Por primera vez, monitorean con GPS recorridos de oso andino en Colombia

Durante dos meses, investigadores monitorearon el recorrido de un oso andino adulto que recorrió los alrededores del macizo de Chingaza, ubicado en Cundinamarca y Meta.

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Foto: Fundación Wii - Instituto Humboldt
Foto: Fundación Wii - Instituto Humboldt

Cinco investigadores monitorearon, por primera vez, los movimientos de un oso andino adulto que habita en el territorio nacional para determinar sus hábitos. El estudio hizo parte de un convenio entre la Fundación para la Investigación, Conservación y Protección del Oso Andino (Fundación Wii), Nexen Petroleum Colombia Ltd y la Corporación Autónoma Regional Del Guavio (Corpoguavio), y se hizo para completar los vacíos de información sobre el uso del espacio por parte de esta especie en Colombia.

El animal que fue utilizado para este estudio fue un oso andino macho adulto al que se le instaló un collar de telemetría con GPS y, durante dos meses, a través del dispositivo, los investigadores trazaron sus recorridos. “Por primera vez en Colombia se midió el uso del espacio para el oso andino con un espécimen macho rastreado con telemetría GPS, en un área de paisaje fragmentado del macizo de Chingaza, en la cordillera oriental de los Andes colombianos”, señaló el artículo realizado por los investigadores y publicado en Notas sobre Mamíferos Sudamericanos, una revista científica de la Sociedad Argentina para el Estudio de los Mamíferos (SAREM).

Durante el tiempo que se hizo la investigación, los investigadores contaron con el apoyo del investigador y curador de la colección de mamíferos del Instituto Humboldt (IAvH), Nicolás Reyes, quien señaló que, en Colombia, este tipo de osos habitan en el extremo norte de la serranía del Perijá colombo-venezolana, “la distribución más nórdica de este oso para todo el continente”.

Así se movió el oso andino macho por Chingaza. Fuente: estudio científico. Foto: Instituto Humboldt
Así se movió el oso andino macho por Chingaza. Fuente: estudio científico. Foto: Instituto Humboldt

Finalmente, el GPS del oso macho arrojó un total de 348 ubicaciones durante parte de la estación seca, justo antes de que el collar de telemetría dejara de funcionar, entre los meses de octubre y diciembre de 2013, cuando se realizó este estudio. Lograron determinar que este mamífero se movió por un área de 238,86 kilómetros cuadrados, en lo que se conoce como rango de acción en los alrededores del macizo de Chingaza, ubicado en Cundinamarca y Meta.

Según los investigadores, este rango fue el más diferente con respecto a lo reportado en estudios previos de Ecuador, ya que lo quintuplicó. Pues anteriormente, solo se habían realizado tres estudios para determinar los movimientos de esta especie en Bolivia y Ecuador.

“Registramos 121 ubicaciones nocturnas con el GPS: 31,4% en la zona andina y altoandina y 68,6 % dentro matorrales de páramo y subpáramo, zonas con altitudes entre los 3.117 y 3.637 metros”, revelan los investigadores en su reciente publicación sobre el estudio hecho en el país. Con esto pudieron concluir que, este oso prefirió los matorrales de páramo y subpáramo para sus desplazamientos diurnos y lugares de descanso nocturnos, seguido por el bosque andino y altoandino.

Estos resultados también confirman otra información conocida por parte de los investigadores y es que, entre más fragmentado esté el paisaje, es decir, entre más presencia humana haya en el lugar, las especies deberán realizar más movimientos. Por esta razón, entienden que este oso haya quintuplicado los resultados de otros estudios, pues en Chingaza la actividad humana es más común.

“El uso del espacio para una especie puede variar según la disponibilidad y la fragmentación del hábitat. Por ejemplo, para estudios sobre mamíferos pequeños y medianos, los lugares con menos coberturas naturales demandan mayores movimientos para obtener recursos suficientes”, explicaron los investigadores en su publicación.

Foto: Fundación Wii - Instituto Humboldt
Foto: Fundación Wii - Instituto Humboldt

A este oso, en específico, según explicó Nicolás Reyes del Instituto Humboldt, se le realizó una evaluación veterinaria para conocer su salud, que incluyó muestras de sangre y mediciones morfométricas. Luego fue liberado en una zona de Chingaza ubicada entre los 2.241 y 3.980 metros sobre el nivel del mar con el dispositivo en su cuello para empezar la investigación.

El oso andino o de anteojos (Tremarctos ornatus) es un mamífero diurno con una gran habilidad para trepar en los árboles, alcanza a medir hasta dos metros de alto y pesar cerca de 180 kilogramos y se alimenta, principalmente, de frutas silvestres, bulbos y bromelias. Solo habita en los Andes de Sudamérica y la mayoría cuentan con manchas blancas y amarillas en su rostro, cuello y pecho, una huella digital distinta en cada individuo que en la cara se asemeja a un antifaz.

Los investigadores concluyeron que “la información obtenida en el macizo de Chingaza es un valioso aporte a la ecología y conocimiento de esta especie, insumos que serán útiles para su manejo y conservación”.

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