Los hijos e hijas de excombatientes, quienes nacieron en medio del conflicto, son considerados como semillas de paz, y hacen parte de aquellos que sueñan con la posibilidad de un país que le apueste a la convivencia y a la no repetición del conflicto armado. La escuela de música Semillas de Reconciliación, ubicada en la vereda La Fila de Icononzo, Tolima, es una apuesta a la reconciliación.
Este espacio nació cuando las personas en proceso de reincorporación identificaron la necesidad de tener un espacio que pudiera brindar educación y recreación a sus hijos. La iniciativa convocó a 65 niñas, niños, adolescentes y adultos pertenecientes al AETCR y a la comunidad los cuales se vincularon a la escuela a pesar de no contar con instrumentos musicales, docentes, ni un espacio adecuado para su funcionamiento.
Desde su inicio, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo – PNUD, la Misión de Verificación de las Naciones Unidas y la Embajada de Noruega en Colombia han apoyado esta escuela donando instrumentos musicales como guitarras, xilófonos, organetas, flautas dulces, percusiones, entre otros, y acompañando la adecuación física del espacio y el intercambio cultural con otros actores de la sociedad.
Tolima es ahora una de las zonas más tranquilas del país, el conflicto a quedado atrás y el presente se está cimentando en la esperanza de construir un país mejor. En medio de la neblina y entre las montañas, el ETCR se hace inmenso, las pequeñas casas blancas de techos de teja de zinc pintadas de rojo parecen colocadas sobre la ladera de la montaña a propósito y sus calles de arena y grava conectan a los excombatientes con las comunidades aledañas.
Pero no queda aquí, a otro lado, en el departamento del Huila, la Misión de Verificación de la ONU en Colombia informó que luego de participar en el proyecto “Semillas para la paz”, 30 excombatientes de la guerrilla de las Farc y víctimas del conflicto armado recibieron un certificado por su trabajo activo en la iniciativa comunitaria de reconciliación.
Esta iniciativa, financiada por la Misión de las Naciones Unidas encargada de verificar el cumplimiento de los procesos de reincorporación en el país, acompañó durante varias semanas la realización de una huerta comunitaria de una veintena de víctimas y una docena de exguerrilleros.
Este proyecto pensado desde la estrategia de seguridad alimentaria en la vereda de Villa Fátima fue apoyado por la Agencia de Reincorporación y la Normalización (ARN), la empresa agrícola Sáenz Fety y la alcaldía de este municipio al sur del país, que estaba enfocado en sensibilizar, reconciliar y generar un trabajo comunitario.
“Tuvimos una integración entre las familias víctimas del conflicto armado y las familias de reincorporados. Víctimas y victimarios. Hemos compartido y esa es la idea, hacer las paces, y bregar a compartir y salir adelante”, aseguró el miembro de la Asociación de Víctimas Asoagropecol, Herney Castro Valderrama, para quien esta iniciativa dejó importantes resultados.
“Semillas para la paz” se adelantó con los fondos extrapresupuestarios de las misión, con los que durante varias jornadas las víctimas y los excombatientes instalaron la huerta con plantas aromáticas y hortalizas como cebolla, coliflor, acelga y lechuga para el beneficio de la comunidad de esta vereda.
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