Los pijamas con los que una víctima del conflicto armado colombiano superó el insomnio de la guerra

Alba Mery Noreña contó a Infobae cómo vivió la violencia en su natal Granada, conocida como un ‘santuario guerrillero’, y la forma en que venció a los fantasmas del desplazamiento

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Alba Mery Noreña junto a una modelo que luce una de sus pijamas, en Colombiamoda 2018.
Alba Mery Noreña junto a una modelo que luce una de sus pijamas, en Colombiamoda 2018.

La oscuridad de la noche se había acabado con las aisladas ráfagas de fuego, y el sonido de las cigarras en los platanales opacado por los impactos de unas cuantas balas. Para Alba Mery Noreña, el sueño se le interrumpía con los pasos que pasaban deprisa fuera de su ventana, y la mañana la recibía con los cuerpos de vecinos tirados en las calles. Granada ya se había convertido en un 'santuario guerrillero'. Las secuelas de la guerra permanecieron incluso ya fuera del pueblo, y solo unos pijamas lograron vencer el insomnio que le había quedado de aquellos tiempos.

El pueblito de caficultores del nororiente de Antioquia se había convertido en el escenario de una cruenta disputa por el control territorial para la expansión militar de la guerrilla, y más tarde de la estrategia de la contrainsurgencia. Desde principios de los años ochenta fue el asentamiento permanente del Ejército de Liberación Nacional (ELN), proveniente del Magdalena Medio. En 1987 llegaron los frentes 9 y 47 de las FARC, y en los 90 los paramilitares, de acuerdo al Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH).

Alba Mery no alcanzó a tener juntos a los tres grupos al margen de la ley en los alrededores de su finca antes de abandonarla definitivamente. En su época, la guerra no era de confrontación armada, pero sí de una violencia silenciosa que fue mermando la autonomía de los pobladores, incluso sin conocer aún de qué se trataba, para ellos "todos eran camuflados sin nombre".

El municipio de Granada, en Antioquia, se caracteriza por sus cultivos de plátano y café, principales actividades económicas de sus habitantes.
El municipio de Granada, en Antioquia, se caracteriza por sus cultivos de plátano y café, principales actividades económicas de sus habitantes.

"Ya uno no podía ir tranquilo a las quebradas porque se encontraba gente extraña; en una vereda todos nos conocíamos. En las noches hacían como guardia en los cultivos de café y plátano, y como estaban de camuflados uno no los veía hasta encontrárselos de frente y era el susto. Desde ahí todo cambió, nadie entendía, nadie comentaba. Pero después la cosa se pudo fea, empezamos a encontrar cuerpos en los sembrados y en las calles", contó Alba Mery a Infobae.

Antes de los combates, las emboscadas y los bombardeos, fueron los asesinatos selectivos y las desapariciones forzadas el generador del inicio de una crisis humanitaria que aun hoy padece Granada. Alba Mery estaba en sus 20 cuando el miedo empezó a reinar. Con tres niños pequeños, pastorear el ganado dejó de ser la entretención familiar matutina. Hasta que su cuñado cayó. "Que porque era conservador", eso fue lo que se oyó en el pueblo cuando apareció muerto. Ella ni siquiera lo recuerda bien, o prefiere ni hacerlo.

A marzo de 2016, el Observatorio Nacional de Memoria y Conflicto del CNMH reporta 460 personas víctimas de asesinato selectivo, entre los que cayó el cuñado de Alba Mery y otros familiares más. Ella, por su parte, fue una de las 33.719 personas que hasta junio del mismo año se habían desplazado por la guerra, según el Registro Único de Víctimas (RUV).

Así quedó Granada después de una toma guerrillera de las FARC que incluyó bombardeos.
Así quedó Granada después de una toma guerrillera de las FARC que incluyó bombardeos.

"Uno pasaba en los cultivos de café, recogiendo los plátanos cuando estaban listos, con las vaquitas. Todo era muy lindo, muy tranquilo, el campo es así. Ya eso había cambiado para entonces, con la muerte del hermano de mi esposo, pero cuando la cogen con una familia no paran. Ya era peligroso quedarse. Uno escuchaba cosas, había rumores, pero con ese asesinato fue que decidimos irnos", explicó Alba Mery.

Con unas cuantas mudas de ropa en un par de maletas y algunas vacas, ella y su esposo se marcharon con sus tres hijos. Comenzaba para entonces la violenta cultura narco de Pablo Escobar en Medellín, así que decidieron alejarse de Antioquia y se asentaron en la costa Caribe, más exactamente en Barranquilla. Sin nadie a quién acudir, comenzó el suplicio de sobrevivir en la ciudad. "Hicimos de todo, cualquier trabajo que nos diera comida para los niños estaba bien", expresó.

En Granada quedaron sus padres y hermanos, y la guerra. Si por algo quedó en el imaginario colectivo sobre el conflicto en este municipio antioqueño fue la experimentación de las más atroces estrategias bélicas. El CNMH documentó 'casas bombas' que se detonaban al abrir una puerta, inyecciones letales de cianuro, gasolina y agua para asesinar silenciosamente, 'mulas humanas' que transportaban entre veredas los cadáveres de sus propios vecinos, cuerpos exhibidos como trofeo en lugares públicos, escuelas y centros médicos saqueados y minados.

Alba Mery Noreña junto a su hija Yuli Giraldo (centro) y su hermana Doris (izquierda), con quienes trabaja en la empresa familiar.
Alba Mery Noreña junto a su hija Yuli Giraldo (centro) y su hermana Doris (izquierda), con quienes trabaja en la empresa familiar.

Saber a su familia en medio de eso, y la zozobra del día a día en la ciudad por subsistir acabaron con el sueño de Alba Mery. "Uno tiene que recibir ayuda para superar la guerra, porque solo no puede. Y queriendo salir adelante, porque con hijos o sales adelante o sales adelante, no te puedes dejar morir", expresó. Y así lo hicieron, comerciando con cualquier cosa, primero en Barranquilla, después en Cartagena y definitivamente en Medellín. Fue tal el esfuerzo que los niños se convirtieron en profesionales.

"Cuando mi hija mayor, Yuli Giraldo, terminó la carrera de Diseño de Modas, ya teníamos en la cabeza buscar una forma en la que ellos no tuvieran la oportunidad de ser desempleados. Entonces nació Celinda Pijamas", contó. Para entonces, coser pijamas se había convertido para Alba Mery en un desestresante. Vestirlas en las noches le daban algo de comodidad "psicológica", fue su forma de dejar atrás las pesadillas en las que aun sentía los pasos en los platanales.

"Quería crear prendas modernas, no como las que se usaban en el pueblo. Quería representar lo que es una mujer valiente y luchadora, que no se deja amedrentar por las dificultades de la vida", afirmó la mujer que hace cinco años le pronosticaron tres meses de vida por un cáncer que tampoco pudo con ella.

Con su marca ‘Celinda’, la familia Noreña ha llegado a varios mercados internacionales, y desde este año innovaron con ropa deportiva femenina.
Con su marca ‘Celinda’, la familia Noreña ha llegado a varios mercados internacionales, y desde este año innovaron con ropa deportiva femenina.

Hoy, toda su familia se dedica a la empresa, y 50 trabajadores más, en su mayoría víctimas del conflicto armado que también tuvieron su propia oportunidad. El centro de operaciones está en Medellín, pero ofrece envíos nacionales, e incluso internacionales. Y desde hace tres años participa en la plataforma de moda más importante del país: Colombiamoda.

"Toda nuestra familia, con el tiempo, se fue desplazando, ahora estamos en Medellín. Nunca volvimos a Granada. Hace poco más de un año fuimos a ver qué era de la tierra, aprovechando que ya se puede volver a viajar. La finca es pura maleza, allá dejamos nuestra infancia, no creo que la visitemos más. Pero Celinda es un nuevo respiro, por fin, después de todo ese sufrimiento y angustia, podemos estar tranquilos", manifestó Alba Mery Noreña.

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