Detuvieron a integrantes de una comunidad ecológica en Chile por el filicidio de un bebé al que enterraron en su finca

Loba y Auca, padres del menor, lo habrían tratado sólo con masajes y acupuntura cuando empezó a presentar problemas médicos, cuando recién tenía 38 días.

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El cartel de ingreso a la comunidad ecológica en la capital chilena
El cartel de ingreso a la comunidad ecológica en la capital chilena

En un fundo de San José de Maipo, una lugar idílico y semi rural de la Región Metropolitana de Santiago de Chile, existe una comunidad ecológica denominada “Refugio del Guerrero Arcoíris”. Se trata de un grupo de personas que viven de forma autosustentable, es decir que cultivan su propia comida, reciclan y venden alfajores y otros productos a los turistas que cada fin de semana copan el denominado Cajón del Maipo.

Este martes, dos de los integrantes de la comunidad, una mujer de 38 años apodada “Loba”, y un hombre de 27 conocido como “Auca”, fueron detenidos por la PDI por una denuncia hecha por un vecino cercano a la comunidad en febrero de este año: diez meses atrás en el lugar había una mujer embarazada, pero habiendo pasado el tiempo y asumido que ella habría dado a luz, resulta que no se veía ningún lactante. Pero el parto sí existió.

Las reglas de convivencia de la comunidad
Las reglas de convivencia de la comunidad

Como no creen en el sistema tradicional, el alumbramiento fue natural y sin supervisión médica durante el embarazo. Y a los 38 días de nacido el pequeño comenzó a sufrir complicaciones médicas, para los que tampoco hubo tratamiento. Excepto, según relató Ramiro Gutiérrez, abogado defensor de Auca, que la comunidad le propuso a Loba un cambio en su alimentación “dejando de lado productos que pudieran hinchar, como legumbres, cebolla, ajo, entre otros; accediendo a comer más liviano por esos días. Además, al recién nacido le hicimos masajes, movilidad en sus extremidades inferiores, acupuntura, lo que consistía en presiones en puntos específicos para poder aliviar órganos específicos, sus pies”.

Pero no hubo caso, y como los padres no accedieron a trasladarlo a un centro médico, el niño, que había nacido en una fecha indeterminada de entre marzo y abril del año pasado, falleció cuando recién tenía 40 días.

Ritual simbólico

Una ex integrante de la comunidad contó en Chilevisión Noticias que la ceremonia fue breve y, junto al cuerpo, se enterraron diversas ofrendas. “Después que fallece, lo sepultan y abandonan el espacio. Lo taparon con hojas de coca, hojas de laurel y frutos secos. Y una gran piedra, como una laja grande que pesaba 50 o 55 kilos”, dijo.

El entierro se produjo en el invernadero que la comunidad mantiene, y al que se conoce como La Ballena, por su forma.

Según recoge el diario Las Últimas Noticias, y de acuerdo al prefecto Jorge Abatte, jefe de la Brigada de Homicidios Sur de la PDI “luego de diversas diligencias investigativas y del trabajo de análisis criminal se logró determinar fehacientemente su ubicación y esto corresponde al interior del fundo El Toyo, en la comuna de San José de Maipo, donde este menor se encontraba a 90 centímetros de profundidad… En esta investigación se logra determinar la vinculación de seis personas y se acredita la participación de los delitos sindicados tanto del padre como de la madre”.

Tras sepultar al bebé, lo taparon con hojas de coca, hojas de laurel y frutos secos y una gran piedra que pesaba 50 o 55 kilos
Tras sepultar al bebé, lo taparon con hojas de coca, hojas de laurel y frutos secos y una gran piedra que pesaba 50 o 55 kilos

El fiscal Denisse Valenzuela, dijo en la audiencia de formalización, que tanto la madre como el padre no prestaron el auxilio necesario al menor, razón por la cual la jueza Carolina Toledo determinó que ambos constituyen un peligro para la sociedad, ordenó la prisión preventiva de ambos, al menos, por los 120 días que debe durar la investigación.

La comunidad Arcoíris vivía bajo sus propias reglas: el consumo de alcohol estaba prohibido el ingreso y consumo de carne y drogas duras, aunque sí consumían marihuana y hongos que cultivaban ellos mismos, y ocasionalmente un líquido alucinógeno que se extrae del cactus, denominado San Pedro.

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