Cuáles son los criterios que garantizan el mejor acceso para una distribución justa y equitativa en la vacunación contra el COVID-19

La evaluación de prioridades en las inoculaciones pueden conducir a estrategias beneficiosas para la población. Por qué el marco ético es una guía primordial para la administración responsable

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Es necesario aplicar algún criterio, preferiblemente basado en los conocimientos técnicos y en la ética, para garantizar un acceso y una distribución justa y equitativa, sin desigualdades (Shutterstock)
Es necesario aplicar algún criterio, preferiblemente basado en los conocimientos técnicos y en la ética, para garantizar un acceso y una distribución justa y equitativa, sin desigualdades (Shutterstock)

“Alemania debería priorizar a las personas para las vacunas contra el coronavirus por el número de sus contactos sociales en lugar de su edad”, declaró a los medios locales el experto en inmunología Michael Meyer-Hermann, del centro Helmholtz de Investigación de Infecciones en la ciudad de Braunschweig. Por su parte, en el Reino Unido ha decidido comenzar por el personal de atención sanitaria y social de primera línea, residentes de hogares de ancianos, personas clínicamente extremadamente vulnerables, mayores de 16 años con algunas afecciones de salud que aumentan el riesgo de Covid, cuidadores adultos de personas discapacitadas y adultos jóvenes en residencias mayores de 55 años. Recién se comienza la apertura para los mayores de 50 años a nivel popular.

Las estrategias de vacunación difieren en cada país. La esperanza estuvo depositada en la ardua investigación, los desafíos de logística continúan siendo un dilema sin solución definitiva, las dosis y su distancia en la aplicación despiertan dudas, mientras los temores y la ética se ponen en juego en cuestiones no sencillas de dirimir. La vacunación de la COVID-19 representa un hito en muchos campos.

Tras el primer logro, esto es, desarrollar varias vacunas en un tiempo récord, se plantea otro gran reto: inmunizar a una porción considerable de la población en un tiempo igualmente récord. Esto pone a prueba los recursos y organización de todos los sistemas sanitarios, pero también los valores y prioridades de una sociedad. Porque no hay que obviar que es imposible disponer de todas las dosis de vacuna necesarias e inyectarlas a todas las personas al mismo tiempo.

¿Cómo se prioriza? Para responder a esta pregunta primero hay que analizar para qué se vacuna. La finalidad principal de la vacunación es prevenir que las personas enfermen. Pero también ayuda a reducir la gravedad y mortalidad una vez se contrae la enfermedad. Además, inmunizando a una parte sustancial de la población se intenta controlar la epidemia. Con estos objetivos en mente, hay que decidir cómo se distribuye este recurso limitado. Y es necesario aplicar algún criterio, preferiblemente basado en los conocimientos técnicos y en la ética, para garantizar un acceso y una distribución justa y equitativa, sin desigualdades.

Una mujer recibe una dosis de la vacuna de AstraZeneca contra el coronavirus en el estadio del Atlético de Madrid, el Wanda Metropolitano, en Madrid, España. 24 marzo 2021. REUTERS/Sergio Pérez
Una mujer recibe una dosis de la vacuna de AstraZeneca contra el coronavirus en el estadio del Atlético de Madrid, el Wanda Metropolitano, en Madrid, España. 24 marzo 2021. REUTERS/Sergio Pérez

Un reciente documento emitido por los Servicios de Estudios Epidemiológicos de la Universitat de València expone el caso español en cuestión de decisiones de vacunación. La estrategia de vacunación frente a COVID-19 establecida en España se centra en un marco ético que contempla los principios de igualdad y dignidad de derechos, necesidad, equidad, protección a la discapacidad y al menor, beneficio social y reciprocidad. También considera la participación, transparencia y rendición de cuentas, así como la importancia de la información y la educación.

Sabiendo que, al principio, la disponibilidad de vacunas sería limitada y se incrementaría progresivamente, se establecieron tres etapas: la primera se dirige a vacunar a grupos altamente prioritarios. En la segunda, la intención es que puedan acceder otros grupos prioritarios. Y en la tercera, completar la vacunación del resto de grupos de población.

Para decidir quiénes forman estos tres conjuntos, se valoraron diferentes grupos de población (residentes en centros de mayores, personal sanitario y sociosanitario, población en diferentes grupos de edad o situación de dependencia, trabajadores esenciales, etc.). También se aplicaron criterios de riesgo (de exposición, de impacto social o económico negativo, y de transmitir la infección a otros). Incluso tuvieron en cuenta la factibilidad (facilidad para identificar a las personas de un determinado grupo) y la aceptación y/o rechazo.

Así para la primera etapa, se ha considerado como altamente prioritarios a los residentes en centros de mayores y personal sanitario y sociosanitario que trabaja en esos centros y de atención a grandes dependientes; el personal de primera línea en el ámbito sanitario y sociosanitario; otro personal sanitario y sociosanitario, personas consideradas como grandes dependientes no institucionalizadas.

Personas mayores esperan para recibir la primera dosis de la vacuna china Sinovac contra la Covid-19 hoy, en un centro habilitado para la vacunación en masa, en Santiago (Chile). EFE/ Alberto Valdés
Personas mayores esperan para recibir la primera dosis de la vacuna china Sinovac contra la Covid-19 hoy, en un centro habilitado para la vacunación en masa, en Santiago (Chile). EFE/ Alberto Valdés

Y en ello anda España, porque la etapa 1 no ha concluido todavía, y la escasez de vacuna persiste. En la segunda actualización se ha agudizado la estrategia, especificando qué personas concretas componen cada grupo, incluido el personal del ámbito sanitario y sociosanitario.

Igualmente, se ha avanzado a cuál será el siguiente grupo que se incluirá en la próxima etapa: la población de 80 y más años. Queda por decidir quienes serán los siguientes. Si hay pautas y criterios establecidos, ¿cómo es posible que estemos asistiendo a estos “saltos de la cola” (o “vacunas de estraperlo”)?

Son varios los motivos. En la primera versión de la estrategia no se concretaban algunos conceptos. Decir, por ejemplo, “personal sanitario” es muy amplio. Aunque la ambigüedad se ha ido corrigiendo en las actualizaciones, todavía persiste un cierto margen de interpretación. Por ejemplo, no todos entienden del mismo modo eso de “en función del riesgo de exposición”. Lo que está claro es que en ningún sitio se habla de cuadros políticos dentro de la primera etapa.

En cada territorio es la administración responsable la que se ocupa de la implantación de la estrategia. Aunque es absolutamente lógico y necesario, implica que se incrementa la cantidad de posibles “interpretaciones” de aquellos aspectos no suficientemente cerrados.

Personal sanitario atiende a adultos mayores que recibirán la vacuna contra la covid-19. EFE/ Carlos Ortega/Archivo
Personal sanitario atiende a adultos mayores que recibirán la vacuna contra la covid-19. EFE/ Carlos Ortega/Archivo

España se topó con que existen otras a más pequeña escala. Por ejemplo, la subsecretaría del Ministerio de Defensa de ese país dictó una instrucción con criterios de priorización diferentes a los ya mencionados. Estos incluían a los contingentes militares desplegados en diferentes operaciones, al personal sanitario y al personal de unidades operativas –también a su cadena de mando– que tuvieran un mayor riesgo de contagio en función de las misiones encomendadas. Pero no hay constancia de los criterios utilizados para esta priorización. Además de que la ambigüedad permite discrecionalidad al aplicarla.

La sexta dosis de los viales de la vacuna de Pfizer/BioNTech ha sido otro elemento clave. Aunque cada vial suministrado contiene una cantidad que permitiría administrar 6 dosis, por desconocimiento se han venido utilizando oficialmente 5. Ahora la Agencia Europea del Medicamento (EMA) ha aclarado que puede utilizarse la sexta si se emplea el material de inyección adecuado. Pero durante un tiempo hemos dispuesto de dosis adicionales, oficialmente no contempladas, que, por desgracia, se han utilizado en ocasiones a conveniencia, en ausencia de un protocolo que estandarizara el uso de esas dosis.

Los dilemas éticos

07/03/2021 Es muy importante no desperdiciar ninguna vacuna, por lo que las farmacias y otros sitios que tienen vacunas deberían pensar en esto con anticipación creando listas accesibles que puedan usarse para distribuir las dosis sobrantes

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07/03/2021 Es muy importante no desperdiciar ninguna vacuna, por lo que las farmacias y otros sitios que tienen vacunas deberían pensar en esto con anticipación creando listas accesibles que puedan usarse para distribuir las dosis sobrantes POLITICA CONTACTOPHOTO

En algunos lugares, la demanda es mayor que la oferta. Algunas personas se preguntan por qué fueron excluidas de los grupos prioritarios. En su lugar, se administran a las personas dosis de vacunas que están por expirar o que quedan por cancelaciones y no presentarse, independientemente del estado de prioridad.

“Debemos vacunar al mayor número posible en el menor tiempo posible, y no sin tener en cuenta otros compromisos éticos fundamentales relacionados con la equidad y la justicia”, dijo el Dr. Tarris Rosell del Centro de Bioética Práctica en Kansas City, Missouri.

“En general, con una planificación y preparación adecuadas, estos dos objetivos no deben ser incompatibles. En circunstancias particulares, incluso con la mejor planificación y preparación, podría haber fallos y lagunas comprensibles. Cuando eso suceda, debemos anotarlo, arreglarlo y continuar. Si los fallos y las lagunas se convierten en la norma en lugar de la excepción, hemos fracasado éticamente como sociedad “.

Es muy importante no desperdiciar ninguna vacuna, por lo que las farmacias y otros sitios que tienen vacunas deberían pensar en esto con anticipación creando listas accesibles que puedan usarse para distribuir las dosis sobrantes. La oportunidad de estar en una farmacia no está disponible para las personas por igual. Las personas que tienen que trabajar, las personas que no tienen automóvil, las personas que no tienen acceso a una computadora o las habilidades para usarla rápidamente pueden ser injustamente excluidas.

Los casos de muerte por COVID-19 se dan mayormente en las personas mayores de 80 años (Adrián Escandar)
Los casos de muerte por COVID-19 se dan mayormente en las personas mayores de 80 años (Adrián Escandar)

Para Laurie Zoloth, profesora Margaret E Burton de religión y ética en la Universidad de Chicago “es muy importante no desperdiciar ninguna vacuna, por lo que las farmacias y otros sitios que tienen vacunas deberían pensar en esto con anticipación creando listas accesibles que puedan usarse para distribuir las dosis sobrantes. La oportunidad de estar en una farmacia no está disponible para las personas por igual. Las personas que tienen que trabajar, las personas que no tienen automóvil, las personas que no tienen acceso a una computadora o las habilidades para usarla rápidamente pueden ser injustamente excluidas”.

“En ética, el contexto importa -continúa Rosell-. Entonces, en general, podría ser éticamente permisible tomar una vacuna que se ofrece incluso si todavía no estoy en el grupo de prioridad. Sin embargo, hacerlo necesitaría una justificación. Uno siempre necesita una justificación para hacer algo fuera de las normas acordadas. La violación de las normas conlleva el riesgo de sufrir daños. “Saltar la línea”, especialmente en una fila de vacunas que potencialmente pueden salvar vidas, corre el riesgo de que alguien más necesitado se quede sin él, de profundizar las disparidades en la atención médica, de ser visto como un “saltador de línea” egocéntrico, de crear un precedente”.

Quien se ha recuperado recientemente de COVID-19, ¿debería vacunarse cuando sea su turno en la fila o debería dar un paso atrás para permitir que otras personas que no tienen su inmunidad se vacunen primero? Es una pregunta aún no respondida por la cienca. Por ahora, se estima que es razonable que alguien que tuvo COVID-19 reciba su primera dosis de vacuna cuando sea su turno, pero a medida que se progese en el conocimiento sobre la inmunidad después de la infección, así como el papel de la segunda dosis de vacuna en esta población, estas recomendaciones pueden cambiar.

La ética sigue estando en juego a la hora de dirimir las cuestiones sobre cómo y cuándo aplicar las dosis en cada caso, en ausencia de un plan de recomendación global. Mientras se viven zozobras en cuanto al progreso de la vacunación y los individuos que las reciben en buena parte del planeta, con tercera o cuarta ola en desarrollo.

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