Solidaridad prohibida: cómo el régimen de Daniel Ortega bloqueó las campañas de ayuda para los damnificados por el huracán Eta

“Somos profesionales de la salud, no somos delincuentes”, reclama el presidente de la Unidad Médica Nicaragüense, cuyas oficinas fueron rodeadas por policías y paramilitares para impedir la recolección de medicinas y la organización de una brigada para socorrer a las víctimas

Policías bloquean el acceso a la radio Siempre Joven, de la ciudad de Bluefields, para impedir la recolección de víveres para los damnificados. (Cortesía)

Un día antes de que el huracán Eta llegara a Nicaragua, la Unidad Médica Nicaragüense distribuyó entre sus miembros una convocatoria para apoyar a las eventuales víctimas del evento natural. La idea, dice el doctor José Antonio Vázquez, presidente de la organización, era acopiar medicamento y organizar una brigada para atender la emergencia de salud que estaba a las puertas.

“Sabíamos que venía una emergencia de salud en el Caribe Norte. Muchas enfermedades van a surgir, hicimos una lista de lo que se necesita, medicamentos, equipos de protección, porque en estos albergues puede propiciarse un brote de COVID. Es una población vulnerable, desprotegida”, explica.

La sorpresa fue que el martes 3 de noviembre, el día que se iban a recibir las donaciones, las oficinas de la Unidad Médica amanecieron rodeadas por policías y paramilitares que impidieron el ingreso del personal. No se pudieron recibir las donaciones. Se reprogramó la fecha de acopio para el sábado 7, e igualmente amaneció otro cerco policial que se mantuvo hasta este jueves.

“La brigada médica de solidaridad con la costa, que estaba integrada por dermatólogos, psiquiatras, pediatras, para dar respuesta con el medicamento a los principales problemas de la población con el desastre, no se pudo movilizar porque recibimos amenazas, recados, llamadas anónimas, donde nos dicen que iban a tomar represalias contra nosotros”, lamenta el doctor Vázquez. “Nos tratan como si somos delincuentes. Nosotros somos profesionales de la salud y lo que hacemos es dar un granito de arena, un aporte humanitario, solidario para las personas que lo necesitan”.

Unas 1,890 viviendas fueron destruidas totalmente por el huracán Eta en Nicaragua y otras 8,030 registraron daños parciales. Según datos oficiales, los daños económicos ascienden a 6 mil millones de córdobas (unos 172 millones de dólares). (Foto tomada de 19 Digital)

Desde que se anunció la llegada del huracán, diversas iniciativas ciudadanas se organizaron espontáneamente para socorrer a las víctimas, como ha sido tradición en tiempos de catástrofes. Sin embargo, esta vez, el Estado en lugar de alentar el apoyo, asedió e intimidó a los grupos solidarios para hacerlos desistir en sus intenciones. Sucedió con grupo de mujeres que pretendía reunir víveres en Chinandega, igual ocurrió en algunas iglesias que organizaron jornadas solidarias y en la radio Siempre Joven, de la ciudad de Bluefields, donde un cerco policial impidió la recolecta de donaciones.

El huracán Eta entró a Nicaragua por el Caribe Norte el martes 3 de noviembre, con categoría cuatro en la escala Saffir-Simpson, de un máximo de 5, y salió del país convertido en tormenta tropical en las primeras horas del jueves 5 de noviembre. Según la información gubernamental, cerca de dos millones de personas estuvieron expuestas y 71 mil de ellas fueron evacuadas. Los daños alcanzaron los 172 millones de dólares. 1,890 viviendas fueron destruidas totalmente y otras 8,030 registraron daños parciales.

El gobierno no registra pérdidas humanas, a pesar que dos mineros murieron soterrados en el municipio de Bonanza, en la zona de trayectoria del huracán, tras un deslave en una mina artesanal como consecuencia de la saturación de agua en el terreno por las lluvias provocadas por Eta.

“Ante la inacción estatal, pobladores de Bluefields y de muchos otros municipios del país han organizado iniciativas de recolección de víveres y materiales necesarios para las familias damnificadas, mostrando la solidaridad que nos hace grandes como nicaragüenses a pesar de las crisis y el actual contexto. Sin embargo, una vez más, la reacción del régimen ha sido prohibir estas acciones de solidaridad y apoyo, amenazando con criminalizar o clausurar los centros civiles y religiosos que han puesto su disposición para fungir como centros de acopio”, manifestó la opositora Coalición Nacional.

Según datos del gobierno, unos 71 mil nicaragüenses fueron evacuados para proteger sus vidas durante el paso del huracán Eta. (Cortesía)

Es canalla perseguir a la gente que quieres ser solidaria. Ponerse en la puerta de los lugares donde se recauda ayuda, con patrullas de la policía, para reprimir la solidaridad es lo peor de lo peor”, dice Gonzalo Carrión, activista de derechos humanos del colectivo Nunca Más.

El presidente del Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep), Michael Healy, pidió al gobierno que permita la solidaridad entre ciudadanos. “Las cámaras, las empresas y la población están recopilando ayuda, pero hay agentes policiales que no permiten que los productos lleguen a los centros de acopio para llevarlos al Caribe y a las zonas afectadas por huracán”, expuso. “Es nuestro derecho ciudadano apoyar al prójimo, y el gobierno debe permitirlo. Nuestros esfuerzos están siendo entorpecidos por agentes policiales”.

Para Carrión, la criminalización de la solidaridad se produce en momentos de gran debilidad del régimen de Daniel Ortega. “Su política ha sido dar y que les agradezcan casi de rodillas, en ese esquema de te doy, hago el favor, y me agradecés como si fuera un dios. Transformaron los derechos en favores. Y como ellos han perdido su capacidad de dar, no quieren que nadie más lo haga. Es como dice el dicho: no hacen ni dejan hacer”.

La historiadora y exguerrillera sandinista, Dora María Téllez, dice no recordar comportamientos similares durante el régimen revolucionario en los años 80. Ni durante la dictadura somocista. “Yo participé cuando chavala (en tiempos de Somoza) en una colecta cuando se incendió la ciudad de Puerto Cabeza, íbamos de casa en casa pidiendo, y no recuerdo que nadie se haya molestado por eso”.

El Programa Mundial de Alimentos (PMA) donó 80 toneladas de arroz para los damnificados, que fueron entregadas a través del gobierno, con las debidas rotulaciones para evitar uso político de ellas. (Foto tomada de 19 Digital)

“Ellos quieren tener el monopolio de la solidaridad. Aparecer siempre como Santa Claus. La solidaridad que se generó espontáneamente con el huracán, ellos la ven de naturaleza política, eso les provoca una enorme inseguridad porque no están haciendo lo mismo con la rapidez que se requiere”, dice.

Téllez critica la respuesta del gobierno a la catástrofe. “La canalización de ayuda por parte del gobierno en la parte afectada ha sido realmente desastrosa. Daniel Ortega mandó un helicóptero a Honduras pero todavía no ha llegado ningún helicóptero a Wawa Bar (una de las comunidades más golpeadas), no ha llegado un helicóptero a Haulover con alimentos, frazadas o agua, porque el agua está contaminada. No hay un puente aéreo montado para el socorro. Ha sido una operación completamente negligente”.

Este jueves el gobierno anuncio el envío de 80 toneladas de arroz proporcionadas por el Programa Mundial de Alimentos (PMA) para las familias afectadas por el huracán Eta, con lo que se completarían 200 toneladas de alimentos para la zona del desastre, explicó el doctor Guillermo González, ministro-director del Sistema Nacional para la Prevención, Mitigación y Atención de Desastres (Sinapred).

Nicaragua ha recibido ayuda de Taiwán, Suiza, Estados Unidos, España, Alemania y organismos como Convoy of Hope, el Programa Mundial de Alimentos (PMA), el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco Mundial (BM), manejada casi toda por el gobierno a través del Sinapred.

“Aquí se ha volcado la solidaridad que es muy importante, en este momento, por la parte material que es vital, pero también nuestro pueblo se siente acompañado, de que tiene pueblo y gobierno que están a la par nuestra, trabajando para que nos recompongamos como el ave fénix, y reconstruir nuevamente, esa zona que fue fuertemente golpeada por el huracán”, dijo González a medios oficialistas.

Ellos solo aceptan la solidaridad que pasa por sus manos. A la solidaridad pueblo-pueblo, la que no controlan, le tienen terror”, dice la exguerrillera y pone de ejemplo el desgaste al que han sometido a la iglesia católica, quitándole gran parte de su capacidad de asistir a los necesitados a través de Caritas, la organización asistencialista de la iglesia. “A Caritas la han mantenido bloqueada, ha ido perdiendo sus donaciones porque se las dejan perder en Aduana”.

Parte del medicamento recogido y que tuvo que ser enviado de forma clandestina por la Unidad Médica a la zona del desastre. (Foto cortesía)

Gonzalo Carrión ve una contradicción en el gobierno de Ortega que se define según su slogan como “cristiano, socialista y solidario”. “Su conducta lo contradice. Un principio cristiano es haz el bien y no mires a quien. ¿Cómo puede ser cristiano dejar morir a alguien?”.

Carrión recuerda que, durante los años 80, la revolución sandinista apeló a la solidaridad mundial para sobrevivir. De esa época es la famosa frase de la escritora Gioconda Belli que inspiró a una generación: “La solidaridad es la ternura de los pueblos”.

“Un gobierno tiene la obligación de brindar ayuda cuando hay un desastre natural. Sus acciones no son solidarias, son necesarias. La solidaridad es la ternura de los pueblos porque es la generosidad del que da de lo suyo, de lo que le cuesta. Un gobierno distribuye los recursos de la nación, no los de una familia. La solidaridad verdadera es la desinteresada, la que nace del amor que no busca ventaja para sí”, explica Belli a Infobae.

“Impedir la solidaridad popular muestra una falta de amor auténtico hacia los más necesitados. Es querer monopolizar el agradecimiento”, dice.

Para la excomandante guerrillera Dora María Téllez la conducta del régimen de Ortega se basa en el temor. “Creen que la solidaridad es una competencia, que los pueden hacer quedar mal. Viven con mucho temor. El síntoma más característico de este régimen es el temor a perder el control”, concluye.

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