Así retratan en España a Álvaro Uribe, la figura política más determinante en la historia reciente de Colombia

El diario El País hizo una extensa semblanza del líder político colombiano, a quien se refirió como “la sombra política” de Colombia.

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FILE PHOTO: A supporter of Alvaro Uribe, Colombia's former president and lawmaker, gestures next to an image of him, as he attends a private hearing at the Supreme Court of Justice, at the National park, in Bogota, Colombia October 8, 2019. REUTERS/Luisa Gonzalez/File Photo
FILE PHOTO: A supporter of Alvaro Uribe, Colombia's former president and lawmaker, gestures next to an image of him, as he attends a private hearing at the Supreme Court of Justice, at the National park, in Bogota, Colombia October 8, 2019. REUTERS/Luisa Gonzalez/File Photo

Álvaro Uribe Vélez atravesó la sala de la Registraduría de Medellín, se pasó por encima del general de la Policía y sin decir una palabra le propinó un puño a Fabio Valencia Cossio, antiguo amigo y líder conservador, que, en ese 30 de octubre de 1994 apoyaba al candidato opositor que se enfrentaba a Uribe en las urnas. Valencia Cossio había llegado a la Registraduría porque en la mitad del escrutinio dijo que temía un fraude.

Así fue la noche en la que Álvaro Uribe se convirtió en el Gobernador de Antioquia y con este episodio, que “condensa la esencia” del político colombiano, comienza el retrato que hizo el diario El País de España sobre de la figura más determinante de Colombia en su historia reciente.

El País le dedicó un extenso perfil al dirigente “pionero de una nueva derecha en la región y enemigo de los acuerdos de paz” a través de una revisión de su vida personal, su historia como personaje público y líder “inagotable” y, un acercamiento mediante la mirada de sus opositores para desnudar la figura del controvertido político.

El medio español lo señala como un personaje que estableció una nueva forma de hacer política en la región, que reavivó la polarización en el país, que se estableció como uno de los dirigentes políticos más importantes en la historia de Colombia y fundó uno de los partidos con una de las mayores lealtades y disciplinas entre sus seguidores. Un líder sin medias tintas, ni escalas de grises: una dicotomía hecha hombre, de amores y odios, y de aliados o enemigos.

Un “animal político” rodeado de elogios y escándalos en su vida, de reconocimientos y acusaciones y de logros y caídas, la última de estas fue la que sufrió el pasado agosto cuando la Corte Suprema de Justicia le dictó una medida de detención domiciliaria preventiva por el caso de soborno y manipulación a testigos.

Uribe en la IV Cumbre de las Americas.
Uribe en la IV Cumbre de las Americas.

La infancia

La infancia de Uribe, que nació en Medellín el 4 de julio de 1952, transcurrió en las haciendas de su familia en el suroeste antioqueño, entre los caballos en los que asistía al colegio, los paisajes de montañas sinuosas y una disciplina que venía de casa.

La determinación de su madre, Laura Vélez, que impulsó el plebiscito de 1957 y lo llevó a votar de su mano y el estricto carácter de su padre, Alberto Uribe Sierra, que no admitía discusiones y que lo ponía a trabajar en la finca durante el día, cincelaron el temple del hombre que sería presidente en dos ocasiones, reseña el periódico español.

Para describirlo, el medio se remonta a la infancia y juventud de Uribe, que creció en una familia común en la región: cuatro hermanos, el catolicismo como referente y el gusto por la política y los caballos como los placeres de la vida.

En 1970 inició la carrera de Derecho en la Universidad de Antioquia, donde se considera tuvo su primer enfrentamiento con la izquierda cuando se opuso a un paro estudiantil, con el apoyo de jóvenes conservadores, a pesar de ser él de afiliación liberal.

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Un episodio decisivo

Luego, El País recuerda un episodio de 1983 que marcaría la vida del líder del partido de Gobierno, el Centro Democrático. Su padre, en compañía de su hermano Santiago, hoy acusado de paramilitarismo, y de su hermana María Isabel, se trasladaron en helicóptero a la hacienda Guacharacas de su propiedad.

Según versiones de su hermano, al poco tiempo de aterrizar, fueron atacados por el frente 36 de las Farc que los recibió con disparos, a los que el padre de Uribe respondió con la pistola que cargaba al cinto. En la arremetida su padre cayó muerto y su hermano Santiago recibió un impacto en la espalda, reseña El País.

Un deceso que, según las noticias recogidas por el medio, fue honrado en un obituario por “Medellín sin Tugurios”, la empresa facha de Pablo Escobar e impulsó indiscutiblemente “su discurso belicista y legitimó su postura intransigente”, menciona el medio.

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El candidato invisible

Cuando Uribe se lanzó a la presidencia de la República en el 2002 como candidato independiente, nadie por fuera de Antioquia lo conocía. Para ese entonces solo el 4% de los colombianos contemplaban votar por él para finales del 2000.

Luego de ser director de la Aeronáutica Civil, cuando los capos de la droga enviaban la mercancía con cierta facilidad y asesinaron a los dos últimos en ocupar ese cargo por cerrar las pistas clandestinas; alcalde de Medellín, solo por cuatro meses, debido a los rumores que aseguran que lo sacó el entonces presidente Belisario Betancourt por supuestos nexos con el narcotráfico; concejal de esta misma ciudad entre los años 1984 y 1986, en uno de los periodos con mayor intensidad del terrorismo de los carteles: senador de la República hasta 1994; y gobernador de Antioquia cuando el departamento estaba plagado de paramilitares.

El medio español habló con sus más cercanos asesores, que recordaron cómo fue el tránsito de Uribe del anonimato nacional al reconocimiento. De la mano del periodista Ricardo Galán como director de Comunicaciones, que recuerda al entonces candidato como inexistente para la sociedad, y con el apoyo de uno de los publicistas políticos más reconocidos en el país, Carlos Duque, ,inició una campaña atípica.

Duque, quien fue el encargado de hacer el emblemático poster del político liberal Luis Carlos Galán asesinado en plaza pública, le sugirió un cambio de gafas, y con ella una “bogotanización” de su imagen como recuerda el medio. Este le tomó las icónicas fotos con su mano izquierda en el pecho, portando una camisa roja mientas ondula por detrás la bandera de Colombia, una pieza de publicidad que empezaba una estrategia mucho más ambiciosa.

Con el lema “Mano firme, corazón grande”, que coronaba el afiche, el líder político en compañía de sus asesores empezaba una táctica que vería sus frutos en el futuro. Debido a que los canales nacionales no se interesaban por uno de los candidatos del fondo de las encuestas, Galán optó por colmar la televisión y la radio a través de sus canales regionales. Uribe fue de pueblo en pueblo, de medio en medio, para hacerse conocer gratis, cuenta el especial de El País.

Álvaro Uribe
Álvaro Uribe

La arremetida

Con su idea de “mano fuerte” contra la guerrilla de las Farc y en contraposición a la de los otros candidatos que mantenían el discurso de revivir los acuerdos del presidente Andrés Pastrana que se ahogaban, Uribe fue ganando terreno en las encuestas. Una postura con la que ganó la simpatía de la gente y de algunos reconocidos medios en el país que empezaban a hablar de él.

Para finales del 2001, Uribe había convencido casi a 20% más de colombianos que consideraban darle su voto y se posicionaba como el segundo en la tabla de intención. El 11 de septiembre de ese año, los atentados a las Torres Gemelas y el posterior discurso antiterrorista le dieron un empujón a su popularidad. El País reseña que la idea de combatir el terrorismo había sido la mejor plataforma de impulso del candidato que empezaban a considerar algunos importantes medios de comunicación.

El terrorismo también le dio la bienvenida a su periodo presidencial. El día que se posesionó Uribe en el Congreso de la República, luego de ganar en primera vuelta, la guerrilla rebelde de las Farc atacó el recinto parlamentario y la Casa de Nariño con varios proyectiles y bombas hechizas desde casas aledañas, esa tarde de agosto murieron más de una docena de personas por los ataques. Fue el inicio explícito de un periodo que enfrentó a la insurgencia con la mano dura, como nunca antes, a través de la seguridad democrática.

Se vislumbraba el futuro de una nación que quería pasar la página de la guerra y que durante ocho años alcanzaría históricos de víctimas.

Con esa política, Uribe se hizo reelegir otros cuatro años y quiso extender ese periodo; ocupó un lugar que el Estado adeudaba al asistir sagradamente a cientos de municipios del país con sus “consejos comunitarios”, se hizo un presidente cercano, descentralizado, y alcanzó una indiscutible popularidad; con su nombre de fondo, creó el partido político de la U; llevó a la presidencia a su ministro de Defensa Juan Manuel Santos y logró la simpatía y el apoyo de la mayoría de los medios tradicionales. Así se convirtió en un dirigente que miles de colombianos asimilan casi como un líder religioso.

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De enemigos y sombras

Dos personajes ocupan buena parte del retrato del político, Iván Velásquez, quien fue procurador y fiscal de Medellín en la época que Uribe ocupaba cargos públicos en el departamento y luego magistrado auxiliar de la Corte Suprema de Justicia. Quien desde ese cargo se dedicó a investigar los nexos entre políticos y paramilitares, época donde más de 60 parlamentarios la mayoría de los partidos afines al Gobierno de Uribe y entre ellos su primo Mario Uribe, resultaron tenían vínculos con las estructuras paramilitares en todo el país. Este se convertiría en una de las personas “más odiadas” por el expresidente, como asegura el medio.

Velásquez quien ganó una demanda contra el Estado y se tuvo que exiliar del país con su familia debido a los seguimientos ilegales por parte del extinto Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), de los que fue víctima durante el gobierno de Álvaro Uribe Vélez, fue amigo de Jesús de María Valle, abogado y defensor de los derechos humanos del norte de Antioquia. Ese personaje fue quién denunció oficialmente por la masacre del Aro a paramilitares, militares y al entonces Gobernador del departamento, Álvaro Uribe. El abogado fue asesinado días después en su oficina, en un crimen que sectores sociales piden esclarecer.

Una seguidora de Álvaro Uribe muestra su apoyo en las afueras de la Corte Suprema. (REUTERS/Leonardo Munoz)
Una seguidora de Álvaro Uribe muestra su apoyo en las afueras de la Corte Suprema. (REUTERS/Leonardo Munoz)

El otro personaje que tienen un aparte dedicado en el perfil de El País es Iván Cepeda, “el penúltimo enemigo”, donde se describe la antigua rivalidad entre el político de izquierda y el dirigente antioqueño.

En uno de los últimos acontecimientos de esta disputa que lleva años, un proceso terminó con la medida de aseguramiento preventiva para Álvaro Uribe que él mismo había iniciado. La Corte Suprema de Justica dictó esta medida por los supuestos delitos de fraude procesal y soborno que habrían cometido Uribe y sus abogados.

Una investigación que se inició luego de un proceso que él mismo había iniciado contra el político del Polo Alternativo por la sospecha de manipulación de testigos.

El pasado 10 de octubre de 2020 una jueza ordenó la libertad del poderoso político mientras continúa la investigación de su caso un caso que evidenció las persistentes tenciones del país entre sus sectores políticos

Bajo su figura, pasa casi toda la política colombiana desde hace más de 20 años. Por eso El País se refiere a Uribe como “una sombra política". El resumen que hace el diario español condensa la idea que proyecta el líder colombiano en el exterior, que ahora llama la atención por los señalamientos y procesos judiciales en curso, sin precedentes para un primer mandatario en Colombia: ”Como presidente transformó la política de su país y alentó una polarización radical en la sociedad. Pionero de una nueva derecha en la región, líder popular, enemigo de los acuerdos de paz y dirigente inagotable, hoy es investigado por acusaciones que le persiguen desde hace décadas".