gente. Así, en algunos países, las personas en mayor situación de pobreza tienen casi cuatro veces más probabilidades de perder la vida por el Covid que las más ricas.

De hecho, según la Secretaría de Salud, una persona sin vacunar en la ciudad de Bogotá tiene siete veces más de probabilidades de requerir hospitalización, 24 veces más de riesgo de terminar en una UCI y está 32 veces más expuesta a fallecer si se contagia con cualquier variante del virus.

Políticas al servicio de la gente

En días pasados Andrew Pollard, uno de los científicos que ayudó a desarrollar la vacuna de Oxford-AstraZeneca calificó de insostenible vacunar a todas las personas del planeta hasta con cuatro dosis, cuando en África aún son muchas las personas que no han recibido su primera vacuna.

En ese momento, la noticia no pasó de ser un comentario más que no iba a impedir a potencias como Israel continuar con las vacunaciones de refuerzo.

Sin embargo, la pregunta de la desigualdad no solo está reflejada en las desventajas que han tenido que afrontar algunas naciones por falta de vacunas, sino en un cuestionamiento más profundo y de cara a los gobiernos. Existe, según el informe, una necesidad real de reescribir las reglas de las economías, una premura de redistribuir los ingresos, el poder y la participación democrática real, pues cada vez que se amplían las brechas, los ricos se hacen más ricos y los pobres más pobres.

Por ahora en el panorama existen dos opciones; continuar perpetuando lo que según Oxfam es una economía violenta en la que todos pierden a expensas de unos pocos, o replanteando el sistema con una economía menos favorecedora con los milmillonarios y menos indulgente con aquellos que le hacen el quite a los compromisos tributarios protegiendo sus arcas en paraísos fiscales.

Otros datos

- Si los 10 hombres más ricos se unieran para gastar al día un millón de dólares, agotarían la riqueza en 414 años,

- Si esos mismos milmillonarios se sentaran en su dinero apilado en billetes de un dólar, lograrían cubrir la mitad de la distancia entre la Tierra y la luna.

- El promedio estimado de las emisiones de los 20 milmillionarios más ricos es 8 mil veces superior a la de cualquier persona de los mil millones más pobres.

- Los gobiernos pierden al año 200 mil millones de dólares a causa de la evasión.

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