Casi se cumple una semana desde que el huracán Iota dejó devastada la isla de Providencia y Santa Catalina en el archipiélago de San Andrés, al norte de Colombia. Durante su paso, alcanzó categoría cinco en inmediaciones del archipiélago. Las islas quedaron incomunicadas por horas.
El presidente Iván Duque viajó el martes a la zona para constatar los daños que había dejado el huracán luego de que el ojo de este se acercara a 30 kilómetros de Providencia que tiene una población cercana a los 5.000 habitantes.
“La afectación de infraestructura, que la pudimos apreciar también desde el sobrevuelo, es prácticamente una destrucción del 98% – 99% de nuestra infraestructura”, indicó el mandatario.
La isla de San Andrés se vio afectada en una menor medida por el paso de Iota, dejando cerca de 1.400 viviendas damnificadas. Pero la isla había declarado calamidad pública a principios de noviembre por los coletazo de el huracán Eta que había afectado cerca de 53 familias resultaron damnificadas y más de 45 viviendas resultaron parcial o totalmente destruidas.
El Gobierno espera que en un plazo cercano a los 100 días se efectúe la reconstrucción de la infraestructura de la isla, mediante el plan que deberá establecerse con las demás autoridades con el que buscan hacerle frente a la emergencia.
El hospital de Providencia quedó totalmente destruido lo que imposibilita la atención de los ciudadanos damnificados por lo cual están siendo instaladas tiendas de campaña.
A su vez, los Gobiernos de Estados Unidos y de China y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) donarán más de un millón de dólares a los damnificados por el huracán que se serán destinados en insumos de primera necesidad, productos alimenticios y agua potable, el traslado de estos elementos y maquinarias para mover los escombros luego de la devastación.
Cientos de personas han sido evacuadas desde el pasado martes desde Providencia y Santa Catalina, debido a las condiciones precarias en el territorio, mientras son bienvenidas en el aeropuerto de San Andrés con platos de comida y aplausos, en algunas ocasiones de sus familiares que los esperan.
Con casas que en su mayoría estaban hechas de madera y latas, los habitantes de Providencia se salvaron de milagro ante la fuerza de los vientos que superaban los 200 km por hora en la madrugada del lunes, 16 de noviembre.