“La paz herida”, el mensaje de Álvaro Uribe tras la firma del cese del fuego con las FARC

El ex presidente de Colombia publicó un comunicado en el que critica el acuerdo alcanzado por el Gobierno con el grupo guerrillero

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Álvaro Uribe Vélez, acérrimo opositor al proceso de paz llevado a cabo entre el gobierno de Juan Manuel Santos y el grupo guerrillero de las FARC, emitió un comunicado este jueves, luego de la firma del acuerdo sobre dejación de armas entre las dos partes en La Habana, Cuba.

"Fin del Conflicto: La paz herida", es el título de la misiva publicada por el ex presidente colombiano a través de su cuenta de Twitter.

En su descargo, Uribe fustiga que "los cabecillas de las FARC (…) no vayan un día a la cárcel" y que en un futuro puedan ser elegidos para algún cargo público.

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"La palabra paz queda herida al no exigir a las FARC, el tercer grupo terrorista más rico del mundo, la entrega del dinero para reparar a las víctimas; dinero que, al conservarlo, les permitirá comprar todas las armas para remplazar a aquellas que entreguen", agregó.

Este jueves, el gobierno colombiano y las FARC oficializaron en la capital cubana el abandono de las armas por parte de la guerrilla y la garantía de seguridad para los desmovilizados.

La carta completa de Álvaro Uribe Vélez:

 

Fin del Conflicto: La paz herida

La palabra paz queda herida por el Gobierno, que amenazó con terrorismo urbano y más impuestos para justificar su claudicación ante el terrorismo.

La palabra paz queda herida por la validación del paredón de Fidel Castro, su dictadura comunista y la tiranía sanguinaria de Chávez y Nicolás Maduro.

La palabra paz queda herida con la elevación del grupo terrorista FARC a la condición de socio del Estado, o paraestado o paramilitar, con el pretexto de combatir a otros criminales.

La palabra paz queda herida con la aceptación de que los responsables de delitos de lesa humanidad como secuestro, carros bomba, reclutamiento de niños y violación de niñas no vayan un solo día a la cárcel y puedan ser elegidos a posiciones públicas. Estos premios al delito generan nuevas violencias. ¡Qué decir a los miles de presos con delitos menos graves que los de FARC y que además de la privación de la libertad no pueden ser elegidos, qué decir a quienes han perdido por siempre los derechos políticos, qué decir de los paramilitares, creados por la guerrilla y la falta de autoridad, que por delitos igualmente graves fueron a la cárcel o se extraditaron!

La palabra paz queda herida porque el estatuto de la Corte Penal Internacional exige reclusión, que aquí se evade, para los responsables de delitos de lesa humanidad, y la Convención Americana de Derechos Humanos, para estos delitos, exige sanciones severas, también ausentes. La impunidad, además de ser la partera de nuevas violencias, pone a los acuerdos de La Habana incursos en violaciones a la Constitución y a los tratados internacionales de los cuales Colombia es signataria. 

La palabra paz queda herida al aceptar que los cabecillas de la FARC, el cártel de cocaína más grande del mundo, no vayan un día a la cárcel, no los extraditen y puedan ser elegidos. ¡Qué pensar de esta injusticia cuando entre 2002 y 2010 fueron extraditadas cerca de 1.200 personas reclamadas por narcotráfico!

La palabra paz queda herida al no exigir a la FARC, el tercer grupo terrorista más rico del mundo, la entrega del dinero para reparar a las víctimas; dinero que, al conservarlo, les permitirá comprar todas las armas para remplazar aquellas que entreguen.

La palabra paz queda mal herida con un plebiscito que solamente tendrá una pregunta; que, en el evento de no aprobarse, la misma autoridad amenaza con terrorismo urbano; un plebiscito con derroche publicitario del Gobierno, como lo hizo en la elección presidencial; con la negación oficial de recursos para quienes quieran decir No o abstenerse; con presión a alcaldes y gobernadores para que lo apoyen o se atengan a carecer de recursos nacionales; con la reducción del número de votos que la ley exigía. 

La palabra paz queda herida por un Gobierno que ha engañado al pueblo y manipulado las normas jurídicas para cambiar la Constitución al antojo del grupo terrorista, que con aprobación oficial somete a las instituciones en lugar de someterse a ellas. Ubican esos acuerdos en el Bloque de Constitucionalidad con la osadía de que sean inmodificables, esto es, abusan de la Constitución y tiran la llave al mar con la pretensión de impedir futuros correctivos que deberán ser introducidos.

La palabra paz queda malherida por la democracia y la libertad amenazadas, al estilo de los testigos Castro y Maduro, que en nombre de la justicia social han oprimido y empobrecido a sus pueblos. En Colombia, el Gobierno ha puesto en marcha la guerra a machete entre campesinos, ha aceptado negociar con el terrorismo el modelo democrático, las libertades económicas y las políticas sociales.

La palabra paz queda herida con civiles e integrantes de las Fuerzas Armadas de la democracia, que tendrán que someterse al tribunal del grupo terrorista y aceptar crímenes no cometidos para evitar ir a la cárcel. Muchos habrán de simular que la historia gloriosa empieza con la capitulación ante el grupo grupo terrorista. Y la nación entera queda ante la incertidumbre de ver a sus Fuerzas Armadas destruidas o en la cárcel y al terrorismo en el poder. Los esfuerzos en la formación democrática de la patria quedarán en el desconocimiento o en la condena al estilo de Castro, Chávez y Maduro.

La palabra paz queda herida cuando el Gobierno, para firmar con el grupo terrorista, es complaciente con la tiranía de Venezuela, no obstante que Maduro utiliza otra sigla terrorista, la del ELN, para mantener al Gobierno sometido y a sabiendas.

La palabra paz queda herida al permitir que el grupo terrorista sea partido político y sostenga su acción criminal con el ELN y otros asociados. La tregua unilateral de hace un año se tradujo en más narcotráfico, más extorsión y más control territorial. 

La palabra paz queda herida por el mandatario, que para disimular su claudicación desvirtúa la seguridad democrática que lo eligió, la reinserción generosa que se practicó pero sin impunidad, sin elegibilidad y sin negociar la agenda nacional. 

Sin embargo, miles de colombianos, que serenamente soportan la explosión publicitaria, remedo de dictadura, se preparan en sus reflexiones para defender la democracia y la libertad y luchar por unas condiciones que garanticen una paz diferente a la del Gobierno que se soporta en la entrega a los criminales y en amenazar al pueblo con terrorismo urbano y más impuestos.

Álvaro Uribe Vélez 

Medellin, Junio 23 de 2016