La nueva relación Estados Unidos-Cuba: qué pasará con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca

Tras el descongelamiento del vínculo bilateral, la muerte de Fidel Castro y la llegada al gobierno del republicano abren nuevos interrogantes sobre el futuro

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(AFP)
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Benjamin J. Rhodes, asistente del presidente Barack Obama y Viceconsejero de Seguridad Nacional para Comunicaciones Estratégicas, fue el enviado oficial de Washington a las exequias de Fidel Castro.

¿Tiene eso algo de raro?

Una cosa: el viaje había sido programado desde antes de la muerte del ex mandatario cubano, y no se había anunciado. Rhodes no es un vidente que anticipó el momento histórico: fue un ideólogo del descongelamiento de relaciones comenzado el 17 de diciembre de 2014. El fin de su viaje era conversar con funcionarios en La Habana.

"El gobierno de Obama fue deshonesto", escribió John Kavulich en el blog del Consejo Comercial y Económico entre Estados Unidos y Cuba (US-C TEC), organización privada que preside. La visita de Rhodes "cuando al gobierno de Obama le quedan 51 días —siguió el texto— puede marcar un esfuerzo final (algunos dirían que desesperado) para iniciar nuevos cambios regulatorios y/o obtener compromisos" para la implementación de iniciativas, existentes o nuevas, antes del 20 de enero de 2017.

Porque ese día, cuando asuma el presidente electo Donald J. Trump, todo puede cambiar en las relaciones entre el país más poderoso del globo y la isla socialista, separados por 90 millas náuticas y una historia traumática.

Mientras despegaban los primeros vuelos regulares comerciales de los Estados Unidos hacia Cuba, el 28 de noviembre de 2016, Trump declaraba que daría marcha atrás con los acuerdos entre su antecesor y Raúl Castro.

Ocho aerolíneas estadounidenses realizan hoy vuelos comerciales a Cuba.
Ocho aerolíneas estadounidenses realizan hoy vuelos comerciales a Cuba.

"En teoría puede revertir lo que hizo Obama, pero en la práctica no es tan sencillo como un plumazo" dijo a Infobae Pedro Freyre, el abogado que representa a las firmas estadounidenses más poderosas interesadas en comerciar con la isla vecina, socio del bufete Akerman, especializado en asuntos internacionales, y un experto en el tema de Cuba que enseña en la Escuela de Derecho de la Universidad de Columbia. "Hay una serie de regulaciones que impactan en diferentes departamentos, por lo cual es necesario un proceso de revisión y consulta antes de que se pueda hacer. Además hay diferentes consideraciones políticas de las empresas locales que ya tienen negocios en Cuba: hay otras voces que se deben escuchar antes de tomar una acción".

—¿Podría haber repercusiones legales por inversiones realizadas que no generarán ganancias?

—Sí. Existe un concepto constitucional estadounidense por el cual el gobierno no les puede quitar a las empresas y a los ciudadanos sus posesiones sin compensación. Podría darse una serie de reclamaciones por compensaciones. Una serie de empresas estadounidenses —las líneas aéreas, las líneas de cruceros, algunos hoteles, empresas de telecomunicaciones, empresas farmacéuticas, empresas agriculturales— ya tienen negocios andando con Cuba: si el gobierno les quita las autorizaciones de manera repentina, pueden encontrar cabida para estas reclamaciones.

Turistas estadounidenses comienzan a dejar miles de dólares en la isla (AP)
Turistas estadounidenses comienzan a dejar miles de dólares en la isla (AP)

Beneficios para unos, aberraciones para otros

El profesor Ricardo Torres Pérez, del Centro de Estudios de la Economía Cubana, explicó que "a nivel político y diplomático, los intercambios entre ambos gobiernos han llegado más lejos que nunca antes, incluyendo varias visitas de alto nivel, entre ellas el presidente de Estados Unidos". Eso benefició áreas como "la investigación científica, la salud, agricultura, aviación, telecomunicaciones, entre otras".

En el ámbito económico, agregó, "los progresos son destacables, aunque modestos. Por ejemplo, el intercambio comercial ha disminuido. Se han eliminado algunas barreras formales, pero todavía de forma selectiva y desbalanceada. En inversiones, son pocos los resultados. Starwood tiene un acuerdo para gestionar tres hoteles (uno ya en funcionamiento). Hay otras empresas que operan en Cuba de alguna forma como Airbnb, American Airlines, Delta y Carnival. Otros acuerdos están en negociación y se sabe que hay gran interés".

Los viajes y las remesas muestran el mayor avance, observó Torres Pérez: "Aún sin la eliminación de la restricción de viajes por motivos turísticos, el número de visitantes estadounidenses se ha triplicado. Ocho aerolíneas de ese país ofrecen más de 2 millones de asientos en casi 110 vuelos diarios. Todo esto tiene un efecto positivo indiscutible sobre la economía local. Los restaurantes, bares y alojamientos privados se han multiplicado y capturan una proporción creciente de los clientes internacionales. Por otro lado, las remesas (tanto monetarias como en especie) han continuado creciendo, y una parte de los recursos ahora se canaliza hacia negocios privados".

El número de visitantes estadounidenses se ha triplicado. Ocho aerolíneas ofrecen más de 2 millones de asientos en casi 110 vuelos diarios

Según US-C TEC, eso mismo molesta al presidente por asumir: "Individuos asociados con el presidente electo, tanto oficial como oficiosamente, no sienten entusiasmo por la reanudación de los vuelos; ven cada uno como un bolso de divisas estadounidenses que hace un viaje de ida solamente a Cuba, sin una contraprestación significativa verificable más allá de perpetuar sistemas comerciales, económicos y políticos aberrantes".

La institución estimó que desde el 17D, "el gobierno cubano ganó y se ahorró una cantidad estimada en 12.000 millones de dólares". En coincidencia con el economista cubano, mencionó primero el aumento de las transacciones derivadas de viajes (USD 900 millones desde los Estados Unidos) y el aumento de las remesas (para personas y para emprendimientos privados); agregó la inversión extranjera directa, más anunciada que implementada. Los ahorros para La Habana se dieron porque bajó la percepción de riesgo debido a la remoción de Cuba de la lista de países impulsores del terrorismo; se restauraron las relaciones diplomáticas; se removieron algunas restricciones de los Estados Unidos a las transacciones internacionales y hubo una reducción de la deuda externa.

Los especialistas afirman que no será tan sencillo dar marcha atrás con los acuerdos alcanzados en el último año entre ambos países (AP)
Los especialistas afirman que no será tan sencillo dar marcha atrás con los acuerdos alcanzados en el último año entre ambos países (AP)

Lobby a toda velocidad

"Trump fue elaborando su posición", reseñó el abogado Freyre: "Al principio apoyaba la apertura y sólo dijo que él creía que haría un negocio mejor que Obama; luego fue hacia la derecha y al fin, un par de semanas antes de las elecciones en la Florida, tomó posturas extremadamente conservadoras. Así que por ahora no sabemos bien cuál es el Trump que va a prevalecer. Pero ha realizado una serie de designaciones en su equipo de transición que indicarían que se inclinaría por el lado conservador. Ahora se libra una batalla: que alguien pueda sentarse con el presidente electo y sus consejeros para hablar del tema".

—¿Cómo se hacen escuchar por el equipo de transición las empresas?

—No le puedo dar nombres por compromisos de confidencialidad, pero yo represento empresas en las áreas marítima, de aviación, de telecomunicaciones, viajes, transportes y servicios. La manera en que lo hacen es mediante asociaciones empresariales, diferentes grupos de interés que funcionan en los Estados Unidos —el concepto del lobby—, de modo tal que en Washington están ya conectados y comunicándose muy activamente con el equipo de Trump. Estos intereses muy poderosos ya están en comunicación con el equipo para que no se realicen acciones repentinas que los dañaría.

—A partir de esas comunicaciones, ¿qué impresión tiene?

—Soy un poco pesimista —siguió Freyre—. Creo que en este momento Trump va hacia un lugar muy conservador, y hay que tratar de pedirle que baje la velocidad en eso, porque por ese camino lo que veremos será una reacción muy dramática y absoluta, y estamos tratando de tener una conversación para que dentro de sus objetivos políticos, primero —como con los médicos— no se haga daño.

—¿Cuál sería el peor escenario?

—Si las medidas son muy draconianas y Cuba cae en una crisis financiera peor que la que tiene en este momento, si eso se profundiza de manera violenta, la presión migratoria que ya existe en la isla, que es muy grande, se podría convertir en otro Mariel, y eso nadie lo quiere.

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Qué se perdería si se vuelven a congelar las relaciones

"La mayoría de las empresas estadounidenses, y las organizaciones que las representan, manejaban un resultado diferente para las elecciones del 8 de noviembre de 2016", escribió Kavulich. "En consecuencia sienten incertidumbre por lo que el gobierno de Trump puede crear, reemplazar o rechazar".

Para la organización sobre intercambio comercial y económico que representa, una pregunta central es si el presidente Trump será "proactivo o reactivo" en su relación con Cuba. "Probablemente se moverá hacia lo reactivo", se arriesgó en el blog de US-C TEC. Sin embargo, si Cuba "hiciera una declaración provocativa o tomara una acción provocativa el nivel de atención de los medios a la declaración o acción tendrá un peso considerable para determinar el grado de la respuesta". El concepto de provocativo, se explicó, corre por definición de Trump y no es estático.

Lo que pasó en estos dos años de descongelamiento "ha creado grandes expectativas en amplios sectores de la sociedad cubana, sobre todo en el sentido de ampliar las oportunidades de desarrollo del país", agregó el economista Torres Pérez. "Ha crecido notablemente el intercambio con Estados Unidos, lo que contribuye a la circulación de ideas y opiniones, que ayudan a conformar una visión más pragmática de la relación entre ambos países. De todas maneras, algunos sectores en Cuba mantienen una postura muy cautelosa sobre el acercamiento a Estados Unidos, a partir de la historia reciente y las acciones de los grupos más recalcitrantes en ese país".

—¿Qué sucedería si una vez que asuma, Trump revierte la apertura?

—Evidentemente habría un impacto negativo sobre la economía cubana, particularmente en el turismo. La afectación también abarcaría a una parte del sector privado cubano, una parte del cual se ha beneficiado de la demanda de distintos servicios así como del financiamiento proveniente de ese país. Quizá empresas de otros países tomarían una posición más cautelosa. El mayor problema, sin embargo, sería desde el punto de vista político.

—¿Por qué?

—Un retroceso alimentaría las sospechas de los grupos más reacios el acercamiento en Cuba, a la vez que probaría que Estados Unidos no es un socio confiable. Esto complicaría pasos futuros. En ese sentido, el retroceso no favorece el cambio, sino que lo retrasa. El presidente electo Trump tendrá que elegir entre retomar un curso fallido para servir a los intereses de una estrecha minoría en su país o decantarse por el pragmatismo de un hombre de negocios. Él no es un ideólogo ni tiene una historia personal relacionada con Cuba. Sin embargo, sus acciones iniciales son muy decepcionantes. La retórica de la Guerra Fría parece cuando menos poco sensata.

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El desafío verdadero: Cuba post-Castro

Muchos asociaron la muerte de Fidel Castro a la intensidad aumentada en el discurso de Trump sobre Cuba. Los especialistas lo desmintieron ante Infobae:

Freyre: —Lo único que ha ocurrido con la muerte de Fidel Castro es que ha sacado a colación el tema de Cuba en un momento que de otra forma no lo hubiera estado. Al morir Fidel Castro y salir el tema de Cuba a la superficie, se empezó a hablar sobre lo actuado y lo por venir.

Torres Pérez: —No creo que el deceso de Fidel tenga un impacto en las relaciones desde el lado cubano. El gobierno cubano conoce de la importancia de establecer vínculos normales con Estados Unidos y ha comprometido un apreciable capital político doméstico para el deshielo.

Kavulich: —No. Y por otra parte, es delirante pensar que tras la muerte de su hermano el presidente Raúl Castro va a premiar a los ciudadanos de Cuba. Los próximos meses se concentrará en confirmarles a los 11,3 millones de ciudadanos de Cuba que la Revolución no fue cuestión de un hombre o sólo duró mientras estuvo ese hombre, sino que es la tela que envuelve el país y que no habrá agujeros en esa tela. Una vez más —lo digo hace ya un año—: creo que el meollo de la cuestión es el 24 de febrero de 2018.

Ese día Raúl Castro dejará el poder, según anunció.

"El presidente electo Trump se está concentrando en los requisitos de la Ley de la Libertad Cubana y la Solidaridad Democrática de 1996 [más conocida por los nombres de sus promotores: Ley Helms-Burton] y ha dicho que desea 'un negocio mejor'", dijo Kavulich. "Puede que obtenga uno, pero será el 24 de enero de 2018, cuando el presidente Raúl Castro se retire y Trump sea el primer presidente de los Estados Unidos en 59 años que le dé la bienvenida a una Cuba post-Castro, y que cumpla su mandato durante el desarrollo de esa Cuba post-Castro: una cláusula de la ley de 1996 exige que ni Fidel Castro ni Raúl Castro estén en el gobierno".

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